La enfermedad de Parkinson es el trastorno del movimiento más prevalente y la segunda enfermedad neurodegenerativa más común en el mundo. En España afecta a unas 160.000 personas, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Aunque el temblor es el síntoma que más relacionamos con la presencia del párkinson, este ni aparece en todos los pacientes ni lo hace en primer lugar. Álvaro Sánchez Ferro, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN, cuando ya hay síntomas lo fundamental para hacer el diagnóstico es “la lentitud de movimiento, más que el temblor, que sólo afecta al 60 por ciento”.
¿Qué significa esta lentitud de movimiento? Este síntoma, también llamado bradicinesia, que afecta al cien por cien de las personas con párkinson, significa que las personas que lo experimentan notan cierta torpeza, lentitud o dificultad de movimiento en una mano y tienen dificultades, por ejemplo, para abrocharse bien los botones, para lavarse la cabeza, para utilizar un teclado o un ratón e incluso para escribir a mano…
No hay que olvidar que esta enfermedad no es exclusiva de los mayores de 65 años, ya que un 15% de los casos se da en menores de 50 años. No obstante, la edad es el principal factor de riesgo de esta enfermedad y se estima que debido al envejecimiento de la población española llegará a triplicarse en los próximos 25 años.
Otros síntomas del párkinson
El temblor de reposo es uno de los síntomas más conocidos del párkinson y aparece cuando la mano no está en movimiento. “Si voy andando se me mueve un poco el pulgar o la mano. La mayoría de los temblores que vemos en la calle son de otro tipo”. No obstante, como recuerda Sánchez, hay que desmitificar que sea el único síntoma de la enfermedad o que sea universal.
Entre los signos que pueden alertar de la aparición del párkinson tenemos que tener en cuenta que existen de tipo motor -temblor y bradicinesia, ya mencionados- y otros no motores. La rigidez es otro de estos síntomas motores. Se presenta en forma de dolor y muchas veces la persona va al médico porque le duele, por ejemplo, un brazo. Aparece en todos los pacientes.
Signos no motores
Además de los relacionados con el movimiento hay otras señales de alerta que pueden aparecer a la vez que los síntomas motores y hasta 10 y 20 años antes, en lo que se denomina la fase preclínica. “Suele indicar que ya hay un daño pero la persona no nota la suficiente afectación para consultar”, explica Sánchez.No obstante, aunque sería lo ideal hacer el diagnóstico en estas fases es bastante complicado.
Además estos signos no tienen por qué presentarse en todos los pacientes. Estos síntomas no motores son los siguientes:
Pérdida de olfato.
Estreñimiento.
Trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad o la depresión.
Problemas de sueño, sobre todo trastornos de la conducta del sueño REM que producen conductas motoras mientras la persona duerme.
Degeneración cognitiva.
Se trata de signos que pueden obedecer a cualquier situación de la vida e incluso a otras enfermedades. “No hay que alarmarse en exceso. Suele ser más indicativo del párkinson cuando se produce una mezcla de estos signos. Hasta en un 30% de los casos la primera manifestación del párkinson es la depresión. debemos estar alerta cuando en personas a partir de los 60 años debutan con este síntoma sin haber tenido episodios previos”.
Ejercicio y otras formas de prevención
Para tener una vida sana es muy importante llevar una vida activa y una dieta equilibrada. En el caso del párkinson se aconseja, además, que el estilo de vida se dirija a la prevención de los factores de riesgo cardiovasculares -tensión, azúcar, colesterol-, esenciales para preservar la salud cerebral.
Sánchez explica que realizar una rutina de actividad física intensa o vigorosa podría prevenir la aparición de una enfermedad neurodegenerativa pero también ayudar a que la evolución de la enfermedad se ralentice. “En una persona que pueda tener riesgo general, por la edad, o que presente síntomas premonitorios hacer una rutina de deporte puede incidir en cierto modo en que la enfermedad se desarrolle más despacio”, explica Sánchez.
En estos casos se aconseja hacer ejercicio entre 3 y 5 días a la semana durante 40-60 minutos y con una frecuencia cardiaca máxima del 85 por ciento. “Danza, Tai Chi, aquagym, ejercicio aeróbico, entrenamiento de fuerza… se ha visto que estos ejercicios tienen una evidencia positiva”. Como siempre es muy importante que la persona elija el ejercicio en función de sus preferencias y que lo haga de forma progresiva y adaptado a sus capacidades. “En las fases iniciales, tras el diagnóstico, también les aconsejamos hacer este tipo de ejercicio y se están viendo buenos resultados durante varios años con preservación de la capacidad funcional”, añade Sánchez
En el caso en el que el párkinson ya está instaurado, además del ejercicio, hay que pautar medicación.
Factores de riesgo
Según datos de la SEN, menos del 10% de los casos de párkinson corresponden a formas hereditarias. Sí existen otros factores que pueden favorecer su aparición:
Exposición a pesticidas.
Contacto con disolventes industriales.
Contaminación atmosférica.
Inactividad física.
Aislamiento social.
Falta de control de los factores de riesgo cardiovascular.