En España, diez millones de personas padecen hipertensión arterial, de los cuales 3,5 millones están tratados y controlados. Junto con unos hábitos saludables, el tratamiento para esta enfermedad es farmacológico. Existen diferentes medicamentos y el médico recetará el más apropiado para cada paciente. Cansancio, dolor de cabeza, mareos, calambres en las piernas o diarrea son solo algunos de los efectos secundarios de tomar las pastillas para la tensión, aunque no todos los enfermos los experimentan. Algunos de estos medicamentos para la presión arterial alta, además, pueden afectar el deseo sexual.
Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), señala que casi todos los medicamentos hipotensores pueden producir una disfunción eréctil y también una disminución de la libido en mujeres. Sin embargo, no todos actúan con la misma intensidad: “La mayoría de las personas hipertensas que toman medicación la toleran bien y no hay ningún problema de este tipo, pero sí que pueden producirlo”.
El especialista explica que los fármacos que más efecto tienen en el deseo sexual de mujeres y hombres son los betabloqueantes. Este grupo de medicamentos “provocan un bloqueo de los receptores de la catecolamina”. Aparte de eso, pueden producir un aumento del cansancio y disminuir la capacidad de actividad vital. Por eso “las guías de práctica clínica de hipertensión arterial y las recomendaciones de la sociedad científica han eliminado estos fármacos como primera opción en pacientes hipertensos”.
En cardiología, expone Anguita, los antibloqueantes se prescriben para muchas otras afecciones. Por ejemplo, en personas con angina de pecho, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca o arritmias. “En hipertensión arterial normalmente no se utilizan como primera opción, sino como quinta”. Otro grupo de fármacos que sí se utilizan como primera opción y que pueden producir también una merma en el deseo sexual son los diuréticos. Sin embargo, explica el cardiólogo, “es raro que suceda porque para la hipertensión se usan diuréticos no muy potentes y a dosis bajitas”.
Con el resto de las pastillas utilizadas para la hipertensión, el riesgo de disfunción eréctil y de alteraciones en la libido es bastante bajo: “No suele ser un efecto secundario habitual”, sentencia Anguita.
Si se comprueba que la pastilla para la tensión afecta al apetito sexual, la alternativa es cambiarla por otra. Aunque en el caso de que el paciente tenga una tensión bien controlada con una dosis alta, “la primera opción probablemente sería reducir la dosis y observar cómo evoluciona la tensión”, puntualiza el cardiólogo.
¿La hipertensión afecta al deseo sexual?
Independientemente de la farmacología, el cardiólogo de la SEC subraya que esta enfermedad por sí misma puede afectar a las relaciones sexuales, especialmente cuanto no está controlada, algo frecuente, ya que no presenta síntomas y frecuentemente pasa inadvertida. “La hipertensión arterial no controlada, incluso aunque sea leve, puede dañar las arterias. Y al disminuir el flujo de sangre que llega a los órganos, efectivamente puede afectar al deseo sexual”.
Cómo tomarse la tensión en casa correctamente
El experto resalta la importancia de controlar la tensión arterial para reducir esta falta de impulso sexual, pero sobre todo por el riesgo de sufrir un ictus, una insuficiencia cardiaca o un problema renal que “son los más frecuentes y graves de la hipertensión arterial mal controlada”.
Una de las maneras más fiables de controlar esta enfermedad es medirse en casa la tensión con un aparato específico para ello. “Cuando una persona llega a la consulta del médico y este le toma la tensión y sale alta, antes de diagnosticar la hipertensión se le indica que se tome la tensión en casa al menos tres veces en tres días distintos. Con esta medición ambulatoria, se corrobora o no el diagnóstico”. Para realizarlo, los tensiómetros digitales de brazo deben estar bien calibrados. “Normalmente lo están”, afirma.
Anguita detalla los pasos para tomarla de la forma adecuada con un tensiómetro digital de brazo:
La persona debe estar sentada o acostada.
Da igual un brazo que otro, aunque si es la primera vez hay que tomarla en los dos brazos porque puede haber pequeñas diferencias entre uno y otro.
Con el antebrazo a la altura del corazón, y después de unos minutos en reposo, inicia la toma de tensión.
Se considera una tensión normal cuando marca 140-90. Si está por debajo, entonces no hace falta que se la tome más. Si está por encima, debe hacerse una segunda toma. “Y si hay diferencias claras, pues una tercera, y se hace la media”.
¿Cada cuánto tiempo hay que tomar la tensión arterial?
Cuando estás empezando un tratamiento o hay un cambio de tratamiento se debe tomar con más frecuencia. “Los primeros días algunos médicos indican que dos veces al día, una vez por la mañana y otra por la noche. De esta manera, saben cómo la tiene en distintos momentos del día y si hay que ajustar el horario de la medicación o no”.
A medida que se vaya controlando, se va reduciendo el número de tomas con el aparato digital. “En un paciente hipertenso, que esté ya bien controlado con un tratamiento estable, que no haya que modificar, yo lo que suelo recomendar es que se lo tome una vez al mes”.