Hay personas que creen que la actividad física puede acabar afectando de forma negativa a las rodillas a largo plazo, concretamente, al cartílago (el tejido que cubre los extremos de los huesos en una articulación). Lo cierto es que no hay evidencia suficiente que relacione el ejercicio (ni siquiera el de alto impacto y repetitivo) con daños en este tejido. Por el contrario, “existe suficiente información científica para poder afirmar que el deporte no deteriora el cartílago ni aumenta la inflamación. Es más, podría tener un efecto protector”, señalan desde la Sociedad Española de Reumatología (SER).
De acuerdo, el ejercicio físico es beneficioso para el fortalecimiento de la rodilla y no entraña ningún tipo de riesgo con el paso de los años, pero, ¿qué ocurre con las personas que sufren artrosis de rodilla? Pues en estos pacientes, que además pueden contar con diferentes enfermedades asociadas, la práctica de ejercicio realizado correctamente mejora la calidad, la función física y el bienestar emocional.
En definitiva, casi todas las enfermedades crónicas mejoran cuando una persona aumenta su nivel de actividad física. En este sentido, el ejercicio físico disminuye las posibilidades de aparición de patologías asociadas a la artrosis, como son la obesidad o la diabetes tipo 2.
Asimismo, el sedentarismo es más frecuente en las personas con enfermedades reumáticas que en la población general, lo que incrementa el dolor y la disminuye la función física. “La inactividad física disminuye la calidad de vida de las personas con artrosis”, asegura Montserrat Romera, reumatóloga y profesora de la Universidad Internacional de Cataluña.
La especialista insiste en la importancia de evitar el sobrepeso, ya que la obesidad es uno de los factores que se relaciona de manera directa con el deterioro progresivo de la articulación. Según Romera, “en las personas con obesidad, la artrosis es casi tres veces más frecuente que en las personas con peso normal, y si nos fijamos en el caso de la artrosis de rodilla la cifra se eleva, llegando a ser cinco veces más habitual”.
Ejercicios recomendados para la artrosis de rodilla
La Organización Mundial de la Salud aconseja a la población general realizar un mínimo de 150 minutos a la semana de ejercicio aeróbico; ejercicios de fortalecimiento al menos dos días semanales y, en personas mayores de 65 años con mayor riesgo de caídas, incluir también ejercicios de equilibrio. Estas son las mismas recomendaciones que la institución dirige a los pacientes con artrosis.
“En la artrosis de rodilla, el ejercicio aeróbico o cardiovascular es mejor distribuirlo de manera uniforme (al menos 30 minutos cada día)”, señalan los expertos de la SER, quienes detallan que si la enfermedad presenta síntomas leves, caminar es una actividad muy conveniente. En cuadros más sintomáticos, “hay que seleccionar inicialmente actividades de muy poca carga o impacto sobre la rodilla como la bicicleta estática o la natación”.
Por otro lado, los ejercicios de fortalecimiento están indicados tanto en las artrosis leves como en las fases avanzadas de la patología: “Se deben centrar sobre todo en los miembros inferiores, aunque lo ideal es asociar también algún ejercicio para fortalecer los superiores y el tronco”.
El músculo más importante en la artrosis de rodilla es el cuádriceps (localizado en la parte anterior del muslo) y es el primero que hay que fortalecer. De acuerdo con la SER, “la función principal del cuádriceps es extender (poner recta) la pierna. También se puede fortalecer el grupo de los músculos isquiotibiales (localizado en la parte posterior del muslo) que realizan el movimiento contrario (doblar o flexionar la pierna) para aumentar la estabilidad de la rodilla”.
“Nadar, realizar bicicleta estática o caminar son algunos ejercicios recomendables para las personas con artrosis, pero la evidencia científica también ha demostrado la importancia de realizar ejercicios de fuerza que ayudan a potenciar la musculatura asociada a la articulación”, resume Romera.