Hay causas-efectos casi inevitables. La causa es el ejercicio físico y el efecto, el sudor. El ‘‘casi’’ son aquellos factores que pueden impedir la transpiración y que derivan en un cuadro clínico conocido como anhidrosis o hipohidrosis.
Antes de abordar de qué trata esta patología, es necesario recordar la necesaria función del sudor. Cuando la temperatura ambiente supera la de la piel (32 ⁰C), el cuerpo comienza a secretarlo para mantener un equilibrio de la temperatura corporal, necesario para el correcto funcionamiento del organismo. De lo contrario, aumentar el calor interno en más de dos grados supondrá consecuencias fisiológicas importantes que pueden llevar a sufrir un golpe de calor o peligrar la vida.
Por todo ello, la sudoración, junto con una correcta hidratación, son fundamentales en la práctica de actividad física. La anhidrosis o hipohidrosis son trastornos caracterizados por una disminución o ausencia de la producción del sudor que puede deberse por varios motivos:
Lesión en la piel (por traumatismo, radiación, infección o inflamación).
Trastornos reumáticos sistémicos, como esclerosis, lupus eritematoso sistémico o síndrome de Sjögren, que destruye las glándulas sudoríparas.
Ciertos fármacos que disminuyan la capacidad de sudoración.
Algunos trastornos genéticos.
Tras sufrir un golpe de calor grave, también se puede dejar de sudar.
Acerca de los síntomas, los más habituales son:
Piel seca.
Sobrecalentamiento corporal.
Golpes de calor.
Erupciones e infecciones cutáneas frecuentes.
Esta intolerancia al calor puede producir hipertermia durante el ejercicio físico y limitar e incapacitar a los pacientes en la realización de actividades deportivas. En cuanto a su tratamiento, dependerá de la causa subyacente.
Para prevenir el sobrecalentamiento corporal, será necesario tomar medidas, como evitar hacer ejercicio con temperaturas elevadas, llevar prendas húmedas o exponerse al aire acondicionado.
Hiperhidrosis, el problema de sudar demasiado
Ni tan poco, ni tanto. También puede ocurrir todo lo contrario, que la persona que practique ejercicio físico sude demasiado, es decir, que tenga hiperhidrosis. Se calcula que entre el 2 y el 4% de la población la sufre, normalmente por causas desconocidas o de origen genético.
Este sudor excesivo expone al paciente a infecciones cutáneas y dermatitis debido a la humedad constante en la piel. Existen diferentes tratamientos para aliviar los síntomas del exceso de sudoración. Si se trata de hiperhidrosis secundaria, será necesario actuar sobre la enfermedad que origina esta situación.
Si, en cambio, es primaria (no existe una causa subyacente), se pueden aplicar diferentes abordajes. Desde Vithas señalan que lo más efectivo son las infiltraciones de toxina botulínica, ‘‘que puede inyectarse en las axilas y en las palmas de las manos, las zonas más frecuentemente afectadas. Sus efectos duran aproximadamente un año y ofrece resultados muy positivos”.