Se han cumplido 5 años del inicio del confinamiento en la ciudad de Wuhan (China) que supuso el principio de la pandemia de covid-19. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde entonces hasta finales de 2024 se han notificado más de 776 millones de casos confirmados y más de 7 millones de muertes en 234 países diferentes. En la actualidad, el panorama en cuanto a la infección por el coronavirus SARS-CoV-2 es muy distinto y, de hecho, en países como España nos encontramos en tasas bastante bajas en comparación con años anteriores. También cuando se coteja con otras infecciones respiratorias. Mientras que la tasa de síndrome gripal se situó en 123,9 casos por 100.000 habitantes en la tercera semana de enero, la de covid-19 fue de 7,4 casos por 100.000 habitantes.
Pero si para la mayoría de la población la covid-19 forma parte del pasado, un porcentaje nada desdeñable de quienes han padecido esta infección (se calcula que en torno a un 10%) siguen experimentando sus síntomas. Sufren lo que se conoce como covid persistente, que en un principio los más optimistas pensaron que podría ir mejorando conforme pasaba el tiempo hasta desaparecer al cabo de unos meses en la mayoría de los casos.
La realidad es otra: hay quien se libra en poco tiempo, pero se acumulan los relatos de personas afectadas después de uno, dos o más años. Y también hay cada vez más evidencias científicas. Así lo constata un estudio publicado en la revista PLOS Medicine por investigadores de la Universidad de Friburgo (Alemania), cuyos resultados muestran que dos tercios de las personas con covid persistente tienen síntomas objetivos y persistentes durante un año o más, sin cambios importantes en los principales grupos de síntomas durante el segundo año de enfermedad. Entre las manifestaciones que perduran destaca la capacidad reducida para realizar ejercicio físico y unos malos resultados en las pruebas cognitivas (memoria, capacidad de atención…).
Síntomas más frecuentes
La covid persistente se define como un conjunto de síntomas y signos que perduran cuando han transcurrido más de tres meses tras haber pasado la covid-19. Entre estas manifestaciones, hay tres que la OMS reconoce como las más relevantes: la fatiga, las alteraciones cognitivas y la dificultad respiratoria.
Pero hay muchas más; se han descrito más de 200. Estos son algunas de los más habituales:
Fatiga (caracterizada por un bajo umbral de resistencia al ejercicio).
Astenia (estar cansado incluso en reposo).
Disnea (falta de aire).
Tos.
Afonía.
Pérdida o alteraciones del olfato y el gusto.
Dolor de articulaciones (artralgia) y dolor muscular.
Ansiedad.
Depresión.
Trastornos del sueño.
Síntomas neurológicos, como falta de sensibilidad, falta de coordinación motora o atrofia muscular.
Trastornos cognitivos; en especial, la denominada niebla mental (desorientación, problemas de memoria, confusión, dificultad para concentrarse, falta de atención…
Dolor de cabeza.
Malestar general.
Pruebas objetivas para diagnosticar la covid persistente
En el nuevo trabajo, los investigadores estudiaron a 982 personas de entre 18 y 65 años que ya habían sido diagnosticadas de covid persistente, así como a 576 individuos que no padecían este síndrome. Todos los participantes acudieron a centros de salud en los que se les realizó una evaluación que incluyó pruebas neurocognitivas, un estudio de la función cardiopulmonar y análisis de laboratorio.
Los grupos de síntomas predominantes entre las personas con covid persistente fueron tres: la fatiga y el agotamiento; alteraciones cognitivas; síntomas torácicos y disnea; y ansiedad, depresión y problemas de sueño. Casi el 68% de los afectados seguían experimentando síntomas durante el segundo año tras el diagnóstico. El 35% declararon padecer intolerancia al ejercicio y malestar tras el esfuerzo y estas personas fueron las que mostraron peores resultados y síntomas más graves en la evaluación integral.
Las personas con un nivel educativo más bajo, obesidad o enfermedad más grave durante la infección inicial por el SARS-CoV-2 también tenían un mayor riesgo de síntomas persistentes.
Cuando se analizaron las medidas objetivas de salud física y cognición, se pudo constatar que quienes sufrían covid persistente presentaban reducciones significativas en la fuerza de agarre (capacidad para sostener, apretar, sujetar o aguantar cualquier objeto con las manos), el consumo máximo de oxígeno y la eficiencia ventilatoria (medidas de la capacidad respiratoria). Los pacientes que sentían malestar tras realizar algún esfuerzo físico obtuvieron puntuaciones más bajas que las personas sanas en las pruebas cognitivas que midieron la memoria, la atención y la velocidad de procesamiento. No se apreciaron diferencias en la función cardíaca o los análisis clínicos de laboratorio, incluidas las pruebas de persistencia viral.
Bibliografía
Raphael S. Peter, Alexandra Nieters, Siri Göpel et al. (2025). Persistent symptoms and clinical findings in adults with post-acute sequelae of COVID-19/post-COVID-19 syndrome in the second year after acute infection: A population-based, nested case-control study. PLOS Medicine. DOI: https://doi.org/10.1371/journal.pmed.1004511