“El asma es un síndrome caracterizado por la obstrucción del flujo aéreo causada por la inflamación de las vías respiratorias. En los últimos años, un número cada vez mayor de estudios apuntan a que el metabolismo de los lípidos influye tanto en la inflamación pulmonar como en la aparición de exacerbaciones, lo que significa que, además del tratamiento farmacológico, estos pacientes también necesitan hacer cambios en el estilo de vida. Esta evidencia sobre la relación entre los lípidos en sangre y la enfermedad nos llevó a plantearnos hasta qué punto la dieta es importante en las personas con asma”.
Así explica un grupo de especialistas de la Universidad de Medicina y Farmacia Grigore T. Popa de Iasi (Rumanía), autores de la revisión más reciente sobre el papel de la alimentación diaria en el manejo del asma, la razón por la que llevaron a cabo este estudio.
El colesterol es la pista
Para comprobar la forma en la que el metabolismo de las grasas influye tanto en el desarrollo de esta enfermedad como en el empeoramiento de sus síntomas, los autores se plantearon identificar cualquier tipo de asociación entre los pacientes diagnosticados de asma y los lípidos en sangre, a través de la determinación de los niveles de colesterol LDL (el “malo”), HDL (el “bueno”), el colesterol total y los triglicéridos.
Así, vieron que a mayor nivel de colesterol LDL y colesterol total, más riesgo de desarrollar asma. También comprobaron que unos niveles óptimos de colesterol HDL tiene un efecto beneficioso en estos pacientes (por sus propiedades antiinflamatorias, antitrombóticas y antioxidantes), reduciendo la sensibilidad a los alérgenos y la hiperreactividad bronquial, y ayudando a mantener una función pulmonar normal, justo el efecto contrario que produce tener unos valores de triglicéridos altos.
El nexo dieta-grasas-citocinas (un tipo de proteínas implicadas en la inflamación pulmonar) parece ser el hilo a seguir para explicar el papel que juegan determinados alimentos en la aparición del asma y la intensidad de sus manifestaciones.
Asimismo, el rol de los lípidos está a su vez directamente relacionado con otro factor de riesgo para los asmáticos: la obesidad, que influye en la aparición de exacerbaciones a través de cambios anatómicos (debido al exceso de tejido adiposo) y de la inflamación crónica que produce.
Tal y como se refleja en el estudio, “se sabe que el exceso de tejido graso estimula la aparición de citocinas proinflamatorias, lo que conduce al empeoramiento de la enfermedad y a un aumento del número de exacerbaciones”.
Grasas: cuáles sí y cuáles no
En base a estos datos, está claro que las grasas son los nutrientes más implicados en el asma, aunque no todas, como precisan los investigadores: “Muchos estudios asocian el aceite de oliva a un menor riesgo de asma. También hay datos que apuntan al papel beneficioso del consumo regular de pescados y aceites de pescado ricos en omega-3”.
En relación con esto, Guadalupe Blay, responsable del Grupo de Trabajo de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), comenta a CuidatePlus el tipo de alimentos que estos pacientes deben evitar para mantener unos niveles de colesterol adecuados:
-Grasas saturadas: “Aumentan los niveles de colesterol LDL y se encuentran principalmente en las carnes grasas (ternera, cerdo, cordero y cortes con grasa visible); productos lácteos enteros (mantequilla, crema, leche entera, quesos grasos); aceites tropicales (coco, palma y palmiste) y productos procesados (galletas, pasteles y postres con crema o mantequilla).
-Grasas trans: “Son las grasas más dañinas, pues no solo aumentan el colesterol LDL sino que también disminuyen el HDL. Están presentes en margarinas sólidas y grasas vegetales hidrogenadas; productos ultraprocesados como galletas, patatas fritas, palomitas de maíz (sobre todo las de microondas) y alimentos fritos; pastelería industrial y alimentos con grasas parcialmente hidrogenadas”.
-Alimentos ultraprocesados con grasas ocultas: “Muchos ultraprocesados contienen combinaciones de grasas saturadas y trans que pueden aumentar el colesterol LDL, entre ellos nuggets, hamburguesas y carnes procesadas; helados cremosos y coberturas industriales y aperitivos empaquetados (snacks fritos y barritas energéticas).
Igual de importante, según Guadalupe Blay, es adoptar una serie de pautas dietéticas en este sentido, entre ellas:
-“Reemplazar las grasas saturadas y trans por grasas saludables, como las monoinsaturadas (aguacate, aceite de oliva) y las poliinsaturadas (pescados grasos, nueces, semillas)”.
-Aumentar el consumo de fibra soluble (avena, frutas, legumbres), “ya que este nutriente ayuda reducir el colesterol LDL en sangre”.
-“Y elegir siempre las versiones integrales de los alimentos y minimizar el consumo de ultraprocesados”.
Frutas + verduras, sin duda, la opción “ganadora”
Una de las evidencias más potentes de la revisión es que la pauta alimenticia con un efecto más positivo en el desarrollo del asma es el consumo habitual de frutas y verduras.
“Hay mucha evidencia de que una dieta predominantemente basada en vegetales se asocia con un mejor control de la enfermedad y una disminución del número de citocinas proinflamatorias”, señalan los investigadores. “Asimismo, se ha visto que los antioxidantes presentes en frutas y verduras, como los flavonoides, la vitamina E y la vitamina C, reducen la inflamación de las vías respiratorias y mejoran la función pulmonar”, añaden.
En la misma línea, la doctora Blay destaca el importante efecto que tienen los vegetales con compuestos y nutrientes antioxidantes e antiinflamatorios en los casos de inflamación crónica, como el de las vías respiratorias, y pone ejemplos de las más recomendables para estos pacientes:
Frutas
-Frutos rojos: Arándanos, frambuesas, moras y fresas (ricos en antocianinas).
-Cerezas: Contienen antocianinas y compuestos fenólicos
-Naranjas y cítricos (limón, pomelo, mandarinas): Fuente importante de vitamina C, que reduce el daño oxidativo y modula la inflamación.
-Manzanas: Por su contenido en quercetina (un antioxidante), que tiene además efectos antihistamínicos.
-Piña: Contiene bromelina, una enzima con propiedades antiinflamatorias y digestivas.
-Uvas: Especialmente las negras y las rojas, son ricas en resveratrol, un potente antioxidante
-Aguacate: Aporta grasas saludables y antioxidantes como la luteína, con efecto reductor de la inflamación.
-Granada: Destacan los efectos antioxidantes de sus polifenoles, entre ellos la punicalagina.
Verduras
-Verduras de hoja verde (espinaca, kale, acelga): Ricas en antioxidantes como la vitamina E.
-Brócoli y otras crucíferas (coliflor, col rizada, repollo): Contienen sulforafano, un compuesto que ayuda a combatir la inflamación y protege las células.
-Pimientos (rojo, amarillo, naranja): Con vitamina C y antioxidantes como la quercetina.
-Zanahorias: Contienen betacaroteno, un antioxidante con acción antiinflamatoria muy eficaz.
-Tomates: La presencia de licopeno, especialmente en los tomates cocidos, ayuda a reducir la inflamación.
-Ajo y cebolla: Ambos contienen alicina y quercetina, compuestos que, además, fortalecen el sistema inmune.
-Apio: Aporta antioxidantes y compuestos como la luteolina, con propiedades antiinflamatorias.
-Berenjena: Contiene antocianinas, que reducen el estrés oxidativo.
La doctora Blay recuerda que consumir frutas y verduras frescas y de temporada maximiza sus beneficios antiinflamatorios. “Además, en el caso de las verduras, y según el tipo, lo mejor es alternar su consumo en forma cruda (ensaladas, licuados) y cocida (sopas, al vapor); y, siempre evitar procesarlas en exceso”.
Más fibra para “respirar mejor”
El estudio también puso en evidencia el impacto que tiene la fibra en el desarrollo del asma: “Influye en los procesos relacionados con el microbioma intestinal, lo que a su vez conduce a la formación de ácidos grasos de cadena corta, como el butirato, de los cuales se cree que disminuyen el efecto de las citocinas proinflamatorias, reduciendo así la respuesta exagerada a los alérgenos y, por lo tanto, favoreciendo un mejor control del asma”, explican los investigadores.
Guadalupe Blay, por su parte, enumera alguna de las opciones ricas en fibra más adecuadas para la dieta del paciente asmático:
-Futas: manzana (con cáscara), pera (con cáscara), frutos rojos (frambuesas y moras), aguacate, naranjas y plátanos.
-Verduras: Espinacas, brócoli, zanahorias, alcachofas y batata (boniato)
-Legumbres y granos: Lentejas, garbanzos, avena y quinoa
-Frutos secos y semillas: Chía, linaza, almendras y nueces
-Cereales integrales: Pan integral, arroz integral, pasta integral, cebada
-Otros alimentos: Palomitas de maíz (sin mantequilla), higos secos, ciruelas pasas.