Un 36,1% de los niños españoles de entre 6 y 9 años sufre sobrepeso, según se desprende del último estudio ALADINO 2023 sobre la Alimentación, Actividad física, Desarrollo Infantil y Obesidad. Es cierto que se trata de un porcentaje preocupante que apremia a tomar medidas, pero muchas familias responden a la cifra de la forma incorrecta: poniendo a dieta a sus hijos.
La nutricionista Gabriela Uriarte (@gu_nutricion) ha recordado en su cuenta de Instagram que la evidencia científica ha demostrado los peligros de someter a un régimen alimenticio a los pequeños: “Lo primero es que poner a los críos a dieta es un predictor de engordar y, segundo, tienen un mayor riesgo de trastorno de la conducta alimentaria, entre otras muchas cosas”. Por tanto, continúa la experta, “ponerles a dieta no sólo no sirve, sino que agrava y hace daño”.
La especialista hace referencia a una revisión en la que, según la misma, “los estudios muestran que entre un tercio y dos tercios de las personas que hacen dieta recuperan más peso del que perdieron con ellas”. Además, “no proporcionan evidencia consistente de que la dieta produzca mejoras significativas en la salud, independientemente del cambio de peso”.
“Lo que los niños necesitan es amor, aceptación y la posibilidad de tener suficiente descanso, comer suficiente y de forma nutritiva, independientemente de su tamaño corporal”, subraya Uriarte.
En este punto, la especialista apunta algunos consejos para fomentar una buena alimentación en el pequeño y que aplica en su casa:
No hablar de cuerpos ajenos. “Les tenemos que dejar claro que lo más importante a valorar no es su aspecto físico. Cuando los niños nos señalen diferencias corporales, aprovechamos para, con un lenguaje adaptado, explicarles que existe la diversidad corporal, tanto en adultos como en pequeños”, destaca.
Comer juntos lo máximo posible. De esta manera, se consigue que los hijos quieran alimentarse como sus padres: “No les prohibimos comer algo si nosotros lo estamos comiendo. Esto hila con que no debemos tener cosas en casa que no queramos que tengan habitualmente en su plato”. En este sentido, Uriarte añade que los padres son los que eligen qué hay de comer y los menores, “cuánto van a comer de eso”.
Tratar de mantener un horario regular de comidas “para que a ellos se les haga predecible cuándo va a ser el siguiente momento en el que van a tener que comer”.
Otras recomendaciones, esta vez de la Asociación Española de Pediatría (AEP), son:
Procurar un ambiente relajado durante las comidas.
Mantener una actitud neutral: evitar forzar a comer, mostrar enfado o usar la comida como premio o castigo. Es fundamental que todos los cuidadores del niño mantengan la misma actitud.
Evitar elementos de distracción en la comida.
Introducir nuevos alimentos poco a poco. En ocasiones, se requieren exposiciones repetidas (hasta 8-15 veces) para lograr la aceptación de los mismos.
Favorecer el contacto de los niños con la comida a través de las manos, de forma que exploren nuevas texturas y alimentos. Tolerar, por tanto, que se manchen con la comida.
Fomentar la autonomía del niño para que logre comer sin ayuda de forma progresiva.
¿Cuánta fruta, verdura, pescado y carne?
Los niños deben comer fruta fresca al menos tres veces al día. (Foto: Shutterstock)
La mayoría de las guías alimentarias proponen un cuadro de frecuencia orientativas de consumo de los diferentes grupos de alimentos, recogido en el informe Pequeños cambios para comer mejor, de la Agencia de Salud Pública de Cataluña:
Hortalizas: dos al día, como mínimo, en el almuerzo y la cena.
Fruta fresca: tres al día, como mínimo.
Farináceos integrales (pan, pasta, arroz, cuscús, patata y otros tubérculos: en cada comida.
Frutos secos (crudos o tostados): de tres a siete puñados a la semana.
Leche, yogur y queso: entre una y tres veces al día.
Carne: tres o cuatro veces a la semana (en cuanto a la carne roja, máximo dos veces a la semana).
Pescado: dos o tres veces a la semana.
Huevos: tres o cuatro veces a la semana.
Legumbres: tres o cuatro veces a la semana.
Agua: en función de la sed.
Aceite de oliva virgen: para aliñar y cocinar.