El melanoma uveal es un tipo de cáncer que se origina en el ojo muy poco frecuente. Se calcula que se producen por cada millón de habitantes y por año entre cuatro y seis casos de esta enfermedad, que afecta principalmente a hombres con una edad media de 53 años. “El melanoma uveal se localiza en la úvea, una de las capas internas del ojo. Comparte el mismo nombre que el melanoma de la piel, pero realmente es una enfermedad diferente, tanto desde el punto de vista genético como biológico”, explica a CuídatePlus Javier Elizalde, oftalmólogo del Instituto Barraquer. El experto detalla que la principal característica de este tumor es “el crecimiento desproporcionado de células pigmentadas llamadas melanocitos, en las que existe un daño genético”.
Si el aumento de estas células es desproporcionado, continúa Elizalde, pueden diseminarse a otras partes del cuerpo y producir metástasis a través de la sangre: “La principal localización fuera del ojo es el hígado. A los 10 años, hay un 50% de posibilidades de que se produzca metástasis”.
Por este motivo, “es importante que cualquier persona con un melanoma uveal realice una interconsulta con un oncólogo general para que haga pruebas y un seguimiento oportuno para investigar si hay diseminación de células hacia otros órganos, advierte el especialista, quien insiste en la necesidad de un abordaje multidisciplinario, pues la enfermedad debe ser controlada por el oftalmólogo de forma local y por el oncólogo debido al riesgo de metástasis o diseminación.
Señales de alerta del melanoma uveal
En sus etapas iniciales, la enfermedad no suele ocasionar ningún síntoma. “Lo identificamos de forma casual durante un examen oftalmológico rutinario. Por eso, es muy importante hacer controles periódicos de la visión”, afirma Elizalde. Eso sí, el experto apunta que este melanoma puede ocasionar diferentes síntomas, dependiendo de su localización. Algunos de ellos son:
Visión borrosa.
Cambios en el campo de visión.
Moscas volantes o relámpagos de luz.
Aparición de una mancha oscura en el ojo, sobre todo en tumores ubicados en la parte anterior del iris.
Muy raramente, dolor.
Por otra parte, el oftalmólogo aclara que hay ciertos factores de riesgo para sufrir un melanoma de este tipo. Ninguno se puede prevenir, pero conocerlos puede ser la clave de detectarlos a tiempo. “Por ejemplo, las razas pigmentadas y con los ojos claros tienen más riesgo. De hecho, la prevalencia de este tumor en los países nórdicos es mucho más alta que en la raza caucásica”, indica.
Además, prosigue, hay algunas enfermedades que incrementan el riesgo de desarrollar este tumor, como la melanosis ocular congénita (uno de cada 400 de estos pacientes llegan a sufrir melanoma uveal), “que consiste en una hiperpigmentación del globo ocular: “Son personas que tienen un color más oscuro en un ojo que en otro. Esto se llama heterocromía”.
Hay factores genéticos que predisponen a la formación de un melanoma, aunque no es un cáncer hereditario. Por último, “existen lesiones benignas pigmentadas en el fondo del ojo llamados nevus, que son tumores benignos, que también pueden presentar un crecimiento con el tiempo y degenerar en un melanoma”, precisa Elizalde, quien recuerda la necesidad de controlar periódicamente estas lesiones.
¿Cómo se trata el melanoma uveal?
Existen diversas alternativas de tratamiento para aquellos casos en los que el tumor está localizado exclusivamente en el ojo. La elección más idónea dependerá principalmente del tamaño y de la localización del tumor. Según el oftalmólogo del Instituto Barraquer, “a grandes rasgos, hay dos tipos de tratamientos: los conservadores, que permiten mantener el globo ocular, y los radicales, en los que se pierde el globo”.
Sobre los segundos, se llevan a cabo cuando el tumor tiene un tamaño muy grande y ya no es posible tratar la tumoración con métodos conservadores, que se basan sobre todo en algunas formas de láser, como la hipertermia, “aunque apenas se utiliza”. La más frecuente es la radioterapia localizada, llamada braquiterapia, “en la cual aplicamos unas placas cargadas con material radioactivo en la superficie del ojo. Estas placas irradian selectivamente el tumor. Para ello, utilizamos normalmente el yodo 125 como isótopo radioactivo”. El especialista alude también a tratamientos quirúrgicos para la extirpación del tumor a través de varias técnicas.