23 febrero, 2025

Lee Child: “La gente en la cima hoy pretende ser la víctima”


Hubo cosas que realmente me impactaron, porque, claro, uno escribe a Jack Reacher, e imagina ciertos escenarios. No es que apelo al realismo, pero empezás a darte cuenta cuando lo ves en vivo en otro medio que hay otras formas de ocupar el plano”, quien habla es Lee Child, uno de los escritores más famosos del mundo, creador de Jack Reacher y de sus casi treinta libros. Child celebra la tercera temporada de Reacher, estrenada en Prime Video, y que confirma a Alan Ritchson como el gigante más cool de la televisión actual. Child, un nombre crucial de la literatura actual, festeja la serie con su característica seriedad: “El espacio físico real es una cosa que no puede casi crearse desde la literatura. Así es cómo una persona se pararía, así es cómo hablaría, así cómo ocuparía su rincón en la habitación. A veces no es tanto una sorpresa, sino que a veces confirma que mi imaginación funcionaba correctamente”. —¿Qué creés que representa la idea de un héroe? —Es un momento complicado para esa respuesta, porque un héroe sería alguien que hace lo correcto, que defiende lo correcto, siendo lo correcto cuidar al débil. Impartir justicia sin importarle si rompe las reglas. Es un concepto romántico, por supuesto. Pero también es un concepto peligroso, porque creerse un héroe y romper las reglas es algo muy a la orden del día. Defender a quien no puede defenderse es algo bueno. Romper las reglas no es ideal, pero lo aceptamos en este marco porque creemos que genera un bien. Un héroe en este caso es alguien que tuerce las reglas por el bien de una persona que no puede defenderse.

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—¿Hay algo de este personaje que todavía te intriga? —Algunos personajes desarrollan toda una biografía para su personaje. Incluso si esa información no aparece en la obra. Quieren entender todo de su personaje. Pequeños datos. Cosas que no van a usar. ¿En qué escuela se educaron? Nosotros podemos ser amigos durante años y aún así no saber todo del otro. Ni remotamente. Siempre hay cosas que no se saben. Siempre hay secretos. No quiero saber todo de Reacher, nunca quise eso. Me gusta que me sorprenda. —¿Qué pensás que la serie está haciendo con el personaje? —A lo largo de la temporada, con todo el tiempo disposible que tiene una serie, se puede trabajar mucho más las partes más silenciosas, las graciosas, las tranquilas. Me gusta mucho ver los momentos en que los personajes salen del universo de la acción y siguen demostrando quién soy. Esos momentos incluso de relajo, donde se crea el personaje cuando está en calma. De ahí nace mi admiración a los actores, a cómo han construído ese universo. Y yo siempre puedo escribir lo que quiera. Siempre puedo inventar. Ellos trabajan con un sistema de reglas. Y gracias a ello disfruto mucho lo que están creando ahora. Es un tributo al talento de los actores y sus habilidades. —Alguna vez dijiste que te interesaba invertir el mito de David y Goliath, ¿qué pasa con esa idea en un momento donde muchos que infligen violencia sobre otros se siente David y están más cerca de Goliath? —Realmente hoy hay en el mundo una tendencia: la gente en la cima, en el poder, quiere pretender que son el maltratado, el héroe descastado. Me gusta la idea con la que empezó Reacher: un Goliath, de tamaño, un gigante, que es bueno. Yo quería hacer de Goliath el bueno, y realmente siento que lo he logrado. El éxito de Reacher me ha sorprendido mucho. De alguna manera esperaba que fuera un éxito, pero no que fuera un fenómeno. Me ha sorprendido su migración a la cultura general. Es mencionado en diferentes lugares. Por ejemplo, en Nueva Zelanda, en debates parlamentarios han citado a Jack Reacher. Han pasado muchos años para que Reacher saliera de los libros y avanzara a la cultura. Verlo siendo referencia en la cultura popular, desde la expresión, por ejemplo, “este auto es el Jack Reacher de los autos” o “esa persona se hace el Jack Reacher”. Es algo que me pone muy contento, pero que por ejemplo no estaba esperando. —¿Qué te fascina de la idea de contar una historia? —Es una pregunta muy profunda. ¿Por qué contamos historias? ¿De dónde sale esa necesidad? No hay una razón evolutiva para contar historias. Pero de alguna forma fueron vitales para nuestra supervivencia. Quiero decir, todo lo que ha sobrevivido al paso del tiempo es algo que ha sido crucial a nuestra existencia actual. Entonces ¿qué hay en las historias? Nos ayudaron a sobrevivir, a que mañana fuera posible estemos aquí. Las historias inspiran, nos dan poder, hasta el punto de consolarlos, de darnos valor, forman una parte vital de nuestro cerebro. Las historias no podrían existir si no hubieran sido útiles de alguna forma. ¿De qué forma han dado protección? Es algo que me gustaría realmente entender, viajar en el tiempo y ver cómo eso se configuró de una forma que hoy no podemos concebir el mundo sin historias. —¿Por qué casi siempre elegís situar a Reacher en estos pueblos pequeños, algo que vive en la serie, y hacer de ellos el escenario de una conspiración? —En Estados Unidos hay muchos pueblos que crecieron hace más de un siglo. Luego, con la construcción de las autopistas en los años 50, algunos quedaron aislados. Son lugares donde la comisaría más cercana puede estar a cientos de kilómetros, lo que permite que se oculten secretos. En Europa, que es mucho más densa en población, eso es imposible. Todo el mundo conoce los asuntos de los demás. Pero en estos pueblos, es totalmente creíble que haya cosas ocurriendo fuera del radar del resto del mundo. Hay una regla en la escritura que dice que el final debe ser tanto inesperado como inevitable. Ese es el truco. Tiene que ser lógico, plausible, algo que el lector pueda aceptar como posible, pero que no vea venir. Yo no sigo un plan cuando escribo, simplemente avanzo y veo qué pasa. Si el lector se sorprende, es porque yo también me sorprendí. —Las adaptaciones al cine o la televisión pueden ser un éxito o un fracaso. ¿Qué creés que hace que esta serie original de Prime Video sea una gran versión de tus novelas? —Es un proyecto enorme, con cientos de personas trabajando en él. Pero, en el fondo, todos son fanáticos de los libros. Lo hacen porque aman las historias y su instinto es respetarlas al máximo. No quieren desviarse demasiado, buscan trasladar la mayor parte posible del libro a la pantalla, porque es lo que los motiva. —¿Alguna vez tuvieron que descartar algo de los libros porque no funcionaba en la serie? —Todo el tiempo. Es algo curioso porque, para mantener la esencia del libro en pantalla, muchas cosas tienen que cambiar. Pasamos del mundo de la imaginación al mundo físico. Cuando escribo, todo está en mi cabeza y cuando alguien lee, lo imagina a su manera. Pero al llevarlo a la pantalla, se convierte en algo tangible, con actores en escenarios reales. Algunas cosas no son viables y tenemos que buscar soluciones, pero lo importante es que la sensación general se mantenga. Si lo hacemos bien, los lectores no notan los cambios. Hay limitaciones prácticas. Por ejemplo, en 61 Hours, la historia transcurre en un paisaje cubierto de nieve virgen. En el libro, esa imagen funciona, pero en la realidad, filmar en la nieve es complicado porque cualquier movimiento deja huellas. También hay escenas en ciudades llenas de gente que son difíciles de rodar, así que hay que buscar alternativas. Pero en general, me gusta ambientar mis historias en lugares solitarios y abiertos, lo que facilita la producción.

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