La neurofisióloga Anjana López Delgado, miembro del Grupo de Trabajo de Insomnio de la Sociedad Española del Sueño (SES) imparte charlas divulgativas en institutos. Cuando menciona las mioclonías hipnagógicas, los estudiantes aseguran: “Yo eso no lo he tenido nunca”. Pero, cuando termina de explicar lo que es, todos se apresuran a decir: “¡Eso me pasa a mí!”.
La especialista reconoce que la denominación mioclonías hipnagógicas o hípnicas evoca un trastorno complejo o grave. No es así en absoluto, sino que es un fenómeno absolutamente normal, fisiológico, que casi todas las personas experimentan en algún momento.
Se trata de sacudidas del sueño o espasmos que se producen generalmente cuando nos estamos quedando dormidos y nos impulsan a dar una patada. “Es una sacudida muscular breve que puede afectar a una pierna, a un brazo, al tronco, a la cabeza…”, indica Celia García Malo, coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Pueden darse en los dos lados del cuerpo o en uno solo.
Estas sacudidas “se acompañan de esa sensación de caer al vacío, como un sobresalto, y te despiertan, pero puedes volver a coger el sueño con normalidad y no es un trastorno”, añade García. Hay gente que, incluso, “da un grito, y eso también es normal”, apostilla López.
Por qué se producen los espasmos musculares al dormir
La causa de estas sacudidas o mioclonías hipnagógicas sigue siendo un misterio. “Creemos que se debe a una activación de las neuronas motoras de la médula espinal, pero realmente es un mecanismo desconocido”, explica la neurofisióloga.
Es algo que sucede tanto en hombres como en mujeres y a cualquier edad. Por lo tanto, no hay un perfil de personas más propensas a sufrir este fenómeno, aunque hay estudios que sugieren que se produce con mayor frecuencia en quienes llevan varios días sin dormir de forma adecuada o están atravesando un momento de su vida con mayor estrés.
Cuándo consultar al médico
Lo habitual es tener estos espasmos de forma puntual, una vez al mes, o incluso cada semana. Pero hay personas que experimentan un exceso de mioclonías en las primeras fases del sueño. “Cada vez que intentan quedarse dormidas les da una mioclonía”, expone García. “Eso les provoca insomnio y bastante ansiedad, así como rechazo al momento de irse a dormir porque es muy desagradable”, agrega. Al final, su sueño se ve afectado y en no pocas ocasiones también el de su pareja, que se despierta con la sacudida.
En esos casos en los que se producen espasmos todos los días y de forma continua es cuando se aconseja acudir al médico. “Generalmente hacemos una exploración neurológica para detectar si puede haber algún problema en la transmisión de información a nivel de la médula espinal”, indica García. A veces también se hace “un estudio del sueño cuando se considera necesario confirmar que se trata de eso y no de algún tipo de espasmo de otra naturaleza, como por ejemplo convulsiones, es decir, sacudidas que tienen más que ver con causas epilépticas”.
Si en esa evaluación neurológica -que a veces puede acompañarse de alguna prueba de imagen, como una resonancia magnética- no se encuentra nada, “las mioclonías excesivas durante el sueño se pueden tratar con medicación”, señala la neuróloga. En general, se usan benzodiacepinas y, en particular, se suele optar por el clonazepam. “Lo habitual es que las sacudidas desaparezcan después de un ciclo de tratamiento y, si posteriormente el paciente tiene una crisis de empeoramiento, se puede hacer otro ciclo”.
El objetivo es romper el bucle de privación de sueño-mioclonías. “He tenido pacientes con pánico al momento de intentar dormir, incluso la siesta”, comenta la representante de la SEN.
Son muy excepcionales los casos en los que las pruebas médicas revelan la existencia de un problema estructural u orgánico, como una hernia cervical que comprime la médula espinal o una esclerosis múltiple.
Consejos para evitar las sacudidas durante el sueño
Estas son las pautas básicas para prevenir o reducir la frecuencia de las mioclonías hipnagógicas en las personas que más las sufren:
Evitar la privación de sueño, es decir, dormir el número de horas necesarias en función de la edad.
Intentar llevar horarios de sueño regulares, yéndose a dormir y levantándose a la misma hora aproximada.
Reducir el consumo de estimulantes (cafeína, nicotina, alcohol), especialmente a partir de media tarde.