19 abril, 2025

Ángela Quintas, nutricionista: “Estos son los 5 tips para disfrutar de los dulces de Semana Santa y evitar digestiones pesadas”


Torrijas, buñuelos de viento, bartolillos, pestiños, roscos fritos, monas de Pascua…Las estanterías de las pastelerías lucen ya desde hace días algunos de los dulces más representativos de la Semana Santa, cada uno con su historia, su forma de preparación y, por supuesto, su impacto nutricional.
En general, son todos dulces energéticos, con alto contenido en hidratos de carbono y azúcares simples, según explica Ángela Quintas, química clínica y experta en nutrición, autora del libro De la boca a tu salud (Planeta). La mayoría están fritos y contienen grasas, algunas de ellas saturadas. Aun así, también aportan proteínas gracias al uso de huevo y leche, en algunos casos, y su perfil puede mejorar mucho “si los preparamos en casa, eligiendo el tipo de aceite, reduciendo el azúcar o evitando la fritura”. 

Los dulces más populares de Semana Santa

Quintas recuerda algunos de los dulces más representativos de Semana Santa para analizar su perfil nutricional y saber cómo se comportan en el organismo.

Torrijas

Uno de los dulces más representativos. Se elaboran con rebanadas de pan empapadas en leche (a veces con canela o limón), rebozadas en huevo y luego fritas o al horno. Se espolvorean con azúcar y, en muchas casas, se bañan en miel o almíbar.

Mona de Pascua

Típica de varias comunidades y adoptada por otras en diversas versiones. Es una masa de tipo brioche (harina, huevo, azúcar, levadura y mantequilla) que puede decorarse con huevos cocidos o figuras de chocolate. Algunas versiones modernas incluyen también nata o crema.

Buñuelos de viento

Ligeros y esponjosos, se preparan con una masa de harina, huevo, mantequilla y leche, que se fríe y a menudo se rellena de nata, crema o chocolate. Luego se espolvorean con azúcar.

Pestiños

Dulce andaluz por excelencia, con masa de harina, vino, aceite de oliva y anís. Se fríen en abundante aceite y se rebozan en azúcar o miel.
Antonio Palomo Jara, maestro pastelero artesano en Pastelería Luzón, uno de los obradores más antiguos de Madrid, destaca que la masa de los pestiños y de los bartolillos es la misma, a base de harina extra de fuerza, en su caso manteca de cerdo, vino blanco, azúcar y un toque mínimo de sal, con el tiempo de reposo y estabilización adecuado, y mucho trabajo en máquina para lograr el punto óptimo del hojaldre. 
En el caso de los bartolillos, se rellenan finalmente con crema pastelera, elaborada con leche, yema de huevo y azúcar, además de canela, ralladura de limón y de naranja. Una de las claves en este tipo de productos, explica este experto, es partir de una temperatura fría cuando se trabajan los líquidos y después proceder a cocerlos “para así extraer todas sus propiedades y todos los sabores”.

Roscos fritos

Rosquillas aromáticas, hechas con harina, huevo, azúcar y ralladura de limón o naranja. Se fríen y se espolvorean con azúcar.
Cuando consumimos uno de estos dulces típicos, se produce una rápida entrada de glucosa en sangre, lo que genera un pico de insulina: una respuesta del organismo para regular ese exceso de azúcar. Si el dulce carece de fibra o proteína, ese pico se convierte en una bajada brusca, provocando hambre repentina, fatiga o antojos poco tiempo después. 
Además, la presencia de grasas saturadas y la fritura hacen que la digestión sea más lenta y pesada, lo que puede alterar el equilibrio de la microbiota intestinal. Y si este tipo de alimentos se consume de forma habitual, el cuerpo puede acabar acumulando más grasa, aparecer síntomas de fatiga y desequilibrios como la disbiosis intestinal, que afecta tanto al sistema digestivo como al bienestar general.

El equilibrio como clave

No obstante, Quintas deja claro que “ningún dulce de calidad va a perjudicar tu salud por comerlo de forma ocasional. Lo importante no es lo que haces un día, sino lo que haces el conjunto de los días del año”.
Antonio Palomo Jara destaca la importancia de apostar por dulces de calidad, “como una excusa para reunirse, disfrutar y saborearlos sin ansiedad, valorando el producto que se está tomando”. 
En la misma línea insiste Quintas quien destaca que los dulces forman parte de “nuestra cultura, nuestras memorias y nuestras celebraciones. El verdadero problema no está en comerte una torrija o un pestiño en Semana Santa, sino en que los dulces formen parte habitual de tu dieta diaria”.

Recomendaciones para su consumo

Y ofrece una serie de recomendaciones para disfrutar de los dulces de Semana Santa sin sobrecargar el sistema digestivo:
Comer el dulce como protagonista, no tras una comida pesada.
 
Evitar la combinación explosiva: dulce + alcohol + fritura.
 
Acompañar con fibra y proteína.
 
Moverse después de comer: un paseo ayuda a estabilizar la glucemia.
 
Escuchar al cuerpo: si te sientes hinchado o con antojos, tu microbiota te está hablando.

Fuente

Comparte esta noticia:

Otras noticias:

Noticias relacionadas