Cuando buscamos comer sano y equilibrado la mayoría de las veces pensamos sólo en los alimentos que consumimos y no tenemos en cuenta otros factores que pueden influir en cómo nos sentimos y en la ganancia de peso. Es el caso del orden en el que nos los comemos. Y es que, no es lo mismo empezar por una verdura que por un hidrato de carbono, por ejemplo. Todo tiene un efecto en la salud y en nuestro organismo. Como explica Pablo Ojeda, nutricionista, “hay veces en las que cuidamos la alimentación pero, aun así, seguimos hinchados o inflamados sin saber muy bien por qué”. Esto es porque “no sólo lo que comemos importa sino también el cómo lo comemos”.
Muchas personas, explica, “se enfocan en comer alimentos sanos”, huyendo de los ultraprocesados y del azúcar, pero “no se fijan en el orden en el que los comen”. Pocos saben que “la forma en la que los comemos puede cambiar el cómo nos sentimos y el cómo responde su cuerpo a esos alimentos”.
Empezar por una ensalada
El orden con el que se ingieren los alimentos influye en la sensación de saciedad que se obtiene con ellos. Si tenemos hambre al poco tiempo de terminar la comida, acabaremos comiendo más y, a la postre, ganando peso. Por el contrario, si conseguimos saciarnos de forma duradera, controlaremos nuestro apetito, comeremos menos y conseguiremos adelgazar o mantener nuestro peso, según las necesidades de cada persona.
Para evitar la rápida reaparición del hambre, es mejor comer aquellos nutrientes que permiten regular la cantidad de glucosa en sangre. Entre ellos destacan la fibra. Comer primero unas lentejas, una ensalada o cualquier tipo de verdura cocinada hace que el estómago empiece a procesar esos compuestos alimentarios y no sea tan rápido a la hora de liberar componentes que puedan dar energía al cuerpo.
A modo de ejemplo, señala Ojeda: “Empezar por los hidratos de carbono hace que la glucosa en sangre aumente y que corras el riesgo de comer más y de engordar o sentirte más hinchado”. Sin embargo, si en lugar de empezar por los hidratos empezamos por una verdura, como una ensalada, o una proteína, “ese pico se reduce” lo que ayudará a “bajar la grasa abdominal con más facilidad”. No se trata, recuerda, “de comer menos, sino de hacerlo mejor”.
Así, si tu almuerzo está compuesto por ensalada, carne, arroz o boniato, “lo ideal es empezar por la lechuga, seguir por el pollo y terminar por el arroz o el boniato”. De esta forma, “el impacto en la glucosa será menor que si lo haces al revés y lograrás reducir la inflamación”. Además, esto influye en los antojos, “tendrás menos y tendrás más energía y menos grasa”.
Otro consejo que da Ojeda es incluir grasas saludables a lo largo del día como unos frutos secos, sin tostar y sin sal, en crudo, “como las nueces, comer aguacate o productos fermentados como los encurtidos o el kéfir”, que “mejoran la digestión, tus bacterias intestinales y te ayudan a controlar mejor los niveles de azúcar”.