29 abril, 2025

Cirugía del cáncer de páncreas: ¿por qué es tan compleja?


El cáncer de páncreas es uno de los más temidos porque, cuando se compara con otros tumores, sus cifras de supervivencia global no son muy elevadas. Sin embargo, eso no quiere decir que no se pueda hacer nada frente a él; todo lo contrario. Existen diversas opciones terapéuticas, como la cirugía, que es cierto que resulta muy compleja, aunque es precisamente esa dificultad la que ha llevado al desarrollo de técnicas muy precisas adaptadas a los distintos tipos de tumores.
El páncreas es un órgano del que nadie se acuerda en condiciones normales y, de hecho, se podría creer que tiene un papel no esencial y se puede prescindir de él. Pero cuando empieza a funcionar mal queda patente que su misión es crucial y es imprescindible hacer todo lo posible para que siga cumpliendo sus funciones.

Funciones esenciales del páncreas

La situación del páncreas es estratégica: se encuentra en el abdomen, detrás del estómago y rodeado de muchos órganos: hígado, vesícula biliar, intestino delgado, intestino grueso… Según explicó María Salvadores, residente del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid), en una jornada informativa dirigida a pacientes que organizó este centro en colaboración con la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), “al estar rodeado de tantos órganos y tener una irrigación sanguínea tan significativa -con vasos sanguíneos muy importantes- con frecuencia las cirugías son complejas y en muchos casos no son posibles”. 
Este órgano tiene dos funciones principales:
Función exocrina, que consiste en la producción de enzimas que se liberan al tubo digestivo y participan en la absorción de las grasas y las proteínas.
 
Función endocrina, que es la producción de hormonas, principalmente la insulina y el glucagón, que se encargan de regular la concentración de azúcar en la sangre.
El páncreas tiene tres partes: la cabeza, el cuerpo y la cola.  “La localización que tiene, profunda en el abdomen, hace que muchas veces dé unos síntomas que son inespecíficos y también puede debutar sin síntomas, lo que puede conllevar retrasos en el diagnóstico”, resaltó Salvadores.
Los principales tratamientos son la quimioterapia y la cirugía, pero también se están desarrollando cada vez más nuevas terapias -sobre todo, los denominados tratamientos dirigidos. “La radioterapia en el cáncer de páncreas tiene un papel muy residual”, precisó la médica.

Tipos de cáncer de páncreas

Según expuso Montiel Jiménez, especialista en cirugía hepatobiliar de la Fundación Jiménez Díaz, “puesto que el páncreas tiene distintos tipos de células, pueden aparecer distintos tipos de tumores”. Los más conocidos, “y que tienen muy mala prensa, pero que se tratan, e incluso se pueden curar”, son los adenocarcinomas, que representan aproximadamente el 75% de todos los casos y suelen originarse en la parte exocrina de este órgano. 
“Hay otros tumores que aparecen en el páncreas, pero en realidad son de sus vecinos, que son los desagües procedentes del hígado que lo cruzan”, añadió Jiménez.
Otro tipo lo conforman los tumores neuroendocrinos, que afectan a las células productoras de hormonas.
“Algunos de estos tumores aparecen solamente en la cabeza del páncreas, como el colangiocarcinoma, y otros en el cuerpo, la cola o en varios sitios”, según la cirujana. “Pueden aparecer en cualquier sitio de este órgano”.

Cirugía según la localización del tumor

Todo lo anterior es importante porque la cirugía es totalmente distinta en función del lugar del páncreas en el que se encuentre el tumor.  “Además, hay que tener en cuenta que el páncreas no está solo o flotando, sino que está atravesado por unos vasos sanguíneos que son bastante importantes”, subrayó Jiménez. Algunos de ellos son muy conocidos, como la aorta y la cava, pero hay otros igualmente relevantes, como los vasos mesentéricos, que irrigan todo el intestino. 

Tumores de la cabeza del páncreas

En palabras de Jiménez, cuando el tumor está en la cabeza del páncreas, “técnicamente es un poco más desafiante porque por ahí pasan unos vasos que son importantes y hay que respetarlos”. Y también porque “tenemos unos cuantos desagües que hay que respetar o sustituir”. 
Cuando se efectúa una cirugía de Whipple o duodenopancreatectomía cefálica, que significa quitar la cabeza del páncreas, es preciso quitar el final del estómago, el duodeno entero, la cabeza del páncreas y el desagüe del hígado. “Y luego tenemos que ser cuidadosos al reconstruirlo”, apuntó Jiménez. “El paciente tiene que seguir comiendo aunque le hayamos quitado un trozo del estómago; el hígado y el páncreas tienen que seguir desaguando y hacemos nuevas salidas a esas zonas”. En definitiva, “es un trabajo de fontanería”.

Tumores en el cuerpo o la cola del páncreas

Cuando el tumor está en el cuerpo o en la cola del páncreas, se puede quitar de una forma relativamente más fácil que la cabeza. Además, en estos casos, excepto cuando se trata de tumores neuroendocrinos, “casi siempre tenemos que quitar al vecino, que es el bazo, ya que está muy pegado al páncreas”. Por suerte, se puede vivir sin bazo porque existen vacunas que suplen su función. “De todos modos, esta cirugía tampoco está exenta de complicaciones”.
Estas intervenciones se pueden llevar a cabo de distintas formas: cirugía abierta, por laparoscopia (con incisiones pequeñas) y, en ocasiones, con robot. “Dependerá de dónde esté el tumor, cómo esté de extendido, qué raíces hay que quitar, cuál sea su ‘nombre y apellidos’, el estado general del paciente…”, aclaró Jiménez.

Principales complicaciones tras la operación

Las complicaciones que pueden surgir tras la cirugía dependerán del tipo de tumor y su localización, así como del procedimiento que se lleve a cabo y, muy especialmente, del estado y la edad del paciente. Las complicaciones más frecuentes son las siguientes:
Sangrado debido a que se pueden ver afectados vasos muy importantes, por lo que puede ser necesaria una transfusión de sangre o incluso tener que reintervenir.
Pueden producirse lo que Jiménez denomina “pequeñas fugas” porque, “como hay que hacer nuevas salidas, cosemos y pegamos, pero eso tiene que cicatrizar”. Por esta razón, los pacientes salen del quirófano con unos drenajes que sirven de chivatos para saber cómo está siendo la cicatrización interna, pero también de tratamiento.
 
En ocasiones, el estómago se vuelve “perezoso” y se produce lo que se denomina gastroparesia “porque tiene que aprender a volver a empujar hacia abajo por otro camino y eso a veces cuesta incluso semanas o meses”.
 
Cuando se opera el cuerpo y la cola del páncreas, la principal complicación es la fuga de líquido, que se conoce como fístula y tiene solución.

Cómo prepararse para la cirugía de páncreas

La cirujana de la Fundación Jiménez Díaz considera fundamental que el paciente “tome las riendas de su enfermedad”, lo que en el caso de la cirugía se traduce en hacer lo posible para llegar en buenas condiciones al quirófano, con el fin de conseguir un mejor resultado con menos complicaciones. Es lo que se conoce como prehabilitación, que se lleva a cabo con la ayuda de los profesionales sanitarios y se apoya básicamente en la nutrición, así como en la práctica de ejercicio físico. 
“Puede ser que el paciente fume, no tenga masa muscular, haya perdido mucho peso…”, enumera Jiménez. “Es necesario recuperar la estructura y las reservas del cuerpo antes de ir a quirófano porque las cirugías pueden ser muy agresivas”. 
Además, considera igualmente esencial “la preparación mental”. Una pregunta que formulan con frecuencia los pacientes es si van a poder recuperarse después de la intervención quirúrgica del cáncer de páncreas. La cirujana les responde siempre lo mismo: “Sí”. No obstante, les aclara que no siempre va a ser fácil, pero van a estar acompañados. “Tu vida va a cambiar, es un punto de inflexión y tienes que aprender a vivir con ello, pero puedes recuperar una vida plena, con calidad de vida y haciendo cosas normales”.

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