El agua ionizada se ha puesto de moda como complemento entre quienes practican ejercicio físico y, especialmente, entre los influencers deportistas, que aseguran que contribuye a mejorar el rendimiento deportivo.
Entre otras proclamas saludables, indican que tiene un alto contenido en minerales y que contribuye a la recuperación muscular después de la actividad física.
Además, los fabricantes de este tipo de aguas, que se venden como alcalinas, ionizadas o alcalinas ionizadas, entre otras denominaciones, afirman que favorecen la salud del tracto digestivo, al reducir el estreñimiento, la diarrea, la acidez gástrica y la dispepsia, así como otros problemas. Además, aluden a la existencia de estudios que recogen estos supuestos beneficios.
La realidad es que nada de todo esto está realmente demostrado. El nutricionista deportivo Luis Frechoso, vicesecretario del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas y presidente del Colegio de Dietistas-Nutricionistas del Principado de Asturias (CoDiNuPA), se muestra rotundo sobre los efectos del agua ionizada: “Más allá de que esté de moda por parte de empresas o famosos, a día de hoy no hay evidencia científica al respecto que explique o demuestre sus características y/o supuestos beneficios”.
Cómo debe ser la hidratación deportiva
El nutricionista resalta que sí hay consenso sobre la importancia de la hidratación en los deportistas. “Tener una buena hidratación es vital para mantener un estado de atención óptimo y evitar una caída del rendimiento y la fatiga”, resalta, y advierte que “por encima de un 2% de deshidratación ya se pueden producir estos problemas”.
Respecto a cómo lograr esa hidratación óptima, precisa que no suele ser necesario recurrir a ningún tipo de bebida especial. “Por norma general, el principal líquido de bebida ha de ser el agua y no se ha de esperar a sentir el reflejo de la sed para hidratarse”. En este sentido, apunto que un buen truco para discernir si existe riesgo de deshidratación “es atender al color de la orina: si es muy amarilla se debe beber más”.
La cantidad de líquido que hay que beber se debe determinar “de forma personalizada, en función del deporte, momento de la temporada, competición…”.
En situaciones de mayor duración e intensidad del entrenamiento o la competición, así como cuándo la práctica deportiva se realiza en un clima especialmente cálido, “se puede incorporar alguna bebida deportiva que permita mantener los niveles de glucosa al mismo tiempo que repone los electrolitos perdidos a través del sudor o cuyas necesidades se vean aumentadas por la práctica del ejercicio”. Así, prosigue el experto, “en función de las condiciones externas o condiciones ambientales, tipo de deporte, duración, intensidad, etc. puede ser interesante incorporar bebidas con azúcares y electrolitos que ayuden a mantener el entrenamiento, competición o práctica deportiva”.
Bebidas hipotónicas, isotónicas e hipertónicas
Las bebidas deportivas que se utilizan de cara a la hidratación deportiva pueden clasificarse en tres tipos: hipotónicas, isotónicas e hipertónicas. Tienen distinta cantidad de minerales e hidratos de carbono y cumplen funciones distintas. Las primeras tienen una cantidad de minerales inferior a la de la sangre, en las isotónicas es igual y, en las hipertónicas, superior. La cantidad de sodio e hidratos de carbono también es superior en las últimas.
La idea es consumir las hipotónicas antes del entrenamiento y, cuando se trata de un ejercicio moderado, también después. Las isotónicas son de asimilación rápida y se emplean para la reposición de líquidos y electrolitos (sobre todo, cloro y sodio) y energía (glucosa). Retrasan la fatiga, evitan lesiones por calambres, mejoran el rendimiento y aceleran la recuperación. Finalmente, las hipertónicas no cumplen una función de hidratación, pero son muy útiles después de un entrenamiento o competición de larga duración o de resistencia porque ayudan a optimizar la recuperación energética y de electrolitos.