La Unión Europea ha emitido una alerta sanitaria por el alto nivel de mercurio en lomos de atún aleta amarilla descongelados y marinados procedentes de España. Los análisis realizados detectaron una concentración de mercurio de 1,7 ± 0,4 mg/kg, superando el límite máximo permitido por la normativa europea para este tipo de pescado, que es de 1,0 mg/kg.
En base a esto, ¿qué debemos saber sobre el mercurio? ¿qué efectos puede tener en la salud? El mercurio es un metal pesado cuyo consumo en exceso y a largo plazo puede ser perjudicial para la salud. Como informan los autores del documento Recomendaciones de consumo seguro de pescado y marisco, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AESAN), este metal “puede sufrir complejas transformaciones en el medio ambiente que hacen que se libere al medio ambiente y se deposite en la superficie terrestre y acuática”, informan los autores del documento . En el agua, la acción de las bacterias o fitoplancton transforma el mercurio en metilmercurio (es decir, metila el mercurio), que es la forma más tóxica del mercurio y que es liposoluble, es decir, es soluble y se acumula en el tejido graso de los animales (terrestres y marinos) y de las personas.
Los peces pequeños ingieren el metilmercurio presente en el agua, y a su vez, los peces grandes se comen a los peces pequeños, acumulando el metilmercurio en sus tejidos grasos. De este modo, son los peces grandes (como el atún rojo, el tiburón, el pez espada, el lucio…) los que acumulan más en su organismo a lo largo de toda su vida y esta es la razón por la que los crustáceos, los peces y los mamíferos marinos, depredadores de mayor tamaño y edad son los que mayor concentración de metilmercurio acumulan.
Para Nicolás Olea, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), el mercurio es el metal pesado que más debería preocupar a la población de España y, en general, del sur de Europa, donde se consume mucho pescado. “La exposición al mercurio se debe al consumo de determinadas especies de pescado de mayor tamaño que son las que tienen cantidades más altas. Por lo tanto, sustituir el consumo de estas especies por otras de pescado azul con un contenido de mercurio mucho menor, como las sardinas o los boquerones, reduciría la exposición a este metal”, recomienda Olmedo.
Mujer embarazada (Foto de Ignacio Campo en Unsplash)
Riesgos para la salud
La toxicidad del mercurio, en altas dosis a largo plazo, depende de su forma química, el tipo y la dosis de exposición, así como de la edad del consumidor. Y es que, los efectos nocivos para la salud se producen sobre todo en niños y en embarazadas, de ahí que se restrinja su consumo. Como indica Eduard Baladia, coordinador del Área de Gestión del Conocimiento Científico y del Centro de Análisis de la evidencia Científica de la Academia Española de Nutrición y Dietética, “la ingesta excesiva de mercurio puede tener efectos negativos en la salud de los más pequeños.
“Estos daños son especialmente graves en el sistema nervioso central en desarrollo. Esto puede ocurrir por exposición directa a través del consumo de ciertos alimentos, o indirectamente, ya que el mercurio puede atravesar la placenta y estar presente en la leche materna”.
En cuanto a los efectos, desde la AESAN señalan que:
El metilmercurio afecta al sistema nervioso central en desarrollo y, al ser lipofílico, se absorbe más rápida y ampliamente que el mercurio inorgánico, teniendo más facilidad para atravesar la placenta y la barrera hematoencefálica. Por eso, los niños más pequeños y el feto durante el embarazo, son los grupos más sensibles. También se han observado efectos sobre la ganancia de peso corporal, la función locomotora y la función auditiva.
El mercurio inorgánico afecta principalmente al riñón, aunque también puede afectar a otros órganos como el hígado, el sistema nervioso, el sistema inmune, el sistema reproductor y del desarrollo, pero a dosis mayores que el metilmercurio.
Mercurio e intoxicación
Los casos de intoxicaciones por metales pesados a lo largo de la historia han estado casi siempre vinculados con ingestas accidentales (envenenamientos) y por la exposición profesional, sobre todo en actividades mineras. Aunque es importante minimizar nuestra exposición, no tenemos por qué alarmarnos. Así lo confirma Pablo Olmedo, profesor de Toxicología en la Universidad de Granada, quien señala que “detectar metales en muestras biológicas como sangre, orina o leche materna entra dentro de lo normal, pues en la naturaleza estamos en contacto con estos metales”.
Sin embargo, su detección en este tipo de muestras no quiere decir necesariamente que haya una intoxicación. “Todos estamos expuestos a diario a metales pesados a través de los alimentos, el agua o el aire, pero en dosis pequeñas. Los efectos de la exposición a dosis bajas, si los hubiera, serían a largo plazo y suelen ser muy sutiles”, indica el científico.
Pescados con alto y bajo contenido en mercurio
Desde la AESAN recuerdan que las especies con más contenido en mercurio son:
Pez espada/emperador
Atún rojo (Thunnus thynnus),
Tiburón (cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera)
Lucio.
Por contra, los que tienen bajo contenido en mercurio son: