Los alimentos ultraprocesados son aquellos que han sido modificados con el fin de mejorar la textura, el sabor u otras características, o bien para alargar su vida útil. Para ello, son sometidos a procesamientos complejos, que implican añadir una larga lista de ingredientes, algunos de los cuales pueden ser muy perjudiciales para la salud.
Estos productos también se pueden definir por lo que no son: ni frescos, ni identificables, al contrario que los no procesados o mínimamente procesados, como las frutas, las verduras, las legumbres o los huevos.
Junto a una larga lista de conservantes, saborizantes y otros aditivos, los ultraprocesados se caracterizan por ser ricos en componentes poco recomendables, como harinas refinadas, azúcar y grasas no saludables. Conviene diferenciar estas últimas, entre las que se encuentra, por ejemplo, el aceite de palma, de las grasas saludables, como puede ser el aceite de oliva, tal y como ha indicado a CuídatePlus Claudia Gras, miembro de la comisión de Nutrición Comunitaria del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (CODiNuCoVa).
Ejemplos de alimentos ultraprocesados
La lista de alimentos ultraprocesados es muy extensa y no dejan de salir al mercado productos nuevos. Estos son algunos ejemplos:
Bollería.
Snack salados (patatas fritas, ganchitos…).
Chucherías.
Refrescos y zumos envasados.
Alimentos precocinados muy elaborados.
Galletas.
Embutidos.
Carnes procesadas, como las salchichas o las hamburguesas.
Cereales de desayuno azucarados.
Nuggets de pollo.
Efectos de los ultraprocesados en el organismo
La dietista-nutricionista asegura que cada vez son más los estudios que reflejan los efectos nocivos del consumo excesivo de ultraprocesados en el organismo.
Alteración de la microbiota
Los ultraprocesados con muchos edulcorantes, conservantes y otros aditivos pueden alterar la microbiota intestinal, lo que aumenta el riesgo de sufrir patologías digestivas.
Déficit de atención e hiperactividad
“Hay estudios que demuestran que los alimentos con un alto contenido en edulcorantes y aditivos promueven la hiperactividad y el déficit de atención”, señala Gras.
Riesgo de demencia
Los ultraprocesados promueven la inflamación y el estrés oxidativo. Este proceso de desgaste celular se relaciona con un aumento a largo plazo del riesgo de demencia.
Desregulaciones hormonales
El consumo frecuente y abundante de alimentos ultraprocesados se ha vinculado con distintos problemas de salud en los que las hormonas juegan un papel importante, como el síndrome de ovario poliquístico, el hipotiroidismo y la diabetes.
Sobrepeso y obesidad
Dado que se trata, generalmente, de alimentos muy calóricos, su ingesta promueve el sobrepeso y la obesidad.
Enfermedad cardiovascular
La obesidad que fomentan los ultraprocesados está muy asociada a un aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Según Gras, promueven especialmente “la obesidad más centralizada”. Aumentan las probabilidades de tener aterosclerosis, así como otras enfermedades relacionadas con un aumento de la grasa corporal, como hígado graso no alcohólico.
Cáncer
El consumo recurrente de productos ultraprocesados también se ha relacionado con una mayor frecuencia de ciertos tipos de cáncer, como el colorrectal.
Qué se considera consumo excesivo
La nutricionista apunta que es conveniente limitar al máximo el consumo de alimentos ultraprocesados, pero no hay por qué renunciar a ellos completamente. “De vez en cuando no pasa nada”, asevera. Una ingesta diaria queda descartada pero, a partir de ahí, es difícil precisar la frecuencia que se puede considerar excesiva.
Según Gras, “la alimentación tiene también una función social, emocional, psicológica, de disfrute y reunión con la familia…”. La clave está en asociar alimentos como la bollería, el turrón o los snacks salados a ocasiones especiales, como las celebraciones, y no a la rutina diaria.
Asimismo, Gras subraya la necesidad de “individualizar” el consejo nutricional sobre los ultraprocesados. “No será el mismo si se trata de una persona con obesidad o enfermedad cardiovascular que alguien muy deportista o con una vida muy activa”. En los individuos con algún trastorno de la conducta alimentaria, “incluir algún producto de este tipo puede ayudar a perder el miedo a la comida”.
En cuanto a las chucherías, precisa que los niños pueden consumirlas de forma muy puntual pero “no deben ser consideradas un premio”.