Viajamos para escapar de la rutina y el estrés del día a día pero, paradójicamente, a veces sufrimos más nerviosismo, o incluso ansiedad, cuando salimos de vacaciones. Hacer la maleta, no perder el avión o el tren, estar pendientes del tiempo que va a hacer, procurar no perderse nada porque no sabemos cuándo volveremos a visitar esa ciudad, pueblo o paisaje… En la mayoría de los casos, se trata de situaciones que pueden controlarse con unas sencillas medidas.
Sin embargo, en casos extremos puede ser lo que se conoce como hodofobia, que según el diccionario médico de la Clínica Universidad de Navarra es “un trastorno psicológico caracterizado por un miedo intenso, persistente e irracional a viajar”. Este temor puede manifestarse en diversas formas, desde el miedo a desplazarse en vehículos específicos, como el avión o el coche, hasta la ansiedad generalizada ante cualquier tipo de viaje. Puede deberse a experiencias traumáticas previas, como accidentes o situaciones especialmente estresantes relacionadas con algún viaje, pero también puede influir la predisposición genética (antecedentes familiares de trastornos de ansiedad o fobias) y factores psicológicos, como miedo a lo desconocido, claustrofobia o agorafobia.
Es necesario acudir a consulta médica o psicológica cuando el miedo a viajar resulta tan paralizante que interfiere de forma significativa en la vida diaria de quien lo sufre, afectando a su trabajo, su tiempo libre o ambas esferas. En el resto de casos, aunque el estrés no llegue al límite, no está de más tomar una serie de medidas y seguir los consejos que ofrecen psicólogos experimentados, como Andrea Trujillo, de Blua de Sanitas.
¿Por qué algunas personas se estresan más con los viajes?
La psicóloga aclara, en primer término, los factores que llevan a que determinadas personas experimenten en mayor medida nerviosismo o ansiedad ante la perspectiva de viajar y durante sus vacaciones. “A algunas personas los viajes les generan mucho estrés porque salen de su zona de control”, indica. “Si alguien es muy perfeccionista, necesita tenerlo todo bajo control o le cuesta adaptarse a los cambios, es normal que le agobie enfrentarse a imprevistos como retrasos, aeropuertos o lugares desconocidos”.
También influye el momento personal, expone Trujillo. “Si una persona ya está saturada por el trabajo, el cuidado de familiares o algún problema emocional, puede percibir un viaje más como una carga que como un descanso”. Asimismo, “si ha tenido malas experiencias previas viajando, eso puede activar el miedo o la ansiedad incluso antes de empezar”.
Consejos para prevenir la ansiedad por los viajes
La psicóloga de Blua de Sanitas ofrece recomendaciones para evitar la ansiedad y el estrés que causan los viajes desde diferentes perspectivas.
Planificar bien el viaje.
“Para las personas que sienten estrés al viajar, lo más importante es preparar el viaje desde la calma, no desde la exigencia”, apunta Trujillo. Planificar con antelación suele ayudar a reducir la incertidumbre, pero es clave hacerlo con cierta flexibilidad. “No es necesario tener todo cronometrado”, subraya. En este sentido, comenta, “dejar margen para los imprevistos y no obsesionarse con que todo salga perfecto puede aliviar mucho la presión”.
Técnicas de relajación
Las técnicas de relajación pueden ser muy útiles y no tienen por qué ser complejas, todo lo contrario. La psicóloga propone “practicar técnicas sencillas como la respiración consciente, escuchar una meditación guiada o hacer una breve pausa para reconectar con el cuerpo, que pueden “ayudar a frenar el bucle de pensamientos negativos cuando aparece la ansiedad”. En definitiva, “saber que uno puede autorregularse da seguridad y autonomía”.
No añadir obligaciones innecesarias
Otro aspecto importante es no intentar “exprimir” el viaje como si fuera una obligación. “Cargar las vacaciones de actividades sin descanso puede generar el efecto contrario al deseado”, señala. Por eso, es fundamental “dejar huecos para descansar, improvisar o simplemente no hacer nada, que también forma parte del disfrute”.
Dar cabida a los imprevistos
Por último, considera fundamental “cambiar la perspectiva”. Aceptar que pueden surgir pequeños contratiempos sin que eso arruine la experiencia es “un paso clave”. Cuando dejamos “de luchar contra el control absoluto, la experiencia de viajar puede volverse más agradable”, concluye.