Hace dos años, Vicky Martín Berrocal confesó que tiene obesidad, un problema con el que siempre ha lidiado pero para el que nunca había puesto solución. Fue hace 5 años cuando dio un paso al frente y decidió cambiar sus hábitos de vida. “Mi problema de sobrepeso hacía que me fatigara muchísimo, me costaba levantarme de la cama o el sofá, a veces me faltaba el aire y por las noches dormía mal. Tener unos kilos de más no es saludable, te puede llevar a sufrir otras enfermedades”, señaló en sus redes sociales tras perder 20 kilos en 3 años. Pesaba 96 kilos.
Y es que, se estima que la obesidad es causa de más de 230 complicaciones crónicas; entre ellas, la diabetes tipo 2, el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. De hecho, como puso de manifiesto Andreea Ciudin, de la Junta Directiva de Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y coordinadora de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Vall d’Hebrón (Barcelona), en una sesión organizada por la en el marco del 32º Congreso Europeo de Obesidad (ECO), “no hay prácticamente ninguna patología cuya evolución no sea desfavorable si se asocia con la obesidad”.
La obesidad es una enfermedad crónica que constituye la puerta de entrada a otras patologías de alto impacto, en cuyo desarrollo se implican numerosas características personales determinadas por factores genéticos y ambientales que hacen imprescindible un abordaje individualizado. Al igual que sucede en otras enfermedades crónicas, “cada persona que vive con obesidad representa un modelo particular de enfermedad que requiere un tratamiento específico y actualizado a los nuevos avances científicos que se producen continuamente en este terreno”, declara Javier Salvador, profesor emérito de Endocrinología de la Universidad de Navarra.
No sólo perder kilos
Y es que, aunque clásicamente se ha afrontado el problema de la obesidad como un reto a superar sólo, o fundamentalmente, con la pérdida de peso, la realidad es que es un problema de salud que va mucho más allá, y no sólo es una cuestión de ‘kilos’.
El objetivo del tratamiento actual de la obesidad no siempre tiene que ser únicamente la pérdida de peso. Y, de hecho, hay aspectos aún poco conocidos y valorados, como el estado emocional, que deben abordarse también y que son claves para la persona que vive con obesidad.
Pero gran parte del éxito en el abordaje de la obesidad radica en abordarla como una enfermedad crónica multifactorial, lo que hace imprescindible la atención sobre las diferentes causas que pueden incidir en la ganancia de peso y donde la evaluación psicológica y el apoyo emocional son fundamentales.
Como resalta Verónica Vázquez Velázquez, psicóloga de la Clínica de Obesidad del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (Ciudad de México), “es fundamental considerar los aspectos emocionales, conductuales, de pensamiento y del ambiente como parte de la evaluación, para brindar una intervención individualizada”.
Por lo tanto, resulta imprescindible la incorporación del apoyo emocional que, en muchos casos, debe dirigirse a superar el daño psicológico que han causado los prejuicios, el estigma y la discriminación hacia las personas que viven con obesidad, “algo que pocas veces se aborda por el desconocimiento del impacto negativo que se puede llegar a causar”, admite esta experta.
El ejercicio es clave
Otro de los pilares básicos para la pérdida de peso en personas con obesidad, además de la alimentación y la motivación, es el ejercicio físico. Es clave para estos pacientes que se muevan aunque no les guste. Como señalaba Martín Berrocal, “a mí no es que no me gustara el ejercicio físico, es que no entendía qué necesidad tenía de pasar una hora de mi día pasando fatiga…”.
El objetivo es ir poco a poco. “Lo más complicado es arrancar (2 ó 3 semanas), después de eso va todo rodado”, explicaba a sus seguidores en redes sociales. “Es un proceso lento pero te sorprenderás de lo feliz que te puede ayudar a ser”. Eso sí, es importante, “tener paciencia, constancia y consciencia”.
Los expertos en obesidad creen que el ejercicio debe ser considerado un pilar fundamental en el tratamiento de la obesidad, ya que contribuye no solo a la pérdida de peso, sino también a la mejora de la composición corporal, la funcionalidad física y la prevención de enfermedades asociadas como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares.
En opinión de los expertos, “el ejercicio debe ser prescrito como un medicamento, con dosis, frecuencia e intensidad adecuadas a cada paciente, garantizando su seguridad y eficacia. Un programa de ejercicio mal diseñado o sin supervisión puede ser ineficaz o incluso perjudicial”.
Beneficios del ejercicio en la obesidad
Como informan desde la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef), el ejercicio adaptado a pacientes con obesidad tiene múltiples beneficios, entre los que destacan:
Mejora de la composición corporal: reduce la grasa corporal, en particular la grasa visceral lo que disminuye la inflamación sistémica y aumenta o preserva la masa muscular.
Mejora metabólica: Ayuda a regular los niveles de glucosa, reduciendo el riesgo de diabetes tipo 2 y mejorando la sensibilidad a la insulina.
Reducción del riesgo cardiovascular: Contribuye al control de la presión arterial, a disminuir los niveles de colesterol y a mejorar la función cardiopulmonar.
Mejora de la movilidad y funcionalidad: Reduce la carga sobre las articulaciones y mejora la capacidad de movimiento, facilitando la realización de actividades cotidianas.
Bienestar psicológico: Disminuye la ansiedad y la depresión, fortaleciendo la autoestima y la motivación para el cambio de hábitos.