12 marzo, 2025

Así serán los próximos medicamentos para la diabetes


La diabetes es una enfermedad crónica que se origina porque el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el cuerpo necesita, la elabora de una calidad inferior o no es capaz de utilizarla con eficacia. La insulina es una hormona cuya principal función es el mantenimiento de unos valores adecuados de glucosa (azúcar). Permite que la glucosa entre en el organismo y sea transportada al interior de las células, en donde se transforma en energía para que funcionen adecuadamente todos los órganos y tejidos. Además, ayuda a que las células almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria.
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En la diabetes tipo 1, el sistema inmunitario del organismo destruye las células que liberan insulina, llegando a eliminar su producción. Sin esta hormona, las células no pueden absorber la glucosa.
En la diabetes tipo 2, el fenómeno principal es la resistencia a la insulina. Lo que sucede es que el páncreas tiene que producir mucha insulina para controlar la glucosa y esto es así porque los tejidos donde se metaboliza la glucosa -fundamentalmente, el músculo y el hígado- son resistentes a su acción. Esto ocurre en etapas precoces. Con el tiempo, esa resistencia a la insulina puede ir disminuyendo y en algunas personas el páncreas acaba fracasando y se pasa a la situación contraria: se produce muy poca insulina.

Tratamiento con insulina

El tratamiento de la diabetes se basa en cuatro pilares básicos: la alimentación, el ejercicio físico, la educación terapéutica y la terapia farmacológica. En este último apartado, la insulina es el fármaco más conocido, pero ni se usa en todos los casos ni es el único medicamento empleado.
“La insulina es imprescindible en las personas con diabetes tipo 1”, resalta la especialista en endocrinología y nutrición Cristina Tejera, autora del libro Afrontar la diabetes (La esfera de los libros, 2025). Otras formas de diabetes, como la tipo 2, no siempre requieren la administración de la hormona.
Actualmente, la mayoría de insulinas se inyectan utilizando plumas o bolígrafos, pero está creciendo el número de usuarios que emplean tecnologías aplicadas en su administración. Por ejemplo, hay plumas inteligentes que, además de administrar la insulina, se comunican con una App móvil mediante bluetooth. La aplicación contiene funciones que ayudan a la persona con diabetes a gestionar mejor su tratamiento, como un registro de la hora de la administración de la insulina.

Bombas de insulina

Las bombas de insulina se utilizan, casi exclusivamente, en los pacientes con diabetes tipo 1.  Son unos dispositivos electrónicos de pequeño tamaño que permiten infundir insulina de forma continua. Constan de un aparato del tamaño de un móvil con un depósito de insulina, un sistema de infusión (catéter) y una aguja.
El objetivo de estos dispositivos es cubrir las necesidades de insulina de una manera más similar a lo que ocurre de forma fisiológica. Cada vez las usan más pacientes, pero hay que cumplir varios requisitos, entre los que cabe destacar la adquisición de una buena educación diabetológica.

Medicamentos clásicos y nuevos

Hoy en día, además de la insulina, se dispone de muchos otros medicamentos para el control de la diabetes. “Hay fármacos clásicos que seguimos utilizando, como la metformina o la pioglitazona, que son muy buenos, como los viejos rockeros”, afirma Tejera. Además, en los últimos tiempo han surgido dos líneas farmacológicas de alta eficacia.
En primer lugar, las incretinas, que reciben este nombre porque son hormonas que se elaboran en el tubo digestivo en respuesta a la ingesta de alimentos. “Lo que hacen es mejorar el funcionamiento de la insulina que se produce en el páncreas”, expone la endocrinóloga. 
En esta familia de fármacos se encuadran los agonistas del receptor de GLP-1 -la famosa semaglutida (Ozempic y Wegovy)-, que se inyecta de forma subcutánea semanalmente. “Aparte de ayudar a controlar la glucosa, también tienen un efecto muy potente para bajar de peso por la acción sobre la disminución del apetito y el retraso del vaciamiento del estómago”.
También están los agonistas duales de GLP-1/GIP, que son dos hormonas, como la tirzepatida (Mounjaro). “Tienen los mismos efectos de los GLP-1, pero aparte incorporan un efecto sobre el tejido adiposo y sobre el hígado que les hace todavía más potentes”, describe la experta.
Otra línea de fármacos son los iSGLT-2, los inhibidores del cotransportador de sodio y glucosa, que, en palabras de Tejera, “tienen un mecanismo súper simple”. Básicamente, “potencian que el riñón elimine más glucosa, lo que logra que no solamente sean buenos para bajar la glucosa, sino que también previenen el desarrollo de insuficiencia cardiaca y protegen los riñones”. 
“Todas estas moléculas han cambiado bastante el panorama”, según Tejera. “Antes solo disponíamos de los fármacos clásicos y, cuando no eran suficientes, había que ir a la insulina”. En cambio, ahora “pasamos por estos fármacos intermedios y, probablemente, muchas personas con diabetes tipo 2 no van a necesitar insulina o se puede hacer solo una insulinización transitoria en el momento del diagnóstico”.

Futuro del tratamiento de la diabetes

La investigación en diabetes es muy intensa en todos los ámbitos farmacológicos. En un futuro no muy lejano se divisan mejoras en las insulinas, los fármacos para el control de la glucosa y otros medicamentos.

Insulinas

“Las insulinas son cada vez más parecidas a la que fabrica el páncreas”, resalta la endocrinóloga. “Las insulinas lentas son cada vez más lentas y, en vez de ponerlas cada 24 horas, se van a administrar cada 7 días”, añade. Además, las rápidas actuarán antes, en apenas un minuto. 

Nuevos fármacos antidiabéticos

La línea de las incretinas es objeto de una intensa investigación y ya están despuntando los agonistas triples, que ejercerán su acción sobre tres hormonas. Asimismo, se está trabajando para que se puedan administrar de forma oral. 

Otros fármacos

En diabetes tipo 1 se están buscando fármacos dirigidos al sistema inmune, con el fin de lograr que no se active. “Ya hay algunos fármacos, como teplizumab (disponible en Estados Unidos) que consiguen que, en personas predispuestas que fabrican anticuerpos contra las células del páncreas, se demore el inicio de la enfermedad en dos o tres años”.
“Este y otros fármacos van a ser muy relevantes”, concluye Tejera. “Yo estoy segura de que antes de jubilarme voy a conocer la cura de la diabetes tipo 1”. O, al menos, “lograr que el páncreas fabrique insulina y no dependa del tratamiento farmacológico, aunque haya que vigilar el resto de alteraciones que hayan producido por el camino”. Las terapias con células madre que se están desarrollando pueden ser otra pieza clave para lograr este objetivo.

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