Si de un concurso de dolores se tratara, el dedo meñique del pie y la pata de la mesa se llevarían la palma. Cuántos gritos ha provocado ese pequeñín torpón. Bueno, lo cierto es que el pie puede sufrir otros accidentes más graves y claro, con consecuencias más serias. Caídas, sobrecargas… son varios los motivos que conducen al dolor en esta zona y, en ocasiones, a una pregunta: ¿se ha podido romper algún hueso?
Para responder a esta cuestión, CuídatePlus ha consultado con Juan Carlos Montero, podólogo, quien aclara que lo primero es saber diferenciar dos conceptos: fractura y fisura. “Consideramos que existe una fractura cuando hay un desplazamiento del hueso, mientras que una fisura es una fractura sin desplazamiento’’, distingue el experto, quien añade que, con el pie, son más típicas las fisuras.
Sobre las fracturas, Montero indica que son muy fáciles de diagnosticar: se trata de una lesión en la que existe una falta de continuidad en el hueso, “una desviación acompañada de mucho dolor”. Además, es frecuente la aparición de hematomas debido a la rotura de vasos sanguíneos. “Incluso puede haber hormigueo porque la fractura puede tocar un nervio y provocar síntomas neuropáticos”, señala. El podólogo advierte que en este tipo de situaciones es muy importante recibir atención de urgencia para poder empezar cuanto antes el tratamiento.
Por otra parte, las fisuras “las solemos llamar fracturas por estrés”, un cuadro que suele darse en la zona de los metatarsianos, siendo el quinto y el segundo los que con más frecuencia quedan afectados. La causa más común de las fracturas por estrés, continúa Montero, es que el hueso soporta más carga de la que puede y se rompe. En estos casos, la persona puede seguir moviendo la zona, pero con dolor. Asimismo, “se produce inflamación y enrojecimiento. A veces, también puede surgir un ligero hematoma, pero con la fisura no tiene por qué”, detalla.
De esta forma, el dolor al caminar, que desaparece con el descanso, es el único signo que puede hacer sospechar de una fisura y por el que se debe acudir al médico. De acuerdo con el experto, “simplemente, con una radiografía se ve el problema. Lo normal es que se paute, aparte de analgésicos y antiinflamatorios, reposo. Por ello, se inmoviliza un poco el pie y ya está”.
Por otro lado, Montero hace referencia a las fisuras en las falanges del pie, es decir, en los dedos. Y es aquí donde entra el típico golpe con la pata de la mesa. “Son fisuras que también producen dolor e inflamación, muy típicas en el dedo meñique. Aquí no hay limitación funcional porque la persona va a seguir caminando, pues al final este dedo no es zona de carga”, explica. La molestia entonces se limita al momento del golpe o la parte afectada. Acerca del tratamiento, consistiría en la inmovilización: “Es muy típica la sindactilia, uniendo dos dedos con un esparadrapo para inmovilizarlo”.
Ante una fractura o fisura, Montero recomienda que lo primero que hay que hacer es, sobre todo, reposar y no forzar la articulación. Asimismo, es conveniente aplicar hielo para minimizar en la medida de lo posible el proceso inflamatorio.
Roturas musculares, otro escenario a tener en cuenta
En muchas ocasiones, al hacer ejercicio físico de más, “se puede producir una pequeña rotura en un músculo: en el gemelo, en los isquiotibiales, etc.”, destaca Montero. De nuevo, la sintomatología de estas lesiones pasa por dolor, habitualmente en frío: “Alguien se rompe el músculo, sigue haciendo deporte y no es hasta que para y se enfría que no empieza con una sensación dolorosa”.
Otras señales de alerta de las roturas musculares son la inflamación y, si el desgarro es muy fuerte, también se produce un hematoma. “La rotura del gemelo es muy típica. El paciente que la sufre refiere que siente como si le hubieran dado una pedrada en el músculo”, precisa el podólogo.