En la pasada gala de los Goya, Rigoberta Bandini homenajeó a Massiel haciendo una personal interpretación de “El amor”. La canción recordada en la fiesta del cine da cuenta de la grandeza de este sentimiento, capaz de arrollar y despertar todos los sentidos. Sin embargo, hasta esta emoción, tan irreal e ilógica que parece, tiene su explicación científica.
Como explica a CuídatePlus la psicóloga Sonia García, autora del libro Parejas felices, parejas satisfechas, “cuando nos enamoramos, se producen una serie de cambios a nivel cerebral que explican, entre otras cosas, que se nos quite el hambre, que pensemos en la persona de forma casi obsesiva o que tengamos necesidad de contactar con ella con frecuencia”. En concreto, continúa, “lo que ocurre en el cerebro es que se produce una liberación de dopamina, serotonina y oxitocina, que nos genera un subidón y nos hace percibir la vida como algo magnífico”.
Antes de nada, García distingue dos conceptos: enamoramiento y atracción. Sobre el primero, la experta lo define como “un estado emocional intenso de alegría y felicidad por el hecho de estar al lado de la persona deseada. Esa euforia, además, hace que tendamos a idealizar al otro”. En cuanto a la atracción, “tiene que ver con sensaciones de deseo, de cambios hormonales y de neurotransmisores en el cerebro. Se trata de una fase más superficial donde se siente deseo sexual o deseo hacia algunas de las características de la persona en cuestión”.
Y, ¿cómo se pasa de la atracción al enamoramiento? “A veces, la atracción se queda simplemente en algo físico; pero en otras se pasa al enamoramiento cuando se va forjando el vínculo a partir de las interacciones con la persona deseada y, poco a poco, van segregándose hormonas relacionadas con el apego, como la oxitocina (conocida como la hormona del amor), que facilitan ese deseo de vínculo emocional”, responde García.
Señales que indican que te estás enamorando
Sobra decir que el amor es un tema complejo. Qué significa estar enamorado es una cuestión que cada uno resuelve a su manera. No obstante, hay rasgos generales a los que alude la psicóloga que pueden ayudar a encontrar la respuesta:
Tener muchas ganas de hablar con esa persona.
Apetecer con frecuencia estar físicamente con ella.
Pensar mucho tiempo en la persona, rozando la obsesión.
Recordar pequeños detalles que ha compartido.
Tener deseo de intimidad erótica.
Pensar de forma más positiva sobre el futuro.
Presentar “síntomas” físicos ante el pensamiento o interacción con la persona: corazón acelerado, nervios, cosquillas en la tripa, etc.
Por otra parte, es habitual confundir el amor con la dependencia emocional o el miedo a la soledad. Para saber diferenciar estos sentimientos, “lo primordial es ser conscientes de la posición desde la que nos vinculamos, es decir, si lo hacemos por apetencia y deseo o por necesidad”, aclara García. En este sentido, “si es desde el deseo, desde la apetencia y desde la seguridad, nos estaremos vinculando de forma sana y segura; pero si nos vinculamos desde la necesidad y desde el miedo (a la soledad, a que nos dejen, a que nadie más nos quiera, a fracasar, a envejecer solos…), lo estaremos haciendo desde la inseguridad. Desde aquí tienden a darse dinámicas complicadas como, por ejemplo, los celos”, concluye la experta.