12 mayo, 2025

Cuál es el mejor chupete para mi bebé (y qué debo tener en cuenta)


El reflejo de succión aporta al bebé paz y tranquilidad. Por eso, el chupete se convierte durante sus primeros años de vida en su mejor amigo. Sin embargo, es importante tener en cuenta ciertas pautas para evitar que su uso acabe afectando la salud bucodental en el pequeño. 
Este fue uno de los temas sobre el que giró el lanzamiento de la 5ª Campaña Salud oral y Embarazo, una iniciativa impulsada por el Consejo General de Dentistas y la Fundación Dental Española (FDE), y con la colaboración de la Asociación Española de Matronas y el patrocinio de Lacer. Las expertas que el evento reunió aconsejaron usar los llamados chupetes anatómicos, pues son los que llevan tetina fisiológica, que es la que imita mejor al pezón materno (plana y simétrica). 
Respecto a la edad ideal para abandonar el chupete, se recomienda hacerlo en torno a los dos años y nunca más allá de los tres. Dejarlo durante más tiempo aumenta el riesgo de desarrollar mordida abierta anterior, un tipo de maloclusión. 
La campaña presentada reconoce que el chupete ayuda a calmar al bebé y reduce el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante, pero hay que saber usarlo correctamente:
Es conveniente mantenerlo siempre limpio, lavándolo con agua. 
 
No mojarlo nunca en azúcar o miel, pues se corre el riesgo de sufrir caries de la primera infancia, que pueden destruir los dientes (lo que ocurre normalmente en los delanteros de arriba). El desarrollo de este problema se debe al biberón a demanda en el momento de dormir, pero también puede ser por la toma frecuente de bebidas azucaradas, jugos, leche (incluso la materna) o por la ausencia de higiene oral.
 
El chupete siempre es preferible a que el pequeño se chupe el dedo pulgar. En este sentido, algunos lo hacen con mucha fuerza, lo que puede ocasionar un desvío importante de sus dientes fuera de su sitio habitual y una deformación de la arcada dentaria. Por ello, es muy importante educar al niño para que abandone este hábito. 
Volviendo a la caries de la primera infancia, los especialistas apuntan lo siguiente para prevenirla: 
No se debe dejar al bebé con el biberón por la noche. 
 
Limitar o eliminar bebidas azucaradas. 
 
Limpiar bien las encías con una gasa húmeda después de cada toma y empezar a cepillar sus dientes cuando erupcionen (a los seis meses) con pasta fluorada a concentración de 1.000 ppm de flúor con el tamaño de un grano de arroz hasta los tres años. 
 
No compartir cubiertos y otros utensilios entre los padres/cuidadores y el bebé, puesto que se pueden propagar bacterias orales. 
 
Tener la primera cita con el dentista debe ser cuando el niño cumpla un año.

La erupción de los dientes de leche

Como se ha mencionado, la salida de los dientes de leche suele comenzar a partir de los seis meses. No todos los bebés tienen los mismos síntomas ante la erupción, ni les dura lo mismo. Muchas veces, pasa desapercibida hasta que asoma el primer diente. Otros, por el contrario, se enfrentan a semanas o meses de molestias. Estos son los signos más frecuentes que puede presentar el pequeño:
Mejillas rojas. 
 
Ganas de morder. 
 
Saliva abundante. 
 
Irritabilidad. 
 
Alteración del sueño. 
 
Pérdida de apetito. 
 
Llanto. 
Y, ¿puede causar otros síntomas como diarrea, congestión nasal o fiebre? La erupción de un diente no será la responsable, aunque sí puede estar detrás de la febrícula, es decir, de un ligero aumento de la temperatura sin pasar de 37,5ºC. Asimismo, es posible que provoque heces más blandas por la abundancia de saliva que se traga el bebé. 

¿Cómo aliviar las molestias?

Limpiar a menudo la cara del bebé para quitarle el exceso de saliva y evitar irritaciones en la piel. 
 
Frotar sus encías con un dedo limpio. 
 
Proporcionarle mordedores. 
 
Aplicar frío para mitigar el dolor. 
 
No usar geles ni pastillas para evitar la molestia. 
 
Consultar con el pediatra en caso de que el niño se encuentre muy irritable. 
 

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