El cantante Dani Martín ha reconocido que ha cambiado de hábitos para estar más sano y sentirse mejor. Entre otras cosas, ha dejado de beber alcohol y esto ha hecho que mejore su salud física y mental. Hablamos con dos expertos que nos explican qué supone para el organismo dejar esta sustancia tóxica.
En primer lugar, uno de los cambios más evidentes está en el hígado. Como afirma a CuídatePlus José Francisco Tornero Aguilera, docente y miembro del grupo de Investigación en Psicofisiología Aplicada de la Universidad Europea, “cuando dejamos de beber alcohol, el cuerpo inicia un proceso de desintoxicación y recuperación que puede ser sorprendentemente rápido en ciertos aspectos. El hígado, que es uno de los órganos más afectados por el consumo de alcohol, comienza a regenerarse y a eliminar el exceso de grasa acumulada, lo que mejora su función”. Esto también “ayuda a normalizar los niveles de glucosa y lípidos en sangre”.
Además, el sistema nervioso central recupera parte de su equilibrio, “lo que puede traducirse en una mejora del estado de ánimo, la concentración y la calidad del sueño. Diversos estudios han mostrado que incluso un mes sin alcohol puede tener efectos notables en la salud hepática, la presión arterial y la inflamación general del cuerpo”.
Al mismo tiempo, hay cambios psicológicos: “La dependencia química y emocional del alcohol puede generar síntomas temporales como irritabilidad o ansiedad, pero esto es una señal de que el cuerpo está adaptándose a su nuevo estado natural”, señala.
También “mejora el sistema inmunológico, lo que hace que el cuerpo esté mejor preparado para combatir enfermedades”. En resumen, dejar de beber alcohol es un regalo para el cuerpo, que comienza a funcionar de manera mucho más eficiente en cuestión de semanas.
Dejar de beber alcohol, apunta Marta Casado, presidenta de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), se asocia a múltiples beneficios, “algunos a corto plazo, como es una mayor sensación de salud y bienestar o la mejoría en la calidad de vida, y otros a largo plazo, como es la prevención del desarrollo de enfermedades como la cirrosis, determinados tipos de cáncer o el riesgo de enfermedades cardiovasculares”..
Muchos de estos beneficios son inmediatos como:
Una mayor capacidad de concentración
Mejora en la atención y el estado de ánimo
Mejor rendimiento laboral
Mejoría de las relaciones personales y familiares.
Desaparición de los síntomas asociados a las enfermedades provocadas por el consumo de alcohol como los trastornos digestivos.
Mejoría en la calidad de nuestro sueño.
Fortalecimiento del sistema inmune.
Pérdida de peso.
Los efectos en el organismo se ven rápidamente (Foto Shutterstock)
¿Cuándo se ven los cambios?
La mayoría de los efectos beneficiosos comentados anteriormente “suelen aparecer a los 10-15 días de dejar de beber”, tal y como indica Casado.
En cuanto al hígado, es importante señalar que “es un órgano tremendamente agradecido a la abstinencia del consumo de alcohol”. Esto significa que “en fases tempranas de daño hepático producido por el alcohol, tras 3 meses de abstinencia, el hígado vuelve a la normalidad”.
Además, “en fases más avanzadas de la enfermedad, cuando los daños son irreversibles, como sucede con la fibrosis avanzada, dejar de beber no solo es el mejor tratamiento, sino que se asocia con un mejor pronóstico, una menor tasa de complicaciones asociadas y una mayor supervivencia”.
Dejar de beber alcohol y descanso
El descanso y dormir bien es clave para la salud y el alcohol es una sustancia que, aunque parece que lo favorece, la realidad es todo lo contrario. Como señala Tornero, “el alcohol interfiere con la arquitectura del sueño. Aunque puede ayudar a conciliar el sueño inicialmente, afecta las fases profundas y REM, que son esenciales para la recuperación física y mental. Además, al metabolizarse, el alcohol puede causar despertares nocturnos y fragmentar el sueño. Algunos estudios confirman que eliminar el alcohol mejora la calidad del sueño, aumenta la duración de las fases profundas y reduce los despertares, favoreciendo un descanso más reparador.
Dejar de beber para un adicto
Es cierto que todos estos son beneficios pero en el caso de las personas que beben alcohol a diario, dejar el hábito puede ser complicado. “Dejar de beber alcohol de forma abrupta en una persona con dependencia severa puede tener repercusiones significativas debido a los cambios fisiológicos que el cuerpo ha sufrido para adaptarse al consumo crónico”, señala Tornero. Y es que, “el alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central, aumentando la actividad del GABA (un neurotransmisor inhibitorio) y reduciendo la del glutamato (un neurotransmisor excitatorio)” Con el tiempo, “el cerebro compensa esta acción reduciendo los receptores GABA y aumentando los del glutamato”.
Cuando se elimina el alcohol de forma repentina, informa el experto, “esta adaptación compensatoria provoca un desequilibrio químico que puede dar lugar a un síndrome de abstinencia”. Los síntomas varían desde leves: “Ansiedad, insomnio, temblores, hasta graves, como convulsiones, alucinaciones y delirium tremens”. El delirium tremens ”es una complicación potencialmente mortal caracterizada por confusión, hiperactividad del sistema nervioso autónomo como presión arterial elevada y taquicardia y alteraciones severas en los niveles de electrolitos”.
Un estudio en New England Journal of Medicine (Bayard et al., 2004) “describe cómo estos efectos se deben al aumento abrupto de la excitabilidad neuronal por la falta de alcohol, lo que lleva a una hiperactividad en el sistema nervioso central”. Por ello, “es crucial que las personas con adicción al alcohol dejen de beber bajo supervisión médica, con intervenciones como la administración de benzodiacepinas para controlar los síntomas y evitar complicaciones graves”.