17 febrero, 2025

Diazepam como relajante muscular: riesgo de adicción y cómo evitarlo


Uno de los principales usos del diazepam (Valium) es el alivio del dolor producido por espasmos o inflamación de músculos o articulaciones. Este medicamento pertenece al grupo de las benzodiacepinas, que es una familia química de fármacos que actúan sobre el sistema nervioso y tienen acción ansiolítica, pero también tienen otros efectos: sedante, antiepiléptico, relajante muscular (miorrelajante)… Para este último propósito, la benzodiacepina de referencia es el diazepam.
Generalmente, cuando este medicamento se utiliza para tratar la ansiedad se administran dosis más bajas, mientras que para alcanzar un efecto miorrelajante se requiere una dosis más elevada. “A dosis todavía más altas predomina el efecto sedante, que suele ser un efecto adverso más que terapéutico”, advierte Martín Vargas, psiquiatra y vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española del Dolor (SED).

Mecanismo de acción frente al dolor muscular

El mecanismo de acción del diazepam frente a las lesiones musculoesqueléticas se fundamenta, según el psiquiatra, en “romper el círculo vicioso que surge cuando una lesión produce una contractura muscular: el dolor produce contractura muscular y, a su vez, la contractura muscular produce una retroalimentación positiva hacia el dolor”. Ante esta situación, cuando se administra un relajante muscular, lo que se pretende es “que la contractura no produzca más dolor y se rompa ese círculo vicioso”.
El efecto ansiolítico del diazepam también puede ser importante en el tratamiento de las lesiones musculares, pero se situaría en un segundo plano.

Riesgo de adicción a diazepam

Vargas señala que el riesgo de adicción al diazepam existe, pero no es muy alto. Es más, “en medicina del dolor es poco frecuente que haya adicción a los miorrelajantes”, precisa. “El mayor riesgo se produce con la administración de analgésicos opioides”. De hecho, las benzodiacepinas no tienen indicación en el tratamiento de dolor crónico, que es cuando puede haber un mayor riesgo de adicción por la prolongación de las terapias.
No obstante, no todas las benzodiacepinas son iguales en lo que se refiere a la dependencia y la adicción. El alprazolam (Trankimazin), que no se suele usar como relajante muscular, presenta un riesgo mucho mayor. “Es un medicamento especialmente problemático, por lo que en algunos países hay precauciones muy destacadas para controlar su uso”. En palabras del psiquiatra, “es una benzodiacepina potente, tiene un inicio de acción rápido y tiene una vida media corta (dura poco en la sangre)”. Estas tres características hacen que el alprazolam “sea un medicamento con mucho riesgo de generar adicción”.
En cambio, el diazepam resulta mucho más seguro porque tiene una vida media larga.

Cómo prevenir la adicción

Aunque sea bajo, el riesgo de adicción está ahí y las medidas para prevenirlo se resumen en tres:

Una adecuada prescripción médica

Se trata de un medicamento que se debe dispensar siempre con receta y el médico ha de hacer una prescripción racional y basada en la evidencia. “Tenemos que ver, en primer lugar, si el diazepam está claramente indicado y, en segundo término, si esa persona tiene ciertos indicadores de adictividad”. Es conveniente adoptar una especial precaución al prescribir benzodiacepinas a las personas con impulsividad, inquietud, con antecedentes de trastorno por déficit de atención, con antecedentes de problemas con el uso de sustancias adictivas, juego patológico, compras compulsivas, etc. 

Supervisión médica

Vargas resalta que es totalmente “inadecuado tomar diazepam u otras benzodiacepinas sin prescripción médica y también lo es hacerlo sin una supervisión médica”. Esto implica que el médico no solo debe recetar el medicamento, sino también determinar la dosis, hacer un seguimiento e indicar al paciente cuándo debe dejar de tomarlo.

Limitar la duración del tratamiento

Las benzodiacepinas pueden generar síndrome de abstinencia cuando se dejan de tomar después de un periodo prolongado. En esos casos, es preciso dejarlas de forma progresiva, siguiendo las pautas establecidas para cada medicamento concreto. Sin embargo, “cuando se toman durante menos de un mes y de forma supervisada, no hay riesgo de síndrome de abstinencia”, especifica el vocal de la SED. 
En términos generales, el tratamiento con diazepam debe ser breve. “Una o dos semanas, sin pasar nunca del mes”, aclara Vargas. Además, hay que prestar atención a los “efectos adversos, no tomar alcohol, no conducir y tener cuidado cuando se asocia a otros medicamentos con efectos sedantes -sobre todo aquellos que tienen efecto antihistamínico- y con algunos antidepresivos”.

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