18 enero, 2025

El efecto placebo: así es cómo el cerebro puede ayudar a mejorar el dolor


Para empezar, es importante distinguir entre placebo y el efecto placebo. Mientras que lo primero es una sustancia inactiva que se parece a un fármaco, pero que realmente no produce ningún cambio en el cuerpo, lo segundo es la respuesta producida por la administración de un placebo. La pregunta está servida, ¿cómo es posible que un tratamiento inerte, sin propiedades terapéuticas, consiga provocar respuestas en el organismo? En la mente se encuentra la respuesta.
Durante los ensayos clínicos y para comprobar la eficacia de un nuevo tratamiento, se suele dividir a los participantes en dos grupos: el que sí recibe el fármaco y el placebo, aunque no se les dice qué se les administra. El tratamiento debe mejorar la condición del primer grupo más que del segundo. Si ambos muestran una mejoría similar, esto puede deberse al efecto placebo. 
En concreto, este activa los mecanismos naturales del organismo que ayudan a sentirse mejor. Desde los Institutos Nacionales de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), explican que el cerebro produce muchas sustancias que pueden disminuir el dolor, el estrés, la ansiedad y otras sensaciones desagradables. Luana Colloca, médica científica de la Universidad de Maryland (Baltimore), subraya que el mero hecho de esperar sentirse mejor puede provocar la liberación de estos compuestos: “Nuestra mente es fundamental porque nuestros pensamientos no son independientes de las respuestas de nuestro cuerpo”.
Eso sí, aunque el efecto placebo puede aliviar síntomas como el dolor, la fatiga, la depresión, la ansiedad o las náuseas, hay que tener en cuenta que tampoco puede tratarlo todo, como, por ejemplo, acabar con tumores, reducir el colesterol o eliminar infecciones.

Mecanismos que intervienen en el efecto placebo

Por una parte, las expectativas relacionadas con el tratamiento son clave para el efecto placebo. La actitud del paciente es esencial. Diferentes estudios sobre supervivencia de cardiopatías coronarias han demostrado que el riesgo de mortalidad disminuye en aquellos que cumplen con todo el tratamiento, ya hayan recibido un fármaco activo o placebo. Esto se atribuye a las expectativas o creencia de que la medicación ayuda. Las expectativas parecen actuar más intensamente cuando intervienen procesos fisiológicos conscientes, como el dolor o el rendimiento motor. 
Otro mecanismo importante es el condicionamiento clásico, es decir, la asociación repetida entre un estímulo neutro y un estímulo activo (fármaco o procedimiento) puede resultar en la capacidad del estímulo neutro para provocar más tarde, por sí solo, la respuesta característica del estímulo activo. El condicionamiento ha demostrado ser capaz de modificar en el paciente procesos fisiológicos no conscientes, como la secreción hormonal o la respuesta inmune. 
Por último, otros procesos de aprendizaje, como la experiencia previa y la observación social, pueden mediar también la respuesta al placebo.
El efecto placebo es un fenómeno biológico real con importantes implicaciones para la práctica clínica. No obstante, el potencial que esto puede significar aún no ha sido suficientemente estudiado. Hasta ahora, la  investigación del efecto placebo se ha centrado en dos áreas principales: el conocimiento de los mecanismos neurobiológicos activados después de la administración de un placebo y el análisis de las situaciones en las que se produce la respuesta placebo.

¿El efecto placebo requiere de engaño?

El manejo de placebos en la clínica es problemático debido a la creencia generalizada de que la respuesta beneficiosa al placebo pasa por ocultar su naturaleza inerte, lo que crea un problema de ética. 
Algunos investigadores se han planteado la posibilidad de usar placebo abiertamente, sin engaño. Por ejemplo, un estudio de 2010 administró aleatoriamente a 40 enfermos de síndrome de intestino irritable pastillas de placebo (grupo de estudio) y a otros 40 se les mantuvo sin tratamiento. Todos los pacientes recibieron la misma atención, tiempo y controles. 
Los pacientes fueron informados de que “las pastillas de placebo eran inertes y habían demostrado en ensayos clínicos rigurosos que eran capaces de producir procesos autocurativos entre la mente y el cuerpo”. Los pacientes que recibieron placebo mostraron una puntuación significativamente mayor en la Escala de Mejoría Global, frente a los que no recibieron tratamiento. Además, la reducción de la intensidad de los síntomas también fue mayor y significativa frente a los sin tratamiento. 

Bibliografía

Sanchis, J. El placebo y el efecto placebo. Revista Medicina Respiratoria. 2012,5 (1):37-46. 

Kaptchuk TJ, Friedlander E, Kelley JM et al. Placebos without deception: A randomized controlled trial in Irritable Bowel Syndrome. PLoS ONE 2010; 3(12): e15591. DOI: 10.1371/Journal.pone.0015591 

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