11 diciembre, 2024

El síndrome de la clase turista, la enfermedad que puede ser peligrosa para las piernas


En trayectos largos, un riesgo: el síndrome de la clase turista. Se trata de un término que se acuñó en los años noventa cuando se identificó un aumento de síntomas de trombosis venosa en los pasajeros que realizaban viajes de larga duración en avión en clase turista. No obstante, posteriormente se ha comprobado que esta dolencia, también conocida como trombosis del viajero, también puede afectar a pasajeros que viajan en otras clases diferentes a la turista.
Tal y como cuenta a CuídatePlus Joan Carles Reverter, presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), “consiste en la aparición de la enfermedad trombótica, es decir, de la trombosis, tras la inmovilización que se produce en los desplazamientos”. Reverter indica que la trombosis es una afección frecuente que sufre 1 de cada 1.000 personas. Sin embargo, la probabilidad de padecerla se incrementa hasta el doble o triple en viajes prolongados. “A partir de las 4 horas, ese riesgo ya existe; y de 6 u 8, se multiplica”, afirma.
Yolanda Martínez Pinto, especialista en medicina interna del Hospital HM Regla, señala que al estar sentado durante largo tiempo y con poco espacio para mover las piernas, el masaje que normalmente ejercen los músculos sobre las venas es prácticamente inexistente, lo que dificulta el retorno de la sangre de las venas de las piernas al corazón. 
Algunos expertos también apuntan a una mala hidratación y a las especiales circunstancias de presión y oxígeno que se dan en los aviones como otros de los posibles desencadenantes de esta patología. A pesar de que es más frecuente que ocurra en los viajes en avión, se puede sufrir este síndrome también en otros medios de transporte, como el autobús o el coche.
Además de la duración del viaje y el espacio que hay entre los asientos, existen otros factores que pueden contribuir a la formación de trombos, entre los que destacan, alteración congénita de la coagulación, haberse sometido a una cirugía mayor en las semanas previas al viaje, tener edad avanzada, fumar, ser obeso, tomar anticonceptivos orales y terapias hormonales, estar embarazada y tener varices e insuficiencia venosa de miembros inferiores.
“Todo esto puede llevar a que se tapone una vena, normalmente en las extremidades inferiores. Además, existe la posibilidad de que se desprenda un fragmento y que este vaya al pulmón, produciéndose una embolia pulmonar, un cuadro especialmente grave”, explica Reverter, quien aclara que la trombosis puede aparecer durante el viaje, “pero lo habitual es que se manifieste unos días o incluso unas semanas después”. 

Cómo prevenir el síndrome de la clase turista

Como medidas preventivas, Martínez recomienda “levantarse y pasear por la cabina cada una o dos horas, elegir asientos amplios y si es posible de pasillo, no llevar ropa ajustada, estar bien hidratado, no llevar las piernas cruzadas y hacer ejercicios de flexo-extensión de tobillos y rodillas durante el trayecto”. 
Por otra parte, es aconsejable evitar los fármacos hipnóticos ya que aumentan la inmovilidad y no consumir alcohol, pues favorece la deshidratación. Asimismo, cuando se tienen antecedentes personales de mala circulación conviene utilizar medias o calcetines de compresión gradual ascendente.
Si a pesar de tomar estas precauciones se siente dolor en la pantorrilla o en el muslo, hinchazón, síntomas generales de fiebre, aceleración del pulso, disnea o dolor en el pecho es recomendable acudir a un centro sanitario. En este sentido, es preciso indicar que estos síntomas pueden aparecer durante el vuelo, inmediatamente después de éste o incluso pasados varios días o semanas. 

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