A medida que envejecemos es habitual sufrir diferentes cambios en nuestro cuerpo. Es habitual que, a partir de una determinada edad, comencemos a tener canas o arrugas por el mismo motivo también es habitual que a partir de los 40 años comencemos a tener problemas de visión, como la presbicia, un problema que “sufriremos todos a lo largo de la vida”, explica a CuídatePlus Claudia de Escauriaza, óptico optometrista de EssilorLuxottica.
Es más, “se estima que en el año 2050 el número de personas con presbicia se va a duplicar pasando de los 2 mil millones de personas actualmente a los cerca de 4 mil millones de personas”. Pero, ¿qué es la presbicia? “La presbicia, o vista cansada, es un proceso fisiológico natural asociado al paso del tiempo que consiste en la imposibilidad de enfocar objetos cercanos”. La mala noticia es que “no se puede evitar o ralentizar su aparición, ya que se produce por la pérdida de elasticidad del cristalino a medida que aumenta la edad”.
Se produce “debido a cambios biofisiológicos en las fibras del cristalino y la musculatura que lo rodea, lo cual es parte del proceso natural de envejecimiento. Con el tiempo, el cristalino se vuelve menos flexible, limitando su capacidad para cambiar de forma y enfocar correctamente los objetos cercanos”, explica en detalle Enrique Cervera, presidente de la Sociedad Oftalmológica de la Comunidad Valenciana (SOCV). Está directamente asociada con la edad y “generalmente comienza a manifestarse alrededor de los 40 años y casi todas las personas experimentan algún grado de presbicia al llegar a los 50 años”, añade el especialista.
Síntomas de la presbicia
El formato multitarea que predomina hoy en día nos empuja a cambiar constantemente el enfoque entre los objetos que se encuentran más cerca y aquellos que están más lejos, desviando la atención continuamente entre pantallas a diferentes distancias, por ejemplo. Esta alta exigencia visual hace que seamos más conscientes de las dificultades cuando comienza a desarrollarse la presbicia.
Para saber que estamos en un proceso de pérdida de visión como la presbicia, solo tenemos que prestar atención a los síntomas. Estos, señala Cervera, incluyen:
Dificultad para leer letras pequeñas
Necesidad de alejar los objetos para verlos claramente
Fatiga visual
Dolores de cabeza al realizar tareas que requieren visión cercana.
Pero antes de estos síntomas, las personas que empiezan a sufrir presbicia realizan gestos como “alargar los brazos, buscar puntos de luz, llevar el libro hacia la lámpara o ampliar la letra del teléfono móvil”, señala De Escauriaza.
Soluciones a la presbicia
Como informa Cervera, “las soluciones varían desde el uso de gafas de lectura, lentes bifocales o multifocales, hasta tratamientos quirúrgicos como la implantación de lentes intraoculares o la corrección láser, dependiendo de las necesidades y preferencias del paciente”.
En el caso de las lentes, la óptico recuerda que “la importancia de seguir las recomendaciones del profesional de la salud visual, que recomendará las lentes progresivas más adecuadas para el estilo de vida de cada persona, y de realizar pequeñas modificaciones conductuales para que la presbicia interfiera lo menos posible en las actividades cotidianas”.
Consejos para mitigar la pérdida de visión
Al tratarse de una reducción fisiológica y natural de la capacidad que tiene el ojo para enfocar a diferentes distancias, los expertos consultados insisten en afirmar que la presbicia no se puede prevenir ni tampoco se puede evitar su progresión. No obstante, los síntomas de la vista cansada, sobre todo en las primeras fases de la presbicia, sí que se pueden atenuar con una serie de medidas de higiene visual.
En ese sentido, se aconseja la adopción de buenos hábitos de lectura, como tener una buena iluminación a la hora de leer o situar el texto por debajo de la línea media de mirada.
Es igualmente “importante” tener una buena hidratación ocular, utilizar gafas de sol de calidad, mantener una buena alimentación y realizar revisiones periódicas de la vista. Por último, es aconsejable estar menos tiempo delante de pantallas de ordenador, tabletas o móviles, y realizar descansos cada veinte minutos mirando a lo lejos para relajar la musculatura ocular y haciendo pequeños ejercicios de enfoque mirando un punto lejano y un punto cercano.