Un niño neandertal con síndrome de Down vivió más de seis años gracias a los cuidados de los miembros de su comunidad, que se repartieron las tareas necesarias para garantizar su supervivencia. El hallazgo, fruto del análisis de los restos de un oído interno desenterrados en 1989 en el yacimiento de la Cova Negra, en Xàtiva (País Valenciano), sugiere que el hábito de cuidar al prójimo surgió desde el altruismo y la compasión, y no desde la voluntad de recibir el mismo trato a cambio.El descubrimiento es extraordinario, tanto por la antigüedad de los restos (de más de 150.000 años) como por la edad a la que murió el menor. Se trata, según los autores, del primer caso descrito de síndrome de Down en una especie humana diferente a la nuestra, aunque, advierten, es algo que habría que confirmar con pruebas de ADN no disponibles a día de hoy. Los restos humanos más antiguos confirmados genéticamente hasta ahora datan de hace algo menos de 6.000 años, y dichos infantes apenas vivieron unos meses (16 el más longevo).“Es razonable pensar que la larga supervivencia del individuo solo pudo haber ocurrido porque recibió atención y cuidados continuados”, escriben los autores en un artículo que publica la revista Science Advances. La investigación, liderada por la Universidad de Alcalá y en la que han participado expertos de otra decena de centros españoles, razona que la madre no pudo asumirlos sola dado el estilo de vida dinámico de los neandertales, por lo que probablemente requirió de ayuda de otros miembros de su comunidad.Los restos del oído interno hallado en el yacimiento de la Cova Negra (izquierda) muestran malformaciones que no se observan en los restos de neandertales sanos (derecha). De hecho, sólo se han observado en personas con síndrome de Down.“Durante décadas, se ha sabido que los neandertales cuidaban de sus compañeros vulnerables. Sin embargo, todos los casos conocidos de cuidado involucraban a individuos adultos, lo que llevó a algunos científicos a creer que este comportamiento no era un altruismo genuino, sino simplemente un intercambio de asistencia entre iguales: ‘Hoy por ti, mañana por mi’”, explica a La Vanguardia, Mercedes Conde, antropóloga de la Universidad de Alcalá que ha participado en el estudio.Los restos desenterrados en 1989 (que no han sido analizados hasta ahora porque se confundieron con huesos animales) refutan esta idea. “Lo que no se sabía hasta ahora era el caso de un individuo que había recibido cuidados extra-maternales desde su nacimiento, aunque no pudiera reciprocarlos (sic). El descubrimiento del fósil de la Cova Negra apoya la existencia de un verdadero altruismo entre los neandertales”, sostiene la investigadora.El hallazgo también supone una prueba más de que el rasgo de cuidar a los demás no es exclusivo del Homo Sapiens, sino que se remonta mucho más atrás. “La evidencia disponible sostiene que se trata de una adaptación social muy antigua, anterior a la separación de los linajes de los neandertales y de nuestra especie”, apunta Conde. De hecho, hay registros de este comportamiento en antepasados lejanos de los neandertales, que se remontan a casi medio millón de años atrás.
Reconstrucción a partir de un oído
Los restos fósiles que han protagonizado el descubrimiento corresponden a los huesos de la zona del oído interno de un niño mayor de seis años, y fueron hallados en 1989 en el yacimiento de Cova Negra, en el País Valenciano. En un inicio pasaron desapercibidos, al estar mezclados con muchos fragmentos de origen animal. No ha sido hasta un análisis reciente que se asociaron con los neandertales, lo que precipitó su caracterización.La clave del hallazgo es que los restos óseos muestran cinco malformaciones congénitas que, aunque por separado podrían asociarse a distintas condiciones genéticas, en su conjunto sólo se han observado en personas con el síndrome de Down. La evidencia incluye una dilatación anómala de algunos canales del oído, y un volumen coclear y del vestíbulo auditivo pequeños.