19 abril, 2025

Impacto psicológico del matrimonio lavanda, que triunfa en la generación Z


En el siglo XIX y parte del XX, los matrimonios lavanda tuvieron su máximo auge. Estaban formados por personas de diferente orientación sexual con el fin de tapar la homosexualidad de una de ellas o de las dos. Era una forma de evitar el estigma y, en no pocos casos, incluso la persecución o la cárcel. En la época dorada de Hollywood se obligó a muchos actores gais a casarse para acallar los rumores en torno a ellos. Fue el caso de Rock Hudson, que contrajo matrimonio con su secretaria, Phyllis Gates, aunque el enlace solo duró dos años. O el de Robert Taylor y Barbara Stanwyck, que supuestamente disfrazó la bisexualidad de ambos, aunque también hay quien dice que, en realidad, querían proteger su reputación después de que una revista informara de que habían estado viviendo juntos sin estar casados. Casi 90 años después, el matrimonio lavanda continúa, pero con connotaciones muy diferentes porque se acabaron los días del armario.
En la actualidad, la generación Z (quienes nacieron a partir de la década de 1990 y hasta aproximadamente el año 2010) apuesta con fuerza por la reinvención de los matrimonios lavanda. Pueden ser tanto entre personas gais como heterosecuales; eso ya no es lo central. Lo que persiste es que se trata de un contrato de conveniencia: no hay ningún vínculo romántico o enamoramiento entre los contrayentes, ni tampoco relaciones sexuales.
Los intereses que están detrás de estas uniones hoy por hoy son económicos (compartir gastos, afrontar la carestía de la vivienda…) y legales (aprovechar las normas que favorecen el estatus matrimonial), pero también importa el afecto. Muchas personas deciden casarse sin estar enamoradas como forma de combatir la soledad, para darse apoyo emocional mutuo, o bien porque consideran que el amor romántico no es para ellos.

Ventajas del matrimonio lavanda

 
 
Para algunas personas, el matrimonio lavanda puede ser una forma de gozar de muchas de las ventajas del matrimonio sin tener que estar atadas por un vínculo romántico a la otra persona. Esto se traduce en una mayor independencia y cero compromiso amoroso, lo que deja totalmente fuera de la ecuación los celos y otros posibles efectos no deseados del enamoramiento, como un control constante de lo que hace la otra persona. Sin embargo, se puede alegar que amor romántico y celos no van siempre de la mano; solo en las relaciones enfermizas.
Por lo tanto, dos personas unidas por un matrimonio de conveniencia no tienen, en teoría, ninguna obligación de decirse a dónde van, con quién están o qué hacen durante su tiempo libre. De hecho, generalmente se dan mutua libertad para mantener relaciones de cualquier tipo (románticas, sexuales…) con terceras personas. No obstante, puede surgir algún roce si uno de los dos miembros de la pareja va demasiado por libre.
Asimismo, las personas asexuales pueden encontrar un refugio gracias a este vínculo en el que la amistad y el cariño pueden florecer, pero las relaciones sexuales suelen quedar descartadas.

Impacto psicológico y consecuencias negativas

Un posible impacto psicológico negativo de los matrimonios lavanda de la generación Z es la sensación de vació que podría causar, al menos a medio o largo plazo, una relación de pareja no fundamentada en un vínculo sentimental profundo o fuerte. Es probable que alguno de los componentes sienta que se está perdiendo algo.
Yendo un poco más lejos, algo que puede dar al traste con un enlace meramente económico o de amistad que parecía duradero es que uno de los miembros se enamore del otro y quiera ir más allá en la relación. En ese momento, el otro tal vez le recuerde que no fue ese el pacto inicial y, a partir de ese momento, vivirán una situación marcada por la tensión.
Otra posibilidad es que, en una sociedad en la que el amor romántico sigue muy vigente, aunque para algunos sea algo caduco, un componente del matrimonio lavanda se enamore de una tercera persona y ésta le pida exclusividad, tanto de hecho como de derecho.
Por supuesto también puede ser que los dos integrantes de la unión lavanda tengan una sintonía tal que, finalmente, acaben dando un paso más y dejen de buscar fuera lo que pueden encontrar dentro: amor romántico y sexo. Ya lo dice el dicho: “El roce hace el cariño”.

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