22 mayo, 2025

Inés Escandell, dermatóloga: “El skincare minimalista es lo que mejor funciona”


Todo en exceso es malo. Esta máxima popular que se ha ido transmitiendo de generación en generación toma ahora protagonismo con el fenómeno skincare, rutina de la atención y cuidado de la piel, pero no sólo para mantenerla bonita, sino también saludable. La proliferación de la oferta, la accesibilidad a productos y las influencias que llegan de otros países como Corea han sido claves para que se haya disparado su popularidad en España. Pero, ¿realmente se hace de forma adecuada esta rutina de cuidado de la piel o se abusa?
Inés Escandell, miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET) de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), describe los aspectos positivos y negativos de esta nueva fiebre por el cuidado de la piel.
Para empezar, Escandell habla de que sí que hay un interés generalizado por el tipo de cuidado de la piel, debido a que es accesible y que ha tenido como mucha repercusión en las redes sociales el hecho de utilizar productos cosméticos para la cara.
La dermatóloga indica que este fenómeno del skincare ha llegado después de la pandemia. “En estos últimos 3-4 años después de la pandemia se han empezado a popularizar ejemplos como las rutinas de Corea, que suelen ser muy complejas, y han venido saliendo muchísimos perfiles diciendo que es necesario utilizar muchas cosas, lo que ha provocado que haya un exceso de información”, detalla, mientras destaca que de repente todo el mundo está muy preocupado por su piel.
Escandell también especifica los campos de acción de la cosmética y qué no se puede esperar de ella. “Lo que nos puede ayudar la cosmética es a tener una piel un poco más saludable, pero no nos va a quitar patología. La cosmética no trata, no son fármacos, o sea que si tenemos acné, tenemos rosácea o cualquier patología, la cosmética no puede solucionarlo por sí sola”, recuerda.

La simplicidad del skincare

Sabiendo hasta dónde puede llegar la cosmética (mejorar el aspecto de nuestra piel y sobre todo hacer que envejezca mejor), la dermatóloga del GEDET apuesta por el menos es más. “Hay unas pocas cosas que se pueden hacer y realmente es lavarse la cara, utilizar un par de productos que puedan tener alguna eficacia, por ejemplo, los retinoides o los antioxidantes, que revierten un poco lo que produce el daño solar en nuestra piel y protegerse del sol. Más allá de eso, no hace falta”, sentencia.

Las rutinas minimalistas son lo más razonable, insiste la dermatóloga, la misma que describe que una skincare óptima es lavarse la cara por las mañanas y ponerse algún producto para prevenir los daños que nos va a hacer el sol a lo largo del día. Y por las noches volver a lavarse la cara y a lo mejor añadir algún producto que ayude también a mejorar ese envejecimiento.
Los problemas vienen cuando nos pasamos de esa rutina y vamos a más. “Entonces, ahí sí que aparecen problemas como irritaciones secundarias al uso de productos, aparecen lesiones inflamatorias, lesiones como granitos y al final tenemos patología porque la gente se está poniendo un montón de cosas y acaba padeciendo irritaciones por el uso de productos”, alerta.
Para apoyar su argumento sobre la simplicidad en las rutinas de piel, Escandell detalla que probablemente muchos de estos pasos que parecen como imprescindibles pueden no ser determinantes y se pueden obviar y no pasa nada.

El mejor influencer, el experto

Otra de las características de esta oleada de skincare es el bombardero de información que recibe el consumidor y que en muchas ocasiones provoca problemas de uso y de abuso de estos productos. El consejo en este sentido no es otro que informarse por fuentes contrastadas y escuchar la voz de los expertos. “Estoy viendo que cada vez tengo más pacientes en la consulta que me piden una rutina. Eso sí que ha calado en la gente. En especial, los adolescentes te llegan con su rutina autocreada y es que en TikTok han visto que hay un gel súper bueno y que les dicen que se tienen que poner esto y lo otro y acaban con una rutina complicadísima”, expone.
También hay aspectos positivos en esta nueva tendencia del skincare y es que, según Escandell, ese interés que ha despertado en la sociedad la piel después de la pandemia es muy positivo siempre y cuando se enfoque del modo correcto. “El interés por cuidarse es muy bueno, lo que hay que buscar es hacerlo bien”, remarca.
Uno de los grupos de población que más está notando los efectos de hacer un mal uso de las rutinas de piel son los adolescentes. “Me da la sensación de que los adolescentes, pese a toda la información que tienen y que no paran de ver redes sociales, lo están haciendo mal. Me llegan a la consulta con acnés descontrolados por malos usos de productos que ven en redes sociales en los que ellos confían y luego realmente no tiene ninguna eficacia”, apostilla.

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