17 febrero, 2025

La calidad del semen es peor por este inesperado motivo


Investigaciones de diferentes clínicas de fertilidad españolas constatan que la calidad del semen se ha reducido en los últimos años drásticamente, hasta el 70% en comunidades como Madrid y País Vasco, con respecto al año 2000, según un estudio del IVI. Y es un problema global, como ha advertido la Organización Mundial de la Salud (OMS): entre el 30% y el 50% de los hombres en edad fértil tienen un semen de baja calidad. La contaminación y el estilo de vida son dos de los causantes de ese descenso. 
“Los cambios de hábitos de vida, en esta era, han ido afectando de forma directa sobre el estado de salud del individuo. En la fertilidad del hombre representa un elevado factor de riesgo ya que, en la consulta diaria, soportado por estudios de investigación, nos ha demostrado que la tasa de cambios de las características seminales está afectada por estos cambios de hábito de vida”, señala la doctora Anna Puigvert, andróloga de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF). 

El patrón dietético, clave en la calidad del semen

Entre los hábitos de vida perjudiciales para la salud y la fertilidad se encuentra una mala nutrición por el consumo de alimentos ultraprocesados. Así lo constata un estudio de investigadores españoles: “El consumo elevado de ultraprocesados en la dieta se asoció inversamente con ciertos parámetros de calidad del semen, incluidos el recuento total de espermatozoides, la concentración de espermatozoides y la motilidad total, en una población de hombres jóvenes y sanos”, concluyen.
Tanto es así, subraya Puigvert, que entre las preguntas de interés en la historia clínica en pacientes afectados de infertilidad ya se incluyen algunas sobre sus hábitos de vida, así como su forma de alimentarse y cuáles son sus hábitos nutricionales.
 
La especialista comenta que tomar alimentos ultraprocesados es el factor que más influye en la baja calidad del esperma: “Producen un desequilibrio en lo que se considera una dieta sana: exceso de azúcares, sal…, pero sobre todo aquellas sustancias indirectas como plásticos, conservantes, espesantes, colorantes…”. Por lo tanto, continúa Puigvert, cuando cambiamos nuestra dieta también estamos “alterando nuestro estado de salud ya que produce enfermedades crónicas en la capacidad inherente del hombre en su proceso de reproducción”.

Cuidado con los alimentos ultraglucémicos

Como la formación de los espermatozoides dura aproximadamente tres meses, “esto permite que todos los factores exógenos y muy relacionados con la alimentación puedan interferir en su natural desarrollo. La mayoría de estas sustancias se denominan disruptores endocrinológicos, entre los cuales están incluidos aquellos alimentos ultraglucémicos o con excesivo contenido glucémico”.
Sobre cómo afecta la ingesta de carbohidratos y alimentos con un alto índice glucémico, Puigvert precisa que actúan como un factor tóxico directo sobre el tejido testicular. Provocan un incremento de la temperatura testicular con un aumento de elementos tóxicos en el sistema venoso de los testículos y el resultado es un elevado nivel de factores tóxicos tanto directos como indirectos. Por ello, se produce “una disminución de la cantidad de espermatozoides, así como su capacidad de motilidad, un recuento disminuido de formas normales y una disminución de su capacidad fértil”.

Una dieta equilibrada mejora la calidad 

Así como una mala alimentación empeora la calidad del semen, la evidencia también ha demostrado que nutrirse adecuadamente la mejora. “Se sabe que pacientes con obesidad o sobrepeso, simplemente eliminando los productos ultraprocesados, como bollería industrial, bebidas gaseosas no naturales o embutidos con alto nivel de conservantes, consiguen no solamente mejorar su seminograma, sino que en el 16% de los casos consiguen un embarazo por vía natural”, afirma la especialista de la SEF, quien añade que la dieta mediterránea ya ha demostrado ampliamente que es la más sana y adecuada. Y recomienda seguir estas pautas: 
Cocinar con alimentos frescos no envasados.
 
Intentar eliminar el plástico de nuestro entorno.
 
No exponer las botellas de agua a la luz.
 
Eliminar bollería industrial y bebidas gaseosas.
 
Disminuir la ingesta de alimentos con grasas.
 
No tomar en exceso ningún elemento nutricional: “Nuestro entorno natural nos facilita muchas verduras, frutas…, por lo que si variamos los ingredientes aumentaremos y mejoraremos la ingesta de vitaminas, aminoácidos, etc”.

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