Carmen Castillo, la cineasta que logró sobrevivir al sangriento golpe de 1973.
La cineasta y escritora chilena Carmen Castillo, exiliada en Francia desde el golpe de Estado en su país, del que se cumplirá medio siglo y cuya obra documental está siendo exhibida en Buenos Aires, considera imprescindible “volver a mirar de manera consciente la historia para inventarnos un futuro”.”Hay que intentar despertar una emoción, un deseo, para que las personas relacionen sus sufrimientos actuales con los opresores que avanzan con el cinismo más salvaje por sobre las ruinas de este sistema neoliberal de consumo”, señala Castillo durante una entrevista con Télam.Desde París, donde reside desde 1974 tras haber padecido el asesinato de su compañero Miguel Enríquez (Secretario general del Comité Central de la organización Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR) y estar detenida por la dictadura de Augusto Pinochet, la creadora considera que “contar la memoria de los vencidos es energía alegre, es un resplandor de alegría para este presente oscuro”.
Carmen Castillo en Argentina.
VER VIDEO Para Castillo las sombras actuales se extienden de modo similar a ambos lados de los Andes y apunta que “tanto en Chile como en Argentina esta reacción de llamémoslos fascismos, de esta extrema derecha a rostro descubierto, busca destruir nuestras cartografías de resistencia frente a la masacre y al horror”.”Creo -arriesga- que no hay posibilidad de reconciliación entre la memoria de los vencidos y la memoria de los vencedores y nuestras armas, a mi juicio fundamentales, son la cultura, el cine, la canción, la poesía, la escritura. Es buscar el lenguaje poético para salir de los discursos, para hablarle de emoción a emoción a esas personas sometidas a los proyectores de comunicaciones de terror y de miedo en un contexto de crisis de lo político”.Convencida que la cultura es un modo eficaz de sostener la memoria, buena parte de su obra documental está viéndose por primera vez en retrospectiva en dos salas porteñas y ella misma acompañará algunas de las proyecciones el mes venidero. El sábado 7 de octubre castillo participará en una conversación pública con el marco de la Feria del Libro de Flores.
El ciclo con sedes en CaZona de Flores (Morón 2453) y el Centro Cultural Borges (Viamonte 525), comenzó en agosto con dos funciones ya tuvo otro par este mes y continuará los miércoles 13 y 20, siempre a las 18 y en el Borges con “Aún estamos vivos” (2015, un diálogo íntimo y político con su amigo, el filósofo y militante Daniel Bensaïd) y “Victor Serge, vivencias de un revolucionario” (2011, sobre vida y obra del revolucionario de origen belga Victor Serge), respectivamente.Las dos últimas funciones de septiembre serán las del 22 a las 20 en la CaZona con “El bolero, una educación amorosa” (1993); y el 27 a las 18 en el Borges con “La Flaca Alejandra” (1994, conversación con Marcia Merino, integrante del MIR y a quien la policía de la dictadura transformó en colaboradora a través de la tortura).”Hay que poder volver a poner en circulación el lenguaje verdadero ante un discurso político que está tan descreditado porque nunca nombra la realidad.”Carmen CastilloEn tanto, el sábado 7 de octubre una conversación pública con Castillo en el marco de la Feria del Libro de Flores, mientras que el 11 a las 18 la documentalista acompañará una segunda exhibición de “Calle Santa Fe” en el Borges.-En la disputa política y por el sentido que guía su cine y sus reflexiones ¿Qué significa recuperar la figura de Salvador Allende de cuyo gobierno tomó parte?-Hay que volver a traer a Allende, pero no al Allende muerto, heroico y sacrificado sino al Allende que estaba apostando y creando y haciendo realidad algo muy concreto y muy posible de lo que allí vivimos en ese proyecto que duró mil días y fue aplastado por una masacre, fue aplastado por el odio a la igualdad.Entonces en Argentina, como en Chile, como en Francia no cabe estar cansado y yo diría que hay que estar siempre alerta para ir a buscar ese principio de esperanza en memorias que están llenas de vida, que se mueven con uno, que no son nostálgicas, que no son tristes. En la larga historia de las luchas sociales populares hay momentos en que pasamos de una derrota a otra y es terrible porque necesitamos victorias, pero hay en ese flujo como un río escondido de memorias colectivas que circulan y que surgen de improvisto y ahí brota la revuelta histórica de Chile en octubre del 2019 y tantas experiencias que ustedes han vivido en Argentina y que si son derrotadas igualmente no se apagan, continúan moviéndose sin estar archivadas ni congeladas.-¿Quién fue Allende?-Salvador Allende era un educador, un pedagogo, recorrió pueblo por pueblo durante años y amó realmente en empatía real cada una de esas mujeres del pueblo. En el compañero presidente no había nada de populismo, había allí una verdad. Él se dirigió a los trabajadores que le dieron el mandato y a ellos obedeció. Encarna la figura de ese político, educador y pedagogo, profundamente y totalmente democrático en el sentido de una democracia popular activa y en diálogo permanente con los de abajo. Sin embargo, esos ejemplos, estos relatos, no están en Chile, no se están transmitiendo en la educación pública. Yo hago más talleres en liceos en Francia que en mi propio país donde no he hecho nunca ninguno.-¿Qué función cumple reponer esos legados arrasados por las dictaduras?-Hay que poder volver a poner en circulación el lenguaje verdadero ante un discurso político que está tan descreditado porque nunca nombra la realidad. Entonces como no se nombran las realidades de los sufrimientos de las personas, tampoco se conectan esos sufrimientos con los golpes de estado, con los golpes de dominación, con el robo de (Mauricio) Macri, con lo que significó el robo y la masacre del golpe de estado civil y militar en Chile. Y lo que no se nombra y no se relaciona desde la palabra y desde el discurso político, no se puede re-encantar, no se puede lograr el despertar de una conciencia de lo que se vive en medio del bombardeo mundial de los medios de comunicación dominante que actúa hoy como una máquina feroz de apoderarse de las mentes de las personas y meter el miedo pero no el miedo, justamente, al golpe militar o a la acción de los poderosos en el robo, sino el miedo al otro y entonces hoy tenemos los chivos expiatorios de la seguridad y todo el mundo pide orden.