22 mayo, 2025

La enfermedad de Parkinson, nuevo motivo para limitar los ultraprocesados


El consumo frecuente de alimentos ultraprocesados se ha relacionado con numerosas enfermedades, como la diabetes, las patologías cardiovasculares y el cáncer. A medida que avanza la investigación, se suman nuevas dolencias que afectan a distintos órganos.
Ahora le ha tocado el turno al cerebro, con un nuevo estudio que desvela una asociación con los primeros signos de la enfermedad de Parkinson.
Ante todo, es preciso acotar qué son los ultraprocesados y en qué se diferencian de los poco o nada procesados. Un alimento no procesado es aquel que no ha sufrido apenas transformaciones para llegar al mercado. Por ejemplo, las frutas y verduras frescas, así como la carne y el pescado frescos.
Un alimento poco procesado ha sufrido algún tipo de modificación, pero sigue siendo reconocible. Es el caso de algunas ensaladas de bolsa, verduras o mariscos ultracongelados, legumbres en conserva, conservas de pescado…
Por último, en un producto ultraprocesado el grado de transformación es muy superior y se añaden varios ingredientes, de tal forma que las materias primas llegan a ser casi irreconocibles. Algunos ejemplos son los snacks, bollería industrial, galletas, precocinados, embutidos, refrescos…

Ultraprocesados y síntomas de Parkinson

La nueva investigación, publicada en la revista Neurology, muestra que las personas que consumen más alimentos ultraprocesados tienen una mayor probabilidad de presentar síntomas tempranos de la enfermedad de Parkinson que quienes consumen pocos alimentos de este tipo. Es importante aclarar que el estudio no demuestra que consumir más alimentos ultraprocesados ​​provoque síntomas tempranos de dicha patología neurológica, sino que simplemente muestra una asociación que deberá ser corroborada por futuras investigaciones.
En la etapa más temprana de la enfermedad de Parkinson, conocida como fase prodrómica, se inicia la neurodegeneración, pero todavía no han aparecido los síntomas más característicos de esta dolencia, como el temblor, los problemas de equilibrio o la lentitud de movimientos.
Los síntomas prodrómicos pueden aparecer años o incluso décadas antes de que aparezcan las manifestaciones típicas, son muy diversos y, en muchos casos, similares a los de otras patologías. Trastorno de conducta durante el sueño REM, estreñimiento, síntomas depresivos, dolor corporal, alteración de la visión del color, excesiva somnolencia diurna o disminución del olfato son algunos de los más habituales.

Implicaciones de cara a la prevención del Parkinson

El análisis se basa en datos de más de 42.000 profesionales de la salud en Estados Unidos, con un seguimiento de hasta 26 años. Quienes comían 11 o más raciones o porciones de ultraprocesados ​​al día tenían una probabilidad 2,5 veces mayor de tener 3 o más signos tempranos de la enfermedad de Parkinson que los que consumían menos de 3 raciones al día.
Al analizar los distintos grupos de alimentos ultraprocesados, los snacks dulces y las bebidas azucaradas o edulcoradas fueron los que aumentaron en mayor medida el riesgo de desarrollar signos prodrómicos.
En declaraciones a SMC España, Maira Bes-Rastrollo, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, co-coordinadora del grupo de trabajo de la Sociedad Española de Epidemiología y miembro del CIBERobn, señala que el hecho de analizar los signos prodrómicos no motores “es una ventaja, ya que estos aparecen 10 o 20 años antes que el diagnóstico clínico, lo que proporciona una oportunidad para llevar a cabo intervenciones tempranas para prevenir el desarrollo de Parkinson”. No obstante, puntualiza que sería “deseable disponer de otros estudios que también observen una relación entre el consumo de ultraprocesados y la incidencia del diagnóstico de enfermedad de Parkinson, no solo con los primeros signos no motores de la enfermedad”. 
En todo caso, la experta considera que los resultados del estudio apoyan “la necesidad de desalentar el consumo de alimentos ultraprocesados, no solo por su mayor riesgo en relación con las enfermedades metabólicas, sino también con las enfermedades mentales y la necesidad de seguir promocionando en la población la dieta mediterránea, basada en alimentos mínimamente procesados con un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado y aceite de oliva”.

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