Tras el diagnóstico de diabetes, una consulta común del paciente es si puede crear adicción a la insulina, como si de una droga se tratara. Lo primero que conviene saber es que esta es una hormona liberada por el páncreas como respuesta a la presencia de glucosa en la sangre y que se encarga de que la glucosa entre en las células para que sea utilizada como fuente de energía.
En este sentido, la diabetes tipo 1 se genera “por la pérdida de la capacidad de producción de insulina del páncreas debido a la destrucción de las células beta que la producen y, a pesar de que las razones no están claras, parece deberse a procesos de autoinmunidad o infecciosos”, precisa Domingo Orozco Beltrán, médico de familia y miembro del Grupo de Trabajo de Diabetes de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFyC).
En cambio, la de tipo 2 se relaciona con la obesidad y aparece en la edad adulta, generalmente a partir de los 40 años. En estos casos, predomina un exceso de masa grasa que conlleva al deterioro progresivo de la secreción de insulina.
La insulina es el único tratamiento para la diabetes tipo 1 y solo puede administrarse inyectada, ya sea con plumas de insulina o con sistemas de infusión continua (bombas de insulina). Y aquí viene la duda, ¿la insulina puede generar dependencia? Lo cierto es que todos, diabéticos o no, somos dependientes de esta hormona, fundamental para que el organismo funcione.
Desde la Sociedad Venezolana de Endocrinología y Metabolismo lo explican con más detalle: nadie puede hacerse adicto a la insulina, “pues es una sustancia natural que el cuerpo sano produce y necesita. En el caso de la diabetes, la falta de producción es lo que lleva a tener que
utilizarla de forma exógena, es decir, no es un medicamento más para un tratamiento, es la hormona que hace falta para que todo continúe funcionando en el organismo”.
Consecuencias de un exceso de insulina en la sangre
Un alto nivel de insulina en la sangre ocasiona bajos niveles de azúcar sanguíneo, algo que se conoce como hipoglucemia. Este cuadro puede aparecer en diabéticos que se han inyectado demasiada insulina o que no comen y hacen excesivo ejercicio físico.
Según la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), la hipoglucemia también puede ser debida a ciertos fármacos, fallo en ciertas hormonas, e incluso tumores que la retiran de la sangre para su crecimiento.
“En los no diabéticos es posible por consumo de alcohol; a veces un tumor raro del páncreas que produce insulina: el insulinoma; o fallo en la producción de hormonas que aumentan nuestros niveles del mismo en la sangre, como el cortisol, hormona del crecimiento o del tiroides. Además, puede acompañar a la insuficiencia cardiaca, hepática o renal graves, a la cirugía practicada para perder peso o a la toma de ciertos medicamentos”, informa la sociedad médica.
Respecto a los síntomas, los más habituales son:
Mareo.
Dificultades para hablar.
Temblores.
Cefalea.
A veces, sequedad de la piel y mucosas.
Desde la SEMI señalan que el pronóstico de la hipoglucemia dependerá de su grado y de su causa: “En general es fácil de corregir. En casos severos, conviene acudir a urgencias del hospital y que allí nos administren la glucosa por vía venosa que corrige rápidamente el déficit”.