La psiquiatra Marian Rojas Estapé ha estado de visita anoche en El Hormiguero para presentar su último libro Recupera tu mente. Reconquista tu vida. La entrevista ha girado en torno a la salud mental y una de las cuestiones que se ha tocado es el efecto que tienen las redes sociales en el cerebro.
Para comprenderlo, la experta ha aludido a dos personajes principales: la dopamina y la corteza prefrontal. “La dopamina es maravillosa porque es la sustancia del placer y tiene mucho que ver con nuestra supervivencia. Está involucrada en dos momentos clave que hacen que todos estemos aquí: en las relaciones sexuales y en la comida. Estamos aquí porque nuestros padres y abuelos liberan dopamina en momentos donde tenían que alimentarse y en momentos donde tenían que reproducirse”, ha explicado.
Por todo ello, ha continuado, la dopamina está involucrada en la recompensa, en la motivación o en la sorpresa. Sin embargo, “esta sustancia lo que hace es que cuando yo consumo eso que me gusta, las neuronas se van avisando de ello las unas a las otras”, ha advertido la psiquiatra. En este punto, “el cerebro recuerda lo que le calma, lo que le excita y lo que le da placer”.
Con las redes sociales, la producción elevada de dopamina asociada a la euforia hace que sin ese estímulo continuo exista sensación de aburrimiento, irritabilidad, insatisfacción e, incluso, tristeza. El sistema nervioso está completamente hiperestimulado y atomizando la atención en estímulos muy intensos y cortos. Así, los usuarios sólo pueden mantener la atención al mismo estímulo durante pocos segundos y, además, la tolerancia a la frustración es baja y la capacidad para el rendimiento intelectual o las relaciones sociales se limita.
La anulación de la corteza prefrontal
La dopamina está involucrada en la recompensa, en la motivación o en la sorpresa. (Foto: Shutterstock)
La corteza prefrontal es la zona que nos ayuda a prestar atención, a concentrarnos, a gestionar nuestros impulsos y a posponer la recompensa, detalla Rojas, quien la define como “el centro neurálgico de nuestra fuerza de voluntad. Me ayuda a frenar y empatizar, frenar y contemplar, frenar y rezar, frenar y entender los problemas del entorno, etc.”.
El problema, advierte, es que “hoy en día la corteza prefrontal está completamente anulada”. ¿Por qué? “Cuando un bebé nace, es muy inmadura y se estimula en esta etapa con tres cosas: luz, sonido y movimiento. A medida que el niño se va haciendo mayor, quieres que preste atención a lo que dice el profesor, a una conversación entre adultos o a lo que ocurre en una parada del autobús, por ejemplo. Pero si al niño le das una pantalla constantemente, lo que recibe es luz, sonido y movimiento. Por eso, le cuesta cada vez más ir desarrollando la corteza prefrontal”, responde la experta.
El diagnóstico de Rojas: “Estamos en una profunda crisis de atención. Esto me preocupa porque para salir de cualquier crisis hacen falta unos tipos muy listos que sean capaces de analizar la situación, de investigar cómo se ha resuelto esto en otros países y de implantar medidas. Todos estos pasos requieren de corteza prefrontal, de atención”. Por ello, prosigue, en este caso “estamos metidos en una crisis que nos impide salir de ella”.
Asimismo, la psiquiatra ha hecho referencia a la hiperestimulación de las redes. “Le hemos metido fast a la vida. Todo lo vemos en x1,5 o x2. Captamos el mensaje, pero nos perdemos los detalles, y la vida son detalles”, ha destacado.
Por último, para combatir las distracciones constantes, “la clave de la vida es estar en una cosa y conectar, enfocarse. Estar con alguien y dedicarle tiempo”, ha señalado Rojas, quien ha lamentado que la consecuencia de no poder hacer esto es la anulación de la corteza prefrontal: “Te hace adicto a lo irrelevante, huye de la profundidad y se polariza”.