El herpes zóster es una enfermedad producida por una reactivación del virus que causa la varicela -generalmente en la infancia- y que afecta a los nervios periféricos y a la piel, donde puede producir pequeñas ampollas dolorosas en forma de anillo agrupadas a lo largo de la zona de distribución del nervio. Coloquialmente se denomina culebrilla o fuego de San Antonio y se calcula que puede llegar a afectar a alrededor del 20% de la población.
Se puede presentar a cualquier edad en cualquier persona que haya pasado la varicela, aunque lo más común es que aparezca en mayores de 60 años, así como en personas con un sistema inmune debilitado por alguna enfermedad o tratamiento médico.
Una vez que la erupción ha desaparecido, puede persistir el dolor del nervio (lo que se conoce como neuralgia postherpética), que puede persistir durante varios meses o años. De forma muy puntual, el herpes zóster puede causar una enfermedad diseminada grave con riesgo de muerte, principalmente en personas inmunodeprimidas.
A qué personas se recomienda la vacuna
La vacunación es la medida preventiva más eficaz. En España está disponible una vacuna frente al herpes zóster inactivada, llamada Shingrix. La pauta de administración consiste en dos dosis por vía intramuscular con un intervalo de entre 2 y 6 meses entre ellas.
El Ministerio de Sanidad ha emitido unas recomendaciones de vacunación y financiación que las distintas comunidades autónomas han ido poniendo en marcha. Se establecen dos grupos prioritarios en función de la edad y determinadas patologías:
Personas de 65 años.
Personas a partir de los 18 años que tienen un alto riesgo de padecer herpes zóster por presentar las siguientes condiciones: trasplante de progenitores hematopoyéticos, trasplante de órgano sólido, tratamiento con fármacos anti-JAK, infección por VIH, hemopatías malignas, tumores sólidos en tratamiento con quimioterapia y antecedentes de dos o más episodios de herpes zóster.
Se aconseja ir ampliando de forma progresiva la población susceptible de recibir la vacuna financiada a las personas entre 66 y 80 años, comenzando por quienes cumplen 80.
Prevención de complicaciones y otros beneficios
El objetivo de la vacunación es la protección frente a los síntomas del herpes zóster y sus posibles complicaciones. La más común es la neuralgia postherpética, pero puede haber otras:
Infecciones bacterianas de las lesiones de la piel.
Problemas oculares o pérdida de visión (si la erupción cutánea afecta a la zona de los ojos).
Raramente, neumonía, encefalitis (inflamación del cerebro) o accidente cerebrovascular.
La vacunación también reduce el riesgo de otros problemas. Recientemente, un estudio publicado en la revista científica Nature mostró una disminución del riesgo de demencia en las personas vacunadas frente al herpes zóster. En concreto, aquellas personas que habían recibido la vacuna tenían un 20% menos de probabilidades de desarrollar demencia, incluyendo la enfermedad de Alzheimer, en los siguientes 7 años.
Ahora, otro estudio revela el potencial de esta vacuna en la prevención cardiovascular.
Reducción del riesgo de enfermedad cardiaca
Según los resultados de un estudio con más de un millón de personas publicado en la revista European Heart Journal, la vacunación frente al herpes zóster proporciona otro beneficio adicional: quienes la reciben tienen un riesgo un 23% inferior de sufrir eventos cardiovasculares y cerebrovasculares (ictus).
Este efecto protector dura hasta 8 años y es especialmente acusado en hombres, personas menores de 60 años y aquellas con hábitos de vida poco saludables, como fumar, beber alcohol y ser sedentarias.
“Además del sarpullido, el herpes zóster se ha relacionado con un mayor riesgo de problemas cardíacos, por lo que queríamos averiguar si vacunarse podría reducir este riesgo”, señala el director de la investigación, Dong Keon Yon, de la Facultad de Medicina de la Universidad Kyung Hee, en Seúl (Corea del Sur).
Los autores del estudio advierten que, dado que se basa en una cohorte asiática, es posible que los resultados no sean extrapolables a otras poblaciones. Además, la vacuna que se empleó, elaborada con virus atenuados, no es la que actualmente se utiliza en muchos países, entre ellos España.