12 mayo, 2025

Las 5 historietas argentinas que Netflix debería transformar en series tras el éxito de “El Eternauta”


Tras el éxito de “El Eternauta”, la obra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, Netflix debería producir nuevas ficciones basadas en las cinco mejores historietas argentinas, una lista que puede resumirse en títulos fundamentales de la novela gráfica popular nacional, un género que siempre contó con guionistas admirables como Robin Wood (aunque paraguayo, produjo toda su obra para Argentina), Carlos Trillo, Carlos Albiac, Alfredo Grassi y Eugenio Mandrini; y dibujantes brillantes como Francisco Solano López, Alberto Breccia, Oswal, Lucho Olivera, Carlos Vogt, Alberto Salinas y los hermanos Villagrán. La trágica historia de Héctor Oesterheld el autor de El Eternauta: su desaparición y la de sus 4 hijas El primer título es “Nippur de Lagash” (1967), de Robin Wood (guion) y Lucho Olivera (dibujo), la historia de un guerrero sumerio que se ve obligado a dejar su ciudad natal tras el asesinato de su rey. Con este trabajo, su primer título importante, Robin estableció el carácter de todos sus personajes posteriores, hombres y mujeres que deben abandonar todo lo que tienen para comenzar una vida nueva que les enseñará múltiples lecciones.

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

“Nippur de Lagash” “Nippur de Lagash” ofrece todos los registros posibles, desde el humor hasta la tragedia, porque, como sintetizó el gran dibujante Sergio Mulko, “el héroe mítico y el payaso son sus extremos… nunca sabremos si el próximo capítulo nos hará reír o enfrentar una cruda tragedia”. El personaje principal reconoce: “Mi alma es como un río. A veces angosto y fangoso, otras límpido. A veces tumultuoso y a veces plácido. Los ríos y las almas nunca son estáticos. Yo, Nippur, el que ciñó coronas, dominó imperios y alzó montañas de oro. Yo, él que comió el pan de los mendigos y bebió el agua de los leprosos… El que ha visto templos usados como establos y reyes suplicando por un trozo de pan”. “A través de Oceanía” El segundo título es “A través de Oceanía” (1976), de Carlos Albiac (guionista) y Lito Fernández (dibujante), una verdadera obra maestra protagonizada por los cinco sobrevivientes del naufragio de una nave-prisión: Calicó Jack, la bellísima Sylvia, el teniente Robby Burns, el huérfano Pick y Duende, un mirlo que, cuando habla en chino, suceden desastres. La historia es aventura en estado puro, llena de piratas, tesoros perdidos, mujeres irresistibles, caníbales, sacerdotes locos y mucho, mucho más. El clima de esta obra puede resumirse en una de las tantas frases hermosas con la que Albiac creaba sus climas: “El mar sin arrugas, el sol en su lugar. ¡Ah, felicidad!”. “Alvar Mayor” El tercer título es “Alvar Mayor” (1977), de Carlos Trillo (guion) y Enrique Breccia (dibujo): el personaje de esta historieta es el hijo de un cartógrafo de Pizarro que trabaja como guía en una Latinoamérica mágica donde todo puede suceder, desde la aparición de personajes como el “Cherufe”, “dios de los volcanes, los terremotos y las pestes”, hasta la presencia de Homero, que busca la Ciudad Dorada para ponerle fin a la maldición que lo persigue desde que escribió “La odisea”. Como Nippur, Alvar se vuelve sabio gracias a su eterno deambular por los caminos, en el intercambio con toda clase de hombres y mujeres. “Mojado” El cuarto título es “Mojado” (1984), de Robin Wood (guion) y Carlos Vogt (dibujo), posiblemente la mejor historieta argentina, una obra maestra que cuenta la historia de un niño mexicano que pierde a toda su familia en un terremoto e inicia un largo viaje hacia Norteamérica, donde sufre todas las humillaciones imaginables, mostrando el otro costado del sueño americano. Posiblemente no exista otra novela gráfica que haya sido tan despiadada con el lector al mostrarle un mundo implacable. La primera página del primer capítulo ya establece el tono general: “El polvo es la única realidad. El polvo y la tierra resquebrajada, y los maizales quemados, crujientes, muertos y vueltos a morir en muertes concéntricas encerradas una dentro de la otra. -Todo perdido… Todo perdido… No hay furia en la voz del hombre ni desesperación ni nada. Es una voz átona, tan muerta y seca como ese maizal de desgracia. -¿Y ahora? ¿Qué haremos ahora? El niño no respondió. El niño no sabía que responder. El polvo quemaba sus pies y sentía el seco repiqueteo de su corazón contra sus costillas escuálidas… -Si lloviera… Un poco al menos… Llueve en todo el mundo… ¿Por qué no puede llover un poquitito aquí? El cielo metálico llamea y el aire hierve en una carcajada de horno… -Tengo a mis hijos con hambre… Siempre han tenido hambre. ¿Es justo?… Yo puedo aguantar mucho… pero ellos lloran de hambre a la noche… ¿Cómo puede un hombre dormir escuchándolos? ¿Cómo puede un hombre vivir así? Día 427: De la piba montonera a Bull Reich El niño tiene miedo. Sabe que cosas desesperantes están ocurriendo, pero no sabe qué hacer. Querría pedir a su padre que lo proteja… pero su padre llora sobre ese maizal muerto…. A veces el Mojado querría aullar como un perro. A veces querría ser un superhombre para poder hacer algo… pero el Mojado sólo puede abrir y cerrar las puertas descascaradas de la desesperación…”. “Evaristo” La quinta obra es “Evaristo” (1984), de Carlos Sampayo (guion) y Francisco Solano López (dibujos), que recupera la figura del comisario Evaristo Meneses para contar historias policiales, ofreciendo un estilo distinto en cada capítulo, desde la tradicional investigación para descubrir al asesino serial que ronda por las calles hasta el duelo borgeano entre dos viejos enemigos (“Ya una vez nos batimos y te gané… Ahora voy a matarte…”).

Los comienzos de Oesterheld como escritor

Carlos Trillo y su amigo Guillermo Saccomanno entrevistaron a Héctor Germán Oesterheld en la década del setenta y allí el guionista contó cómo fueron sus inicios: “Empecé haciendo cosas de divulgación científica para la Editorial Abril. No, ya me estoy equivocando. Lo primero que salió mío fue un cuento para chicos en el diario La Prensa”. Luego remarcó: “En esta época yo tenía dieciocho años. Les estoy hablando del año ’40 o ’41. Después hubo un largo tiempo en que no hice nada y me dediqué a estudiar ciencias naturales: zoología, botánica, antropología, etcétera”. Oesterheld con su mujer y sus cuatro hijas Oesterheld también habló de cómo lo ayudó su título profesional a convertirse en autor: “En ese tiempo había que estudiar todas estas materias, y me recibí de geólogo. En ese tiempo, entonces, el arma que tuve para conseguir el trabajo en todas las editoriales fue mi conocimiento de estas ciencias. Y no me acuerdo cómo fue, a raíz de un cuento publicado por La Prensa, me llamaron de Códex solicitándome otro cuento. Pero eso ya era en el ’44 o ’45”. El guionista luego contó: “Mi primera historieta fue para (la revista) ‘Misterix’, ilustrada por Zoppi. Los personajes eran dos: Alan y Crazy. Eso debe haber sido, aproximadamente, por el ’51. Alan y Crazy duró muy poco. Después hice una de guerra, Lord Commando y enseguida una policial que dibujó (Hugo) Pratt: Ray Kitt. Entonces vine el primer pedido de una cosa importante”. HM/ff

Fuente

Comparte esta noticia:

Otras noticias:

Noticias relacionadas