El Consejo de Ministros acaba de aprobar el proyecto de ley de prevención del consumo de bebidas alcohólicas y sus efectos en los menores de edad. El objetivo es reforzar la prohibición de la compra y consumo de alcohol, retrasar la edad de inicio y reducir los episodios de consumo intensivo (borracheras) en las personas de menos de 18 años de edad, que son especialmente vulnerables.
Los datos de la última Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES) son bastante preocupantes: el alcohol es la sustancia psicoactiva de consumo más generalizado entre estudiantes de 14 a 18 años. En 2023, el 75,9% reconocía haberlo consumido alguna vez en su vida, el 73,6%, en el último año, y el 56,6%, en el último mes. La edad media de inicio del consumo es de 14 años y el 93% de los adolescentes entre 14 y 18 años consideran fácil o muy fácil conseguir bebidas alcohólicas.
Según Asensio López, coordinador del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud, PAPPS-semFYC, “la aprobación por el Consejo de Ministros del Anteproyecto de Ley de Prevención de Consumo de Alcohol entre Menores se convierte en una oportunidad para mejorar globalmente para toda las población, pero especialmente para nuestros menores de edad”. En su opinión, compartida por muchos expertos, “tenemos una sociedad muy permisiva con el consumo de alcohol, con muchos intereses económicos alrededor de la venta y la producción de las bebidas alcohólicas, pero estamos dejando de lado los riesgos que tiene directamente sobre la salud, especialmente sobre la población joven”.
Medidas que recoge la nueva ley
Algunas de las medidas clave incluidas en la nueva normativa son las siguientes:
No se podrá consumir alcohol en centros educativos; centros de protección de menores y residencias estudiantiles; eventos y espacios de ocio dirigidos a menores.
Se promoverán medidas en el entorno familiar (programas para concienciar a familias y prevenir el consumo), educativo (contenidos sobre prevención en colegios y universidades) y sanitario (protocolos para detectar el consumo y facilitar el tratamiento).
Se prohíbe cualquier forma de publicidad de bebidas alcohólicas dirigida a menores de edad, ya sea directa, indirecta o encubierta.
Motivos para reforzar la prohibición del alcohol en menores
Según el documento Límites de Consumo de Bajo Riesgo de Alcohol, elaborado por Socidrogalcohol, “recomendar el consumo de algunas bebidas alcohólicas, atribuyéndoles beneficios diferenciados, no está justificado con la evidencia científica disponible”. Tan solo se puede hablar de consumo de bajo riesgo, pero únicamente en los adultos. Esta entidad científica considera que las personas menores de 18 años no deberían consumir nada de alcohol por los siguientes motivos:
Los adolescentes que empiezan a consumir a los 14 años (media de edad de inicio del consumo en España) tienen cuatro veces más probabilidad de desarrollar dependencia y de tener problemas relacionados con el alcohol.
Existe una clara asociación entre el consumo adolescente de elevadas dosis de alcohol los fines de semana y la obtención de malos resultados académicos y mayores dificultades para terminar los estudios.
Las pruebas de memoria verbal y no verbal, concentración y ejercicio de las habilidades espaciales arrojan peores resultados en las personas jóvenes que beben.
El consumo de alcohol tiene consecuencias cognitivas a largo plazo, que se traducen en problemas de comportamiento, emocionales, sociales y académicos y están contribuyendo, junto a otros factores, al fracaso escolar.
El consumo de alcohol juega un papel crucial en la incidencia de lesiones por accidentes y lesiones no intencionales, debido a las alteraciones que produce en la coordinación, el procesamiento cognitivo o el tiempo de reacción. “Estas son particularmente importantes en las edades más jóvenes y, cuando se derivan de la adopción de un patrón de consumo de alcohol intensivo, que incrementa el riesgo hasta 4 veces, respecto a los que no siguen este patrón”, apuntan desde Socidrogalcohol.
El binge drinking o consumo intensivo también se asocia a un incremento en el riesgo de lesiones intencionales por ataques violentos a otras personas, incluyendo peleas, violencia de género, abusos sexuales y homicidios, así como autoinfligidas (lesiones y suicidio), especialmente entre los jóvenes.
El consumo de alcohol, está relacionado, especialmente en los más jóvenes, con la práctica de relaciones sexuales no seguras. Esto se debe a que el alcohol desinhibe la conducta, aumenta la impulsividad, provoca pérdida de autocontrol y disminuye la capacidad para evaluar riesgos y tomar decisiones. “En ese estado de vulnerabilidad los factores de riesgo aumentan, siendo más propensos a mantener relaciones sexuales no seguras o sin tomar las medidas de precaución adecuadas”, exponen los expertos. El resultado pueden ser los embarazos no deseados o el contagio de enfermedades de transmisión sexual.