21 noviembre, 2024

Lo que nunca debes hacer si tienes dolor de cuello, según los fisioterapeutas


¿Padeces o has padecido dolor de cuello? Es muy posible que hayas buscado en internet cuáles son los mejores ejercicios para aliviar este tipo de molestias. E, incluso, puede que hayas acudido a consulta y te hayan entregado una hoja fotocopiada con una tabla de ejercicios. El fisioterapeuta Kiko Santomé, coordinador del área de Rehabilitación, Fisioterapia y Recuperación Funcional del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid), considera que es un error.
“Recomendar una pauta de ejercicios programados para mejorar el dolor cervical es arriesgado porque el dolor de cada persona es distinto”, subraya en declaraciones a CuídatePlus. Un ejercicio que resulta beneficioso para un problema cervical concreto puede “hacer que una persona que tenga un dolor cervical distinto empeore al cabo del tiempo”. Asimismo, es preciso evaluar si ese individuo “puede realizar ejercicios de forma inmediata y si le van a venir bien a largo plazo, ya que a veces lo que alivia el dolor en un primer momento, a largo plazo, dependiendo de la patología que tenga, puede resultar perjudicial”. 
Al final, meter en el mismo saco todos los tipos de dolor de cuello impide el tratamiento personalizado -que no necesariamente implica métodos más sofisticados y caros-, que es lo que realmente resuelve el problema. El primer paso es analizar el tipo de dolor cervical de cada paciente y, a partir de ahí, recomendar pautas terapéuticas y de rehabilitación específicas, en las que los ejercicios pueden jugar un papel importante.
En esa misma línea, Carmen Mar Rodríguez Peñas, secretaria general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid, asegura que no existe “un ejercicio ideal para todas las personas, pero sí está demostrado que el ejercicio ayuda a mantener a raya estos dolores”. Su consejo: “Realizar actividad física a diario, siendo muy recomendables los ejercicios de fuerza”.

Causas del dolor de cuello

Se puede hablar de dolor cervical paroxístico, por compresión y de muchos otros tipos. “Lo primero que hay que hacer es analizar biomecánicamente por qué una persona tiene ese problema”, resalta Santomé. 
El dolor puede ser el resultado de anomalías en las partes blandas, músculos, ligamentos, discos y nervios, así como en las vértebras y sus articulaciones. Por otra parte, puede estar localizado en el cuello, pero en otros casos se extiende a los brazos, cabeza o espalda. En ocasiones se puede sentir hormigueo y adormecimiento en los dedos de la mano, dolor en la nuca o notar mareo y náuseas.
El origen puede ser muy diverso: torsiones musculares por permanecer muchas horas encorvado frente al ordenador, desgaste articular, pinzamiento de nervios (ocasionado por una hernia de disco), lesiones causadas por traumatismos (por ejemplo, por accidentes de coche) o ciertas enfermedades, como la artritis reumatoide o la artrosis.

El problema de fondo, según explica el Santomé, es “cómo está diseñada la columna cervical”. La biomecánica del cuello es tan compleja “porque requiere muchos vectores de fuerza, que se insertan todos en el mismo lugar y a la vez requieren actividad de forma permanente”. La tracción a la que está sometida la zona de la cabeza hace que el cuello reciba “mucha compresión”. Si a eso sumamos la movilidad excesiva del cuello, “la superficie que está en medio, que son las vértebras cervicales y el resto de estructuras de la zona del cuello, están sometidas a un desgaste desmesurado”. En resumen, “todo lo que se comprime se desgasta y, al final, eso provoca dolor”.
Hay que tener en cuenta que los seres humanos “estamos diseñados para una posición erecta, a la que hemos ido adaptándonos a lo largo de los siglos”. Sin embargo, en los últimos 40 años “nos hemos sentado”, es decir, pasamos buena parte del día sentados. “Y al sentarnos hemos roto evolutivamente con el ciclo que iniciamos al empezar a caminar”. Además, en tiempos más recientes, llevamos cada vez más el cuello hacia abajo, fundamentalmente para mirar el móvil y “pasamos horas con el cuello rígido mirando fijamente al ordenador en el trabajo”. 
De hecho, tal y como señala el fisioterapeuta, “las personas que tienen un trabajo dinámico, como los obreros de la construcción o quienes se encargan de cargar camiones, normalmente tienen menos color cervical”. La razón: “no sobrecargan de manera patológica el cuello”. 

Cómo prevenir el dolor cervical

El estilo de vida actual sería, por lo tanto, el peor enemigo del cuello. De ahí que la mejor forma de prevenir el dolor sea huir de aquellos hábitos y posturas que lo promueven. En palabras del experto, “hay que intentar tener claro cuál es tu ciclo de mantenimiento patológico”. Así, “si trabajas en un lugar en el que tienes el cuello en la misma postura durante horas, tienes que salir de ese ciclo que te está provocando esa fijación cervical”. 
Evidentemente, no se trata de abandonar el trabajo que te mantiene durante largas horas frente al ordenador, pero sí es posible movilizar más la zona del cuello. Por ejemplo, haciendo pausas cada cierto tiempo (cada media hora o cada hora). En este punto, Santomé puntualiza que no hay que mover solo el cuello, sino todo el cuerpo porque no es una estructura aislada, sino que está unido a la zona dorsal. “Levantarse, ponerse un manos libres y trabajar mientras andas o, simplemente, caminar un poco en la sala en la que estés”, propone. “Se pueden añadir movimientos de cuello en todas las direcciones”, agrega Rodríguez Peñas.
En otros casos, esa ruptura del ciclo patológico pasa por limitar las horas mirando el móvil con la cabeza baja. Por otro lado, es conveniente vigilar otras posturas y hábitos que pueden incrementar el dolor cervical. Por ejemplo, una almohada demasiado alta o demasiado baja puede causar importantes molestias.
La ergonomía -el conjunto de conocimientos científicos aplicados para que el trabajo, los sistemas, productos y ambientes se adapten a las capacidades y limitaciones físicas y mentales de la persona- también juega un papel fundamental en la prevención del dolor cervical.
La fisioterapeuta del Colegio de Madrid señala cuatro pilares que constituyen la base para la prevención del dolor de cuello:
Reducción del estrés, que puede afectar a las estructuras cervicodorsales y puede ser causa de bruxismo (que empeora el dolor cervical).
 
Dieta equilibrada.
 
Descanso adecuado.
 
Ejercicio diario, tanto para la reducción del estrés, como para fortalecer y movilizar estructuras musculoesqueléticas.
“Esto, sumado a la ayuda de tu fisioterapeuta, puede ser clave para manejar tu dolor cervical”, concluye la experta.

Cuándo acudir a consulta

El fisioterapeuta de San Juan de Dios tiene claro cuándo hay que consultar al médico de atención primaria, el fisioterapeuta o el traumatólogo: “Siempre, con los primeros síntomas”. Ese será el punto de partida para un diagnóstico certero y precoz y la inmediata instauración de un tratamiento personalizado en función de la causa del dolor.

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