¿Cómo explicar nuestro país y nuestra historia? En las universidades del mundo se preguntan, ¿cómo hizo Japón, que no tenía nada, para devenir potencia? ¿Qué le pasó a Argentina, que lo tenía todo, y sin embargo, colapsa? Hasta 1920 la clase alta argentina exportaba granos y carnes, desarrollaba frigoríficos, el crecimiento ganadero era un gran objetivo, y enviaba a los señoritos de clase acomodada a Europa, a seducir en francés. Sus hábitos de consumo tanto en nuestro país como en Europa, eran tan visibles que la frase “rico como un argentino” definió a la aristocracia. Viajaban con sirvientes, baúles y una vaca atada en la bodega para tener leche fresca en el viaje. Mientras ellos cruzaban el Atlántico hacia el Este, otros barcos atracaban en el puerto de Buenos Aires sin sirvientes, ni baúles, ni vacas con su carga de rusos, turcos, gallegos y tanos en búsqueda de progreso, sin guerras ni hambre. Y entre palacetes y conventillos, entre inmigrantes y patricios, mi país se consolidó como un país de contrastes.
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Hoy, un siglo después, Argentina es Borges y el Teatro Colón, Messi y el papa Francisco, el doctor Favaloro y Carlos Gardel. Viví ocho años en Europa, extrañaba Argentina. Todos los días recordaba su gente, sus calles, los cafés, las costumbres, el subte, los colectivos, los olores…Amo profundamente mi país. Con todos estos pensamientos y reflexiones fue que nació la obra La vaca atada. Mostramos un momento de nuestra historia y de las diferencias entre dos clases sociales muy marcadas durante un viaje que emprende una familia aristocrática en el lujoso transatlántico Conte Biancamano. Para construir y dar vida a estos personajes ficticios, investigamos mucho sobre el comportamiento y conducta, las costumbres sociales, los protocolos, cómo era que se servía en ese momento, y para esto leímos, vimos películas que abarcaban estos temas. Leer e investigar sobre nuestra historia a partir de diferentes autores como Ricardo Levene, Pilar de Lusarreta: Cinco dandys porteños, Victoria Ocampo: Autobiografía, María Sáenz Quesada: Los estancieros, Eugenio Cambaceres: Sin Rumbo, Tulio Halperin Donghi, Eduardo Cárdenas y Carlos M. Payá, Roy Hora: Los terratenientes de la Pampa argentina, y tantos otros, nos llevaron a volver a mirarnos, dándonos elementos para pensar en los cambios sociales y las diferencias entre pasado y presente nos ayudó a entender nuestro tiempo. Cien años después nos preguntamos, ¿qué fue de aquellos aristócratas? ¿Y de las vacas? ¿Y de la Argentina? La estrenamos primero en el Centro Cultural 25 de Mayo, de Villa Urquiza, un hermoso teatro cuya primera inauguración fue en 1929 y por allí pasaron figuras de la talla de Libertad Lamarque, Edmundo Rivero, Agustín Magaldi y Carlos Gardel. También fue escenario de eventos sociales de la época. Su esplendor le valió la denominación de “Petit Colón” de Buenos Aires, por lo que cuenta con una arquitectura de época que nos venía muy bien como marco escenográfico para nuestra puesta, la estrenamos en la sala Redonda, un espacio circular que cuenta con columnas, y un vitraux de fondo que descubríamos durante la obra, abriendo las cortinas, para que el público pudiera apreciarlo, y formaba parte de los quehaceres de los personajes de mucamos. Esa temporada fue de dos meses. Este año el reto fue cambiar de espacio, y pudimos re-estrenar en el Portón de Sánchez, una sala rectangular con 15 metros de fondo, ¡única sala independiente con tanta profundidad! Y para poder hacer esa adaptación llamamos a una gran iluminadora, Eli Sirlin. Junto a ella creamos tres sectores lumínicos, que crean ambientes y diferentes planos otorgando una amplitud muy grande al espectáculo y un sentido de la perspectiva profunda, recreando escenas visuales. Los actores son Fito Yannelli, Silvina Quintanilla, Julieta Raponi, Milagros Almeida, y Miguel Ale Granado, y nos asiste Carlos Farías. *Autora y directora de La vaca atada, que se presenta los domingos a las 18 en El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034).