Procrastinar es aquello que hacemos cuando sabemos que tenemos algo pendiente y disponemos de tiempo para realizarlo, pero decidimos aplazarlo para más adelante. En general, se trata de hábitos o actividades que no deben quedar desatendidas, pero las posponemos en favor de otras más irrelevantes (pero más agradables).
Aunque las motivaciones pueden ser diversas, normalmente tienen que ver con no querer hacer algo por pereza o por no sentirse capaz. “En ambos casos, la procrastinación puede causar sensación de fracaso, irritabilidad o ansiedad, ya que sé que hay algo que tengo pendiente pero no lo estoy haciendo”, apunta Montse Pascual, psicóloga de Ita Diagonal.
Conviene tener en cuenta que procrastinar no es siempre algo negativo. “Hay personas con un nivel de autoexigencia tan elevado que están constantemente cumpliendo con sus obligaciones de manera instantánea, exigente y rígida”, relata la psicóloga. Son individuos que no pueden vivir sabiendo que tienen alguna tarea pendiente porque les genera estrés o ansiedad. Es fundamental que estas personas “se puedan dar permiso para descansar o dedicar un tiempo al ocio, siempre y cuando la tarea a realizar no sea de extrema urgencia”. Al fin y al cabo, “ la vida es mucho más que tener la lista de tareas vacía”.
Pero es indudable que un exceso de procrastinación resulta perjudicial. Procrastinar es algo negativo, según Pascual, “cuando la persona, quizás inundada por sentimientos de apatía, o en algunos casos casos de depresión, se va dejando atrapar por el ‘ya lo haré después’ y esto se va acumulando de manera que le invaden sentimientos de fracaso, culpa, e inutilidad”. Esto tiene consecuencias en el día a día: no entregar un trabajo a tiempo puede suponer un despido, que otro tenga que hacer las tareas urgentes genera conflictos interpersonales, no hacer los deberes o estudiar solo en el último momento puede llevar a suspender el curso…
Claves para vencer la procrastinación
Tal y como afirman los expertos del blog del Colegio de Psicólogos de Madrid, “la procrastinación es uno de los ladrones del tiempo con el que tenemos que lidiar en nuestro día a día”. Para vencerla de una vez por todas o mantenerla bajo control, ofrecen las siguientes claves:
Suprime las tentaciones
Identifica todos los elementos que puedan suponer una tentación y aléjalos o ponlos fuera de tu vista. Así podrás centrarte en lo que realmente tienes que hacer.
Divide la tarea
Márcate pequeños hitos que respondan a preguntas del tipo: ¿qué es lo primero que tengo que hacer para abordar este tema? ¿Y a continuación? ¿Y, después? De esta manera, te irás acercando poco a poco y sin agobios a tu objetivo.
Rompe la barrera del primer minuto
Lo realmente complicado es vencer el momento anterior a ponerte en marcha para realizar una actividad. Cuando logras superarlo, ya tienes la mitad de trabajo hecho. A partir de ahí, tendrás la energía y el nervio necesarios para emprender la tarea.
Evita las excusas
Los argumentos autoabsolutorios o autopermisivos como “no pasa nada por un día que me retrase, tengo tiempo”, “primero voy a consultar las redes sociales y luego me pongo”, “mañana estaré más despejado” son las excusas que alimentan la procrastinación. Déjalas de lado.
Gratificación por el trabajo realizado
Asociar una tarea que nos resulta aburrida con algo agradable, a modo de recompensa, contribuye a aumentar la motivación. Se trata de premiar aquello que se ha realizado de forma eficaz y a tiempo.
Date pequeños respiros
Si cada vez que finalizas alguna de las subtareas que te has planteado haces un pequeño descanso, te ayudará a recuperar fuerzas tanto físicas como mentales. El cansancio es uno de los aliados de la procrastinación, por lo que es fundamental hacer pausas de desconexión y descanso.
Comunica tus decisiones
Si decides hacer algo y lo comunicas a otras personas implicadas, será mucho más difícil que comiences a procrastinar porque has hecho público tu compromiso y no puedes correr el riesgo de incumplirlo.