6 octubre, 2024

Mi hijo está trasplantado, ¿puede tener mascota?


En la balanza hay que pesar tanto los beneficios como los riesgos. Más si de cuestiones médicas se trata. En el Día de San Antón, patrón de los animales, el Hospital Universitario La Paz ha recordado los beneficios y los riesgos de convivir con las mascotas, poniendo el foco en niños que han pasado por un trasplante. Los primeros son de sobra conocidos. Tener o estar en contacto con un animal favorece la salud mental de los más pequeños porque reduce la soledad, la ansiedad y la depresión, además de incrementar el ejercicio o promover un estilo de vida saludable. Todo ello influye en que la supervivencia de estos pacientes aumente. 
Sin embargo, los peligros a los que se expone este grupo inmunodeprimido si no se toman en cuenta ciertas medidas son ignorados, no sólo por la población general, sino incluso entre los mismos profesionales médicos. “Hay beneficios claros y demostrados del contacto de animales con la población general, pero hay que evitar los riesgos”, ha advertido Ana Méndez Echevarría, coordinadora del área de Pediatría e Inmunodeficiencias del Servicio de Pediatría Hospitalaria, Enfermedades Infecciosas y Tropicales de La Paz, lugar en el que se ha presentado una guía orientada a niños trasplantados y sus familias y elaborada por el propio hospital, en colaboración con la Fundación MAPFRE y la Asociación Española de Pediatría (AEP). 
La principal amenaza, ha señalado la también coordinadora de este estudio, son las zoonosis, infecciones transmitidas entre animales y humanos. El contagio se puede producir a través de alimentos u objetos contaminados, por contacto con la piel o mediante fluidos corporales, mordeduras y rasguños. En concreto, la guía publicada recoge los hallazgos de un estudio de investigación en el que participaron 78 hospitales de 28 países. La mayoría de ellos reconoció no saber si sus pacientes tenían mascota y negó tener recomendaciones escritas sobre las precauciones que debe tener un menor inmunocomprometido y su familia en caso de convivir con alguna. A pesar de ellos, el 29% de estos centros admitió haber tratado una zoonosis. 
En la investigación también se han involucrado 284 familias de niños trasplantados o con inmunodeficiencia. El 46% de ellas afirma tener un animal tras el trasplante, siendo los perros y los gatos las más comunes; seguidas por aves, reptiles y mascotas exóticas. Resulta fundamental concienciar sobre la importancia de la desparasitación, las visitas regulares al veterinario y la actualización de las vacunas, ya que el 37% de estas mascotas no se desparasitaba o se hacía menos de tres veces al año. En el 21% de los casos, sólo se realizaba una visita o menos al veterinario al año, y el 6% de las mascotas no estaban al día con las vacunas. 
Asimismo, “realizamos una encuesta a más de 500 veterinarios para saber si estos se interesaban en si sus pacientes inmunodeprimidos tenían animales en casa”, ha apuntado Méndez, quien ha señalado que la respuesta era “no” en la mayoría de los casos. “En conclusión, los profesionales de la medicina no vemos el problema y cuando lo vemos, cada uno orienta según crea. Los médicos tenemos un poder muy importante en las decisiones de los pacientes y no podemos tomar decisiones en función de lo que nos parezca”, ha recordado. 
Y es que, según este estudio, si el médico no tenía mascota, no solía recomendarla. En cambio, si la tenía, sí la aconsejaba. “Hay que tener en cuenta los beneficios y los riesgos”, ha insistido la especialista. Por otra parte, Méndez ha comentado que los veterinarios son expertos en este tema. “El veterinario sabe, pero el paciente escucha a su médico”.

Decálogo para la convivencia de mascotas

Si la familia decide tener una mascota, debe consultar previamente al médico y pedir también la opinión del veterinario.
 
En caso de ya tener mascota, es importante comunicar al veterinario que una persona inmunodeprimida convive con el animal.
 
Hay que seguir las recomendaciones del veterinario en cuanto a revisiones, alimentación, vacunación y desparasitación.
 
No enfadar a la mascota o jugar con ella bruscamente, puesto que las mordeduras o los arañazos pueden provocar infecciones.
 
Evitar besos y lametazos del animal, especialmente en la cara y en las heridas.
 
No compartir la cama, utensilios o comida con la mascota. 
 
La higiene de areneros, jaulas o comederos, así como la recogida de heces debe realizarla otro miembro de la familia.
 
Si se sale al campo, impedir a la mascota cazar y, una vez que se haya vuelto a casa, revisar que el animal no tenga garrapatas. En caso de encontrar alguna, hay que eliminarla lo antes posible.
 
Ante cualquier síntoma de enfermedad, llevar rápidamente el animal al veterinario.
 
Consultar con el especialista en caso de querer viajar con la mascota. 
Además de la investigación, se ha desarrollado también una aplicación web, kids&pets, cuyo objetivo es conseguir una convivencia segura a través de la información y educación en el cuidado de mascotas y en la prevención de infecciones. De forma interactiva, los niños podrán consultar, organizar y programar los cuidados, establecer alertas y notificaciones, programar revisiones y acceder a información basada en la evidencia.

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