Los viajes al espacio de millonarios siguen alcanzando nuevos hitos. Tras el lanzamiento con éxito de la misión espacial privada Polaris Dawn, impulsada por el cohete Falcon 9 de la compañía SpaceX, un multimillonario, dos ingenieras de SpaceX y un ex piloto se han atrevido a dar un paseo espacial privado.
La nave a bordo de la que viajan, llamada Resilience, ha entrado en órbita a 1.400 km por encima de la Tierra. Ninguna persona había llegado tan lejos desde que finalizó el programa Apolo de la NASA en la década de los 70 del siglo pasado.
La región del espacio que atravesarán se conoce como cinturón de Van Allen y se caracteriza por presentar altos niveles de radiación. No obstante, la tripulación estará protegida por la nave y, cuando salgan a caminar por el espacio, por unos trajes especialmente preparados para esta misión.
Radiación cósmica y cáncer de piel
Probablemente, no se van a exponer a dosis muy elevadas de radiación cósmica porque se trata de un paseo puntual, pero toda precaución es poca frente a este tipo de radiación. Los rayos cósmicos son partículas subatómicas con una energía extremadamente elevada —principalmente, protones y núcleos atómicos acompañados de emisiones electromagnéticas— que se desplazan por el espacio y acaban bombardeando la superficie terrestre. Viajan casi a la velocidad de la luz, que es de unos 300.000 kilómetros por segundo.
La población general está expuesta a unos 3,5 milisieverts de radiación al año, pero las tripulaciones de las naves espaciales reciben dosis considerablemente más elevadas. Por ejemplo, un astronauta a bordo de una estación espacial que orbita la Tierra a 400 kilómetros de altitud está expuesto, por lo general, a una dosis superior a 0,5 milisieverts al día.
Al ser un tipo de radiación ionizante, la radiación cósmica se asocia, principalmente, con la inducción de cáncer en las personas expuestas. El nivel de exposición está relacionado con la altitud y, por eso, se ha hecho especial hincapié en el riesgo de cáncer de profesionales como los pilotos de aerolínea, los auxiliares de vuelo y los astronautas. El nexo entre mayor exposición a radiación cósmica y cáncer de piel estaría claro, mientras que el riesgo de padecer otros tumores no es tan evidente, a tenor de los estudios científicos realizados.
Riesgos para la salud de los viajes al espacio
Los riesgos para la salud a los que se exponen los astronautas pueden ser múltiples. Todo dependerá, en buena medida, del tiempo de estancia en el espacio y de diversos factores individuales, como la predisposición a ciertas enfermedades.
El grupo editor de revistas científicas Nature ha publicado este verano un número especial sobre biología humana y salud en el espacio. En este macroproyecto realizado por docenas de instituciones de investigación y denominado SOMA, se incluyen análisis de muestras recogidas de la primera tripulación totalmente civil de la misión Inspiration4 de SpaceX, así como de astronautas que han pasado hasta un año en la Estación Espacial Internacional (ISS), y de proyectos como Polaris Dawn, NASA Twins, los de la compañía Axiom y de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA).
Entre otros cambios en el organismo impulsados por los viajes espaciales se han apreciado alteraciones en la expresión génica por daños en el ADN, mayor fragilidad y sarcopenia (pérdida progresiva y generalizada de masa muscular esquelética y de la función muscular).
También se ha observado que la microgravedad y la radiación espacial afectan de forma sistémica al organismo, lo que provoca disfunciones a escala celular que repercuten en múltiples órganos, como los músculos, los riñones, el corazón, la piel y los tejidos relacionados con el sistema nervioso central.
La NASA y otras agencias espaciales han estudiado la salud de cientos de astronautas durante las últimas seis décadas, encontrando una amplia gama de repercusiones en la salud, como aumento del riesgo de cáncer a largo plazo por la exposición a la radiación espacial, atrofia muscular y pérdida ósea por la vida en situación de microgravedad, así como cambios en la visión.
Algo que se ha podido apreciar en los estudios SOMA es que algunos de los efectos sobre la salud que experimentan los astronautas profesionales durante sus largas expediciones también podrían aparecer entre los turistas espaciales que sólo pasan unos días en órbita. Por lo tanto, no están totalmente exentos de riesgos.