La buena noticia es que se trata de una fotografía que por fin se puede ver. La mala, la preocupante realidad que la imagen refleja. Delante de la cámara, el paciente con enfermedad del ojo seco; detrás, el primer estudio de prevalencia de este trastorno en España, recién publicado en la revista internacional The Ocular Surface. Los datos que ofrece el mismo, extraídos de una muestra final de 3.019 personas, dan cuenta del incremento en los últimos años de una patología que afecta de forma muy significativa el bienestar de las personas que la padecen.
En concreto, el ojo seco es una enfermedad multifactorial de la superficie ocular en la que la película lagrimal tiene problemas para humectar los ojos. Se caracteriza por síntomas como sensación de arenilla en el ojo, escozor, visión borrosa, hipersensibilidad a la luz o picor (en este último caso, es probable que la afección coexista con alguna alergia). El paciente puede llegar a sufrir complicaciones como microerosiones, úlceras en la córnea, infecciones recurrentes o pérdida en la agudeza visual.
De acuerdo con la encuesta, que se ha realizado con el apoyo de Laboratorios Théa, se estima que una quinta parte de la población española presenta síntomas de ojo seco. Para determinar la prevalencia de la enfermedad, se han tenido en cuenta diversos criterios de diagnóstico para concluir que esta varía entre un 16,6% hasta un 33%, dependiendo de si se consideran o no determinados síntomas (en el caso del 33%, se incluyen la fatiga visual, que obliga a cerrar los ojos; o la visión fluctuante al leer, conducir o utilizar un ordenador).
Además, este incremento resulta más notorio a partir de los 40 años y es más frecuente en mujeres que en hombres, debido sobre a todo a razones hormonales: “Las glándulas de Meibomio (ubicadas en el párpado) son las que produce grasa y funcionan mejor con los andrógenos. Con la llegada de la menopausia, los pocos andrógenos que tienen las mujeres también, caen”.
“En nuestras consultas, los pacientes con ojo seco están aumentando. Determinados factores de estilo de vida influyen en este incremento, como el uso de cosméticos, de pantallas, las lentes de contacto, la alimentación o la contaminación”, ha explicado en la presentación del informe José Manuel Benítez del Castillo, catedrático de Oftalmología de la Universidad Complutense y con ejercicio en el Hospital Clínico San Carlos y la Clínica Rementería (Madrid).
Factores de riesgo del ojo seco
El experto ha apuntado cuatro principales factores de riesgo: la diabetes, la cirugía ocular, el tratamiento del glaucoma y la blefaritis. Según Benítez del Castillo, “en la diabetes se produce una polineuropatía periférica. Por otra parte, la enervación de la córnea es responsable de que segreguemos lágrimas. Si yo tengo una polineuropatía, hay menos enervación, menos información enviada al cerebro para segregar lágrimas y, por tanto, más riesgo de ojo seco”.
En el caso de las cirugías oculares, “todas, sin excepción, ´secan´ la superficie ocular, factor a tener en cuenta en modo preventivo, y en especial en aquellos pacientes que han sido sometidos a sucesivas operaciones de distintas patologías (retina, catarata, glaucoma, etcétera)”, detalla experto.
Respecto a la medicación del glaucoma, como advierte Benítez del Castillo, “muchos de los fármacos que se emplean habitualmente para tratar esta enfermedad cuentan con principios activos que pueden secar el ojo, y más aún si incorporan conservantes (como el cloruro de benzalconio), lo que determina una mayor tasa de ojo seco en pacientes tratados durante años de su glaucoma que en otros sin glaucoma de la misma edad”. A ello se une una peor evolución y tratamiento del glaucoma en presencia de ojo seco, “ya que el paciente muestra una menor adhesión y cumplimiento terapéuticos al ser la propia instilación de las gotas muy molesta por razón de su sequedad ocular”.
Diagnosticar el ojo seco, clave
La enfermedad de ojo seco reviste una indudable importancia clínica, tanto por su frecuencia como por su impacto clínico y en la calidad de vida. Sin embargo, no recibe la atención adecuada: “Una persona que padece ojo seco grave tiene la misma mala calidad de vida que, por ejemplo, un paciente que sufre una angina de pecho grave”, aclara Benítez del Castillo, quien añade, que, por lo general, “son pacientes incomprendidos por los propios médicos, al tiempo que esta enfermedad no es valorada como importante por parte de las autoridades sanitarias”.
Los resultados del nuevo estudio ayudarán a comprender mejor la magnitud de estos problemas, cuáles son sus factores de riesgo y dirigir iniciativas que mejoren el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad. Para lograr esto último, “es importante dar más información al paciente. Una vez que este reconoce los síntomas, debe acudir al médico de Atención Primaria. A través de sencillas preguntas, se podría diagnosticar ojo seco y, si es necesario, remitir al oftalmólogo”, indica el experto.