Desde BrasiliaMéxico, una prioridad diplomática para Luiz Inácio Lula da Silva. A menos de una semana de las elecciones municipales que serán, en alguna medida, un test de su popularidad en la primera mitad del gobierno, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) optó por agendar una visita a México donde este lunes tendrá una reunión con su “compañero”, el mandatario saliente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el martes participará en la toma de posesión de la primera mandataria de la historia de ese país, Claudia Sheinbaum.
Relación especial
El Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, generalmente circunspecto en sus pronunciamientos oficiales, se apartó un poco de la norma al hablar de la “relación muy especial y la convergencia de visiones” existente entre el petista y fundador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).Durante una conferencia en el Palacio Itamaraty, la embajadora Gisela Padovan, responsable del departamento latinoamericano de la Cancillería hizo un breve repaso del vínculo entre ambos, citando el encuentro ocurrido en 2022.Aquella conversación, en el Palacio Nacional (sede del gobierno mexicano) de más de dos horas es importante para comprender la gratitud del político brasileño hacia su colega que este martes cederá la banda presidencial con más del 70 por ciento de aprobación en las encuestas.Hace dos años AMLO eludió las formalidades cuando, pese a ser un presidente en funciones, manifestó su simpatía por la candidatura de un Lula que no tenía todas las de ganar frente al proyecto reeleccionista – respaldado por las Fuerzas Armadas – del entonces jefe de estado Jair Bolsonaro-, bajo cuya administración las relaciones de Brasil con México fueron reducidas a la insignificancia, tal como sucedió con otros gobiernos democráticos y populares en los que el capitán veía una amenaza a su ambición de convertirse en el caudillo de la extrema derecha del subcontinente.Un paréntesis: López Obrador tampoco se ajustó a los protocolos en 2023 cuando manifestó su repulsa al, en aquel momento, candidato presidencial argentino Javier Milei sobre quien descargó críticas y comentarios mordaces: demostrando con elocuencia que prefería no verlo al frente de la Casa Rosada.Volvamos a la relación Lula-AMLO y como se cimentó la confianza política entre ambos. Poco después del triunfo del exsindicalista en el balotaje del 30 de octubre de 2022, el gobernante mexicano fue de los primeros en reconocer ese resultado, favoreciendo así la legitimidad de unos comicios cuestionados por Bolsonaro quien alegó la comisión de un fraude para la cual contó con el apoyo de un argentino, el mileísta Fernando Cerimedo, responsable de un informe falso sobre manipulación de las urnas electrónicas.A ese apoyo expresado por AMLO en octubre de 2022 luego sumarían el rechazo mexicano al intento de golpe de Estado bolsonarista de 2023 y el diálogo entre dirigentes del PT y Morena bajo la cobertura del Grupo de Puebla (que agrupa partidos progresistas).Es en ese contexto que el Planalto y el Palacio Nacional alcanzaron un grado de empatía política con pocos o ningún antecedente entre dos países históricamente distantes, incluso por ser las principales potencias latinoamericanas y disputar la hegemonía en la región.
Argentina en los ´80
Para la embajadora Padovan, la jefa de América Latina en la Cancillería, este entendimiento entre Brasilia y México tal vez sea un facilitador de la integración regional, replicando lo que fue en los años ’80 y ’90 del siglo pasado, la alianza entre el Planalto y la Casa Rosada para la creación del Mercosur.
Venezuela
La Cancillería anticipó que en la reuniones previstas para este lunes primero con AMLO y más tarde con la presidenta entrante Sheinbaum, de acuerdo con una agenda sujeta a ajustes, Lula hablará sobre la situación en Venezuela.Brasil y México coinciden en “mantener la interlocución (con el gobierno de Nicolás Maduro), entienden que es necesario mantener los canales abiertos para buscar una solución” a las desinteligencias entre el mandatario reelecto – resultado confirmado por el Tribunal Supremo de Venezuela -, y la oposición que se declaró vencedora con la fórmula encabezada por Edmundo González Urrutia, se informó en Brasilia.
Gustavo Petro
Por su lado, en Nueva York, donde la semana pasada participó en la Asamblea de la ONU, el presidente colombiano, Gustavo Petro, declaró su interés en conversar sobre la coyuntura caraqueña con sus colegas gobernantes de Brasil y México al margen de los festejos por la asunción de Sheinbaum.La troika Lula-AMLO-Petro surgió poco después de los comicios del 28 de julio y llegó a pronunciarse, en una nota conjunta, por la solución sin violencia de las diferencias entre oficialismo y oposición venezolanos. Con el correr de los días comenzaron a surgir discrepancias: AMLO, respetuoso de la Doctrina Estrada – de no injerencia en asuntos de otros estados – anunció que respetaría lo que determinen las instituciones venezolanas.En cambio Lula y Petro condicionaron el reconocimiento del triunfo de Maduro a la divulgación de las actas electorales.
Pragmatismo
A pesar del tono enérgico usado por Lula contra Maduro, de quien dijo estar decepcionado, y de las presiones de Washington para tensionar la relación Brasilia-Caracas, la situación no llegó a mayores, como hubiera sido la convocatoria a consultas de la embajadora en Venezuela, pedida por el bolsonarismo y la prensa convencional.Pragmático Lula siempre procuró mantener contactos con el Palacio de Miraflores y nunca descartó una conversación telefónica con Maduro, lo que hasta ahora no ocurrió.La semana pasada evitó dar a Venezuela un espacio importante en sus discursos durante la Asamblea de la ONU (donde prefirió cuestionar a la extrema derecha, al multimillonaria Elon Musk y denunciar el “genocidio” israelí en Medio Oriente).En el análisis de Lula y su asesor internacional, Celso Amorim, no pasó por alto un dato clave: la desmoralización de la oposición venezolana a raíz del exilio en España del excandidato González Urrutia.Ante ese escenario venezolano, donde es seguro que Maduro continuará en el gobierno por un tercer período, Lula tiende a comportarse con el pragmatismo que le es característico manteniendo las relaciones en el mejor nivel de diálogo posible.Habrá que aguardar que pueda surgir de las conversaciones de este lunes, donde una de las posibilidades es la retomada de las consultas en el eje Brasilia-Bogotá-México, ahora conducidas por la lopezobradorista Claudia Sheinbaum.
La lista (descolonial) de Sheinbaum
La inminente presidenta, electa con un portentoso 59 por ciento en los comicios del 2 de junio, elaboró una lista de invitados para la ceremonia de este martes en el Palacio San Lázaro (Diputados) que se las trae: por sus exclusiones e inclusiones.Cumpliendo con lo prometido durante la campaña, esto es, de dar continuidad a las líneas maestras del exitoso gobierno AMLO, la doctora en ingeniería y exjefa del gobierno de la Ciudad de México, optó por no enviar un tarjeta de invitación al Palacio de la Zarzuela, en Madrid, donde despacha desde hace una década el rey español, Felipe VI.Esto se debe a que el monarca nunca respondió una carta enviada en 2019 por AMLO a través de la cual se le propuso reconocer “los agravios causados” por la conquista ibérica en perjuicio de la vida, religión y cultura de los pueblos originarios.
La espada de Bolívar
Sobre los desaires del monarca ya tomaron nota los colombianos en 2022, durante las celebraciones por la asunción de Petro, el primer presidente de izquierda de la historia de ese país. Felipe no prestó honras, como sí lo hicieron los presidentes latinoamericanos presentes, al paso de la espada de Simón Bolívar, máximo héroe nacional y artífice de la independencia de la corona española en el siglo XIX.Los desplantes de la casa real borbónica vienen de lejos. En 2007 el rey Juan Carlos, que llegó al trono por voluntad del dictador Francisco Franco, en un arrebato autoritario exigió el silencio del presidente venezolano, Hugo Chávez, durante la XVII Cumbre Iberoamericana de Chile. “Por qué no te calles”, increpó. Con el correr de los años se sabría que el padre del actual monarca Felipe, dedicaba parte de sus agendas en América Latina y países árabes para hacer lobby a favor de empresas privadas. En sus cuentas secretas se descubrió, además, el depósito de millonarios sobornos.
Maduro y Putin
Sin la presencia de Felipe los festejos de este martes podrán contar con la participación de los presidentes Nicolás Maduro y Vladimir Putin, a quienes Sheinbaum les hizo llegar una invitación, como también la envió al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, que no viajará en solidaridad con su rey.Conforme las últimas informaciones el viaje del mandatario ruso está descartado y persiste la duda sobre que ocurrirá con el gobernante caraqueño.Lo cierto es que este martes una decena de gobernantes latinoamericanos, en su mayoría progresistas, estarán presentes -fueron excluidos los derechistas Daniel Noboa, de Ecuador y la peruana Dina Boluarte-. De ese modo México reunirá el principal evento regional del año, así como sucedió en Brasilia en junio de 2023 cuando se realizó una cumbre de doce países sudamericanos.