14 octubre, 2024

Pérez Burrull y un psicólogo explican cómo afectan los insultos a la salud mental del árbitro: “Algunos abandonan”


Podría ser la asignatura pendiente en el mundo del fútbol: el respeto al árbitro, quien, de alguna manera, “es el que va contra los malos”. Así lo define el exárbitro de fútbol de Primera División Alfonso Pérez Burrull. Ir contra los malos es lo que hizo ayer Mateo Busquets Ferrer, el árbitro que detuvo el derbi Atlético-Real Madrid por el lanzamiento continuado de objetos desde el fondo norte, una decisión que ha generado tanto quejas como aplausos. Lo cierto es que todo fallo arbitral provoca controversias. El problema es cuando la discusión viene acompañada de gritos e insultos. Es entonces cuando hay que volver a parar. Esta vez para lanzar una pregunta: ¿cómo afecta todo ello a la salud mental de esta figura deportiva?
“A un árbitro le gusta hacer su trabajo. Respecto a lo ocurrido ayer, hay un componente que se aprende desde que se empieza en el arbitraje y que es el honor, desde dentro del campo de fútbol, de contribuir a erradicar cualquier tipo de violencia”, explica Pérez Burrull, quien añade que el hecho de tener que impartir justicia es “una sensación muy gratificante, pero que a veces te niegan”. 

Por su parte, José María Buceta, psicólogo deportivo, subraya que el árbitro es un jugador más del partido, “lo que quiere decir que tiene que estar bien para poder rendir en presencia de todas las dificultades que rodean a su actividad, igual que ocurre con un deportista de élite”. En el caso del árbitro, a la presión que exige su profesión se suma “una evaluación muy fuerte”. 
Como señala el experto, en otros deportes, como en el rugby o en el hockey, se respeta mucho la autoridad del árbitro, nadie protesta contra sus decisiones. En cambio, no ocurre lo mismo en el fútbol, donde los insultos y gritos son la tónica diaria. Un tipo de violencia ante el que los árbitros de alto nivel están acostumbrados. “El árbitro que destaca es, entre otras cosas, por soportar todo ello y continuar aún así haciendo su trabajo”, afirma el psicólogo. No obstante, continúa, esto no significa que a la larga esta carga conlleve un desgaste que derive en problemas de salud mental. “En categorías previas, esto puede hacer que árbitros potenciales no lleguen a ser de élite porque son situaciones que no soportan y no saben manejar. Por tanto, abandonan”. 
Acerca de esta violencia, tan aceptada y hasta parece que justificada en el ámbito futbolístico, Pérez Burrull lamenta que se debe a un “sentimiento absurdo”, que es el de que si alguien no se queja del árbitro, parece que es débil. “Tienes que quejarte para mostrar firmeza y creo que debe ser al contrario. Este chip aún no se ha cambiado”, declara. En este sentido, destaca que cuando se empieza a arbitrar “sabes que, en general, lo que se espera del árbitro es que cuando se equivoque, sea en favor de uno. Si aprendes a tomar decisiones, a tener valentía, a ser justo y a gestionar situaciones de tensión y de crisis con calma, te gratifica mucho más que lo que piensen los demás”. 
En este punto, reconoce que lo peor que lleva esta figura es que se dude de su honradez: “Me puedes decir que he hecho un mal partido, pero lo que no puedo permitir es que dudes de mi honradez, ni como persona ni como deportista”. Esto, resalta, “debe dar más fuerza todavía para tomar decisiones”. 

Del estrés a la depresión

A la hora de abordar los problemas de salud mental con los que suele lidiar un árbitro de élite, Buceta detalla que lo primero que provoca todo lo expuesto “es un estrés muy grande, mucha ansiedad y preocupación”, además de que alterar el sueño. Todos estos síntomas son la antesala de la patología: la depresión, un estado que requiere de terapia psicológica específica. Eso sí, estos cuadros más graves son poco habituales en este contexto. 
“Lo que más se produce es un malestar y una ansiedad grande. No estamos hablando de enfermedad, pero al final impide que la persona esté bien en su día a día. La falta de salud no es estar enfermo, también es no estar todo el día preocupado o dándole vueltas a las cosas”, advierte el psicólogo deportivo. 

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