Se llama Cucurbita máxima y no es otra cosa que la calabaza que se llena de triángulos la noche de Halloween. Decoraciones terroríficas aparte, se trata de una hortaliza que los nutricionistas recomiendan incluir dentro de una dieta equilibrada y saludable.
En concreto, se trata de una planta herbácea de la familia de las cucurbitáceas, caracterizadas por tener hojas grandes y ásperas, así como flores de color amarillo intenso. Su pulpa es generalmente anaranjada o amarillenta, y está repleta de semillas en su parte central. Se pueden encontrar fundamentalmente dos tipos de calabaza:
Las de verano, cuya piel es clara y fina y las semillas son blandas. Su periodo de conservación es corto.
Las de invierno, más dulces, pero más secas, pues presenta un menor contenido de agua. La piel es más gruesa, lo que permite que el alimento se conserve durante más tiempo. Como curiosidad, dentro de este grupo se encuentra la variedad de calabaza confitera o de cabello de ángel, a partir de la cual se obtiene este relleno de pasteles.
De acuerdo con la Fundación Española de Nutrición (FEN), esta hortaliza es fuente de proteínas y carotenoides. Posee un bajo aporte en calorías y grasas y es rica en vitamina C. De hecho, con una ración se cubre un 31% de las ingestas diarias recomendadas, si bien una buena parte considerable de la misma puede perderse durante el proceso de cocción. Respecto a sus carotenoides, se transforman en vitamina A en el organismo. Uno de ellos son los betacarotenos, responsables del color anaranjado de la calabaza, así como un antioxidante que ayuda a eliminar radicales libres previniendo el envejecimiento celular.
Estas plantas se suelen cultivar en toda la zona templada y cálida del planeta. Gracias a la gran variedad de calabazas que existen, se encuentran disponibles en el mercado durante todo el año. Las variedades de verano se comen tiernas, mientras que las que se han de conservar para el invierno se cosechan en otoño.
Cómo aprovechar al máximo la calabaza
Desde la Fundación Española del Corazón indican que al cocinar este alimento hay que tener en cuenta algunos aspectos para evitar la pérdida de vitaminas o minerales. Por ello, es importante:
Aprovechar el líquido de cocción de la calabaza en caldos o sopas.
Incorporar las verduras cuando el agua ya está caliente. Al hacerlo en agua fría, las pérdidas pueden llegar a duplicarse.
Cortar la calabaza en trozos grandes cuando se van a hervir. La subdivisión de los alimentos favorece el aumento de las pérdidas.