La disgrafía está incluida en los llamados “trastornos del aprendizaje”, junto a otros problemas, como la dislexia y la discalculia.Estas son las definiciones de la doctora Ryan Gill, miembro de la sección de Neurología de la Academia Americana de Pediatría y docente de Neurología de la Johns Hopkins University School of Medicine.Dislexia: dificultad en la forma en que el cerebro procesa el lenguaje oral y escrito. Afecta principalmente a la lectura, pero puede afectar a la escritura, la ortografía y el habla. También inhibe las habilidades sociales, la comprensión auditiva, la gestión del tiempo, la memoria y el sentido de orientación.Discalculia: dificultad de aprendizaje en matemáticas, un obstáculo para comprender cantidades, conceptos como mayor o menor y símbolos matemáticos.Disgrafía: dificultad con el acto físico de escribir. Puede afectar la escritura a mano o la escritura en un teclado. Los niños necesitan demasiada concentración para transcribir palabras y puede interferir en la forma en que piensan y transmiten ideas.En un artículo publicado en el portal Healhty Children, la prestigiosa neuróloga explica que la disgrafía puede ser consecuencia de la dislexia, o de la coordinación de las habilidades motoras (movimiento) o de la dificultad para comprender el espacio (conciencia espacial). La disgrafía no implica carencia o disminución de inteligencia.Mirá también
Ludopatía infantil: pautas para identificar y prevenir la adicción al juego en niños
Características de la disgrafía
Los expertos en educación de la Universidad Internacional de Valencia hablan de dificultades en la coordinación muscular de mano y brazo para dominar el lápiz o bolígrafo requeridos para la escritura.La disgrafía podría intervenir en el rendimiento escolar de los niños. Foto: PexelsAsí como la dislexia se conoce como “trastorno de la lectura”, la disgrafía es un “trastorno de la escritura” que impide una grafía ordenada, clara y legible. La Universidad pone especial énfasis en aclarar que no es un trastorno neurológico ni intelectual, aunque la doctora Ryan Gill afirma que en un grado alto podría estar relacionada con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).Cómo detectar la disgrafía:Los síntomas aparecen en el inicio de la escolarización y van en aumento en la escuela primaria.Desde las primeras letras, a los niños con disgrafía les cuesta mucho esfuerzo escribir y lo hacen con tiempos más lentos que el resto de la clase.Manifiestan una notable rigidez motriz o excesiva laxitud. Los movimientos suelen ser lentos, tensos y rígidos. Hay falta de control del lápiz, bolígrafo u otro instrumento de escritura.Los trazos varían constantemente de tamaño dentro de una misma frase, sin adquirir uniformidad en la letra.Muestran dificultad para organizar las letras dentro de la palabra o de la frase.La postura frente al papel es incorrecta, acercan demasiado el cuerpo o lo inclinan en exceso.Existen diferentes tipos de disgrafía. La Universidad Internacional de Valencia clasifica a la disgrafía evolutiva (la que no es consecuencia de una lesión neurológica) según la siguiente tipología:Mirá también
¿Los hijos únicos son asociales o más sociables?: expertos y psicólogos responden
Motriz: dificultades en la escritura como consecuencia de una motricidad deficiente.Específica: incorrecta percepción de las formas que puede incluir desorientación espacial y temporal o trastornos del ritmo: exceso de rigidez o de impulsividad, lentitud o extrema meticulosidad.Superficial: el niño tiene problemas con palabras nuevas o que no reconoce fonéticamente. La disgrafía les impide expresarse bien por escrito. Hay técnicas para ayudarlos. Foto: Shutterstock.Fonológica: es consecuencia de una lesión de la ruta fonológica que genera errores ortográficos, especialmente en palabras compuestas.Profunda: cuando la alteración de la ruta fonética y la ortográfica acarrea problemas para palabras comunes.Semántica: escriben bien las palabras pero no comprenden su significado.Cualquiera de estas disgrafías puede ralentizar el proceso de aprendizaje porque impide al niño expresarse correctamente por escrito. El chico se cansa y se frustra por tanto esfuerzo, deja de prestar atención y pierde el ritmo del resto del curso.Mirá también
Cómo afecta el síndrome de la madre o el padre ausente en la infancia y la etapa adulta
Qué hacer en el aula
En primer lugar, la doctora Ryan Gill recomienda la terapia ocupacional para ejercitar la motricidad fina y la planificación. Pero dentro del aula, los docentes pueden colaborar, y fuera del aula, la familia debe acompañar. Estas son las herramientas que propone la neuróloga en el sitio Healthy Children ante un caso de disgrafía:Dedicar un tiempo extra al examen y tareas de escrituraDar instrucciones claras y precisasOfrecer bancos de palabrasPlantear juegos de mnemotecniaRecurrir a ejercicios previos a la escritura, como lluvia de ideas, mapas mentales y organizadores visuales (cuadros y diagramas)Mirá también
¿Qué se necesita para lograr una educación inclusiva?
Apoyarse en tecnologías de asistencia, como correctores gramaticales y ortográficos, y programas de conversión a textoSugerir al alumno responder oralmente antes de hacerlo por escritoDividir las tareas de escritura en pasos breves, con descansos intermediosObservar por separado la ortografía, la prolijidad y la gramáticaEn casa, se puede ayudar al niño a practicar el uso del teclado y la escritura a mano. Jugar con prácticas divertidas, como escribir en el aire, sobre la arena o sobre crema de afeitar. Son bienvenidos todos los juegos y deportes que involucren la mano, la atención, la organización, la planificación y coordinación de movimientos.