9 febrero, 2025

¿Por qué no puedes parar de hacer ‘scroll’ en Tik Tok?


Un perrito paseándose en patinete y el dedo pulgar se apoya en la pantalla y se desliza hacia arriba. Una influencer adelanta las tendencias de moda de la próxima temporada y el dedo pulgar sube. Un joven cuenta con detalle la última polémica que ha acaparado las portadas de la prensa rosa y el dedo pulgar se desliza. Un grupo de amigas demuestra que se ha aprendido hasta el dedillo la coreografía que marca el último trend y el dedo pulgar… Pov: estás haciendo scroll en Tik Tok. 
Vídeos muy, muy cortos, pero que se transforman en horas. En concreto, entre tres y cuatro se calcula que pasa la gente joven frente a una pantalla. Las consecuencias de estar tanto tiempo abducido se manifiestan después cuando de hacer tareas más prolongadas y que requieren de mayor concentración se trata. Dos ejemplos: ver una película o leer un libro. En ambos casos, la persona sufre el ‘‘efecto Tik Tok’’. Le cuesta mantener la atención, quiere que esa escena lenta se reproduzca en x2 o tiene que releer un párrafo una y otra vez para lograr entender qué está leyendo.
‘‘Tik Tok presenta al usuario microestímulos continuos de corta duración, visuales y auditivos. Esto hace que se ponga en marcha un proceso que se conoce como condicionamiento operante, que es lo mismo que sucede con las máquinas tragaperras, que provoca que hacer scroll aumente las expectativas y cause placer o agrado’’, explica a CuídatePlus David Ezpeleta, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Todo ello, continúa, ‘‘hace que el sistema nervioso esté completamente hiperestimulado y atomizando la atención en estímulos muy intensos y cortos. Esto afecta directamente al sistema de recompensa del cerebro, que es el encargado de mediar la sensación de placer en el organismo, pero de cumplir además con otras funciones, como puede ser la motivación, la atención y la capacidad de memorización’’. 
Sobre el circuito de recompensa, Javier García Campayo, psiquiatra en el Hospital Universitario Miguel Servet, detalla que está mediado por el neurotransmisor dopamina, base de las adicciones conductuales. ‘‘La producción elevada de dopamina asociada a la euforia hace que sin ese estímulo continuo exista sensación de aburrimiento, irritabilidad, insatisfacción e, incluso, tristeza. Por eso, estas personas no soportan los estímulos normales como una clase en un instituto o universidad, ver una película o leer un libro’’, subraya el experto. 
De esta manera, los usuarios sólo pueden mantener la atención al mismo estímulo durante pocos segundos y, además, ‘‘tiene que ser intenso, con colores y sonidos llamativos’’, afirma García Campayo, quien agrega que, en estos casos, la tolerancia a la frustración es baja y la capacidad para el rendimiento intelectual o las relaciones sociales se limita. 
El especialista alude a otras características de la conocida plataforma que favorecen la adicción. Por un lado, funciona con un algoritmo muy personalizado: “La red detecta los intereses del individuo y usa un algoritmo muy preciso que ofrece lo que al usuario le interesa”. Por otro, se producen cambios rápidos de tendencia en pocas semanas, “por lo que es difícil saturarse de los contenidos”. Asimismo, hay que tener en cuenta que el contenido es ilimitado, “puesto que hay millones de vídeos de diferentes temas”, recuerda el psiquiatra. 

¿La pérdida de la atención es irrecuperable?

Vale, la capacidad de prestar atención y lograr concentrarse en otros ámbitos disminuye, pero ¿para siempre? “La pérdida de estas habilidades cognitivas es recuperable cuando se abandona la adicción y se mantienen meses de abstinencia”, responde García Campayo, aunque reconoce que este proceso no siempre es fácil. 
Ezpeleta coincide en que, salvo si se trata de una persona que haya estado expuesta de manera excesiva y tenga facilidad adictiva no conductual (que conlleva otros problemas como ansiedad o depresión), es una situación que se puede reconducir. Según el especialista, “el cerebro es plástico y de la misma forma que puede enfermar o alterar sus circuitos, se puede recuperar completamente’’. 

Cómo paliar el ‘efecto Tik Tok’

García Campayo lo deja claro: la prevención es esencial. Por ello, apunta los siguientes consejos:
La edad a la que se accede a redes sociales debe retrasarse. “Los cerebros por debajo de los 16 años no están madurados neurológicamente y el riesgo que tienen de desarrollar adicción por su gran plasticidad es mayor”. En este sentido, el experto pone a Australia como ejemplo, que ha planteado la prohibición del uso del móvil por debajo de cierta edad. 
 
Se debe informar de los efectos negativos de la utilización de estas plataformas a los adolescentes, padres y educadores.
 
Cuando se use, hay que considerar ciertas normas generales de higiene: no restar tiempo a aficiones, al deporte o a la socialización. Tampoco hay que usar las redes antes de ir a dormir (ni que estén accesibles por la noche) para evitar el insomnio.  
Ezpeleta resume el último punto así: ‘‘En definitiva, se trata de procurar hacer una vida analógica como llevamos tantos miles de años haciendo”. 

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