Expresiones como “se me ha puesto la piel de gallina” o “tengo los pelos de punta” tienen cabida en situaciones muy dispares entre sí. ¿Qué tiene que ver, por ejemplo, el frío que experimentas cuando sales a la calle a menos cinco grados con la emoción que te provoca un concierto de tu artista favorito? Nada y, sin embargo, la respuesta del cuerpo es similar: piel de gallina o pelos de punta.
Raquel Novo, profesora de Dermatología de la Universidad CEU San Pablo, explica a CuídatePlus por qué se da este curioso fenómeno: “Se produce un estímulo que contrae el músculo erector del pelo, que está unido al folículo piloso. Como resultado de esa contracción, el folículo del pelo varía un poco su posición en la dermis, generando ese pequeño resalte a nivel superficial”. La experta añade que esta sensación desaparece en pocos minutos una vez que el músculo erector del pelo se relaja.
El músculo al que alude Novo forma parte de la musculatura involuntaria del cuerpo, imposible de contraer a voluntad propia. Según la dermatóloga, “actúa como respuesta a diferentes estímulos, siendo la temperatura el más frecuente, aunque hay otros”.
“Esta reacción es un mecanismo de defensa evolutivo que aparece en los animales con abundante pelaje, ayudándoles a conservar el calor corporal. También aparece frente a las amenazas y contribuye a que el animal parezca más intimidante (con los pelos de punta, se ve más grande)”, cuenta Trinidad Montero, dermatóloga del Colegio Ibero Latinoamericano de Dermatología (CILAD).
Aunque es más común asociar la piel de gallina al frío, la dermatóloga apunta que también puede suceder en casos de golpe de calor por la activación del sistema simpático al estar sometido a un estrés térmico extremo.
Y, ¿por qué se da este fenómeno ante emociones intensas como el miedo, la alegría o los nervios? “Se entra en un estado de excitación emocional que dispara la liberación de adrenalina. Este neurotransmisor es parte de la respuesta de lucha o huida y prepara al cuerpo para reaccionar ante situaciones de peligro. En este proceso, también se activa la contracción de los músculos que erizan el vello”, contesta Montero.
Otros motivos de la piel de gallina
Además del frío o las emociones fuertes, otras razones pueden esconderse tras la piel de gallina. La experta de CILAD hace referencia a las siguientes:
Estrés o ansiedad: son cuadros médicos que pueden desencadenar también la activación del sistema nervioso simpático y, como consecuencia, erizar la piel.
Fiebre o trastornos hormonales.
Enfermedades neurológicas, como ciertos desórdenes del sistema nervioso autónomo que pueden alterar la regulación de la temperatura y el control del vello.
¿’Piel de gallina’ o queratosis pilaris?
La queratosis pilaris nada tiene que ver con la condición expuesta. “Consiste en el acúmulo de queratina en la porción superficial del folículo del pelo, dando a la piel un tacto ‘rasposo’, pero es una situación permanente que forma parte de la dermatitis atópica”, aclara Novo.
Esta afección no se puede curar ni prevenir, pero sus síntomas pueden mejorar con:
Hidratación constante con cremas emolientes para suavizar la piel.
Uso de exfoliantes suaves o productos que contengan ácido láctico, salicílico o urea, que ayudan a eliminar las células muertas de la piel y reducir la acumulación de queratina.
En algunos casos, pueden recetarse cremas con retinoides para estimular la renovación celular.